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Opinión

16 de Septiembre de 2009

De Quillota para el mundo: A veinte años del “Pato Yáñez”

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Por Rodrigo Hernández del Valle / comentarista deportivo

1989: “El año en que cayeron las ideologías”. Morían el escritor Samuel Beckett; el poeta Nicolás Guillén; el pintor Salvador Dalí e Hirohito, emperador japonés. El Muro se vino abajo; Pinochet entregó el poder… ¡El mundo cambió!… Todo un collage de imágenes digno de portada de anuario, en el que figuraría también la foto del Cóndor Rojas deshaciendo en sangre el ridículo, al lado de una bengala en el pasto del Estadio Maracaná. A pocos metros, desafiante a la galería, Patricio Nazario Yáñez Candia, seleccionado nacional de fútbol formado en San Luis de Quillota, aprovecharía los flashes para hacer su mejor jugada…

Patricio: Dícese del romano perteneciente a la clase patriarcal noble de raza que gozaba de todos los privilegios ciudadanos (cuico).

Patricio-Yáñez: Mestizaje.

“Pato Yáñez”: Rito tribal o acción de llevar las extremidades superiores hasta las partes nobles, al más puro estilo Michael Jackson o Al Bondi, y agitar la masculinidad con un incendio en la mirada. Un “Pato Yáñez de lujo o Yáñez-Duck-Dick-Prime”, es aquel en el que se profieren ofensas al interlocutor de turno, de preferencia brasileño, más dos o tres ingredientes a elección.

… Patricio Yáñez pasó aquella noche del 3 de septiembre de 1989 a constituirse en una leyenda país de la talla del Teniente Bello o el Guatón Loyola; y en un ícono pop o figura de culto, a la altura de Don Ramón y el Ché Guevara. El gesto o gesta “Pato Yáñez” crece en el tiempo como bola de nieve, y el día de la muerte de su autor se le levantará una estatua conmemorativa en medio del Pilucho y el Moai del Estadio Nacional. La multinacional “Pato Yáñez” comercializará chapitas, tazones, posters y poleras con la imagen de aquel consagratorio acontecimiento y la televisión recordará el gol a los paraguayos by Carcuro (¡¡¡Yáaaaaaaaaneeeeeeeeezzz!!! ¡¡¡Paaaaaaa-triiiiii-cio Yáañeeeeeeezzz!!!); y otros querrán olvidar cuando defendió al pelado Buchardeaux en el penal cobrado a Chilenita Fuentes contra Italia en Francia ’98; y la prensa rosa resucitará el romance que con lágrimas en los ojos por fin admitirá la deliciosa Viviana Nunes; y los hinchas de la U perdonarán su traspaso a Colo Colo; y el diccionario popular seguirá utilizando otras acepciones del “Pato Yañez”, ya sea la hora de apretar cachete (¡¡Corre, Corre, Pato Yañez!!) o tirar pa’ Colina con un préstamo (Chuuuu, es que ando Pato Yañez). Y yo me quedaré pensando, Yañez, por qué tan serio comentando fútbol, si el personaje ya se comió a la persona. Si no puedes escapar del ahora sin la velocidad que corrías con el 7 en la espalda. Si no eres ejemplo, acaso, de que un hombre no puede driblear su destino.

…Y así agradeceremos siempre al mítico Pato Yañez. Por demostrarnos que nada es suficientemente grave y que la vida es tragicómica aun en los momentos más dramáticos… Y más comedia que tragedia incluso, porque aunque 20 años no es nada, ya no lloramos el papelón del Cóndor Rojas en aquella versión con empanada y vino tinto del Maracanazo, pero seguimos y seguiremos, por los siglos de los siglos, cagándonos de la risa y repitiendo, una y otra vez, ese legado artístico llamado “Pato Yañez”.

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