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LA CALLE

20 de Febrero de 2010

Las violentas prácticas de la tribu secreta de los “sachem”

Por

POR CLAUDIO PIZARRO • ILUSTRACIÓN: MAX BOCK

Durante años han sembrado el terror en los campamentos, pero pocos fuera del scoutismo sabían de ellos hasta que hace dos semanas dejaron a un joven en coma. Algunos la denominan casta, otros derechamente secta. Lo curioso es que pese a sus violentas prácticas todavía hay menores que sueñan con pertenecer a la tribu sachem.

Están literalmente cagados de susto. Y no es para menos. Luego de dejar casi al borde de la muerte a Juan Andrés Bagnara, en un rito de totemización la madrugada del 9 de enero pasado, los 16 scouts del colegio Sagrados Corazones de Viña del Mar que participaron en los hechos apretaron cachete rumbo a la ciudad jardín. Allí, los denominados sachem, una suerte de cofradía compuesta sólo por mayores de 18 años egresados del establecimiento, se han reunido y dado señales de que están más que preocupados. No en vano todos son responsables penalmente y sus familias buscan zafar del tema para evitar que sus retoños pisen la cárcel. Cabe recordar que entre los involucrados, según informó La Segunda, se encuentran un hijo del ex diputado UDI Francisco Bartolucci, un vástago de la familia Bofill, dueña de Carozzi y Ambrosolli, y un hijo del abogado del CDE de la zona, Juan García Bilbao.
-Se sabe que están bastante asustados. Uno de ellos entró a una clínica en Viña por crisis de pánico y otro llegó gritando a su casa que era un asesino- cuenta un alumno del colegio.

EL SECRETO
La mayoría de los scout del colegio Sagrados Corazones, pertenecientes a la tropa Stella Maris, sabía que tarde o temprano Juan Andrés Bagnara sería totemizado. Y lo sabían no sólo porque se tratara de un destacado subjefe de tropa sino porque el joven esperaba con ansias ingresar al selecto grupo de los indios, una tradición que se ha mantenido en secreto por más de 50 años en el scoutismo y a cuyos miembros se les denomina Sachem.
-El sueño de todo scout de mi tropa era llegar a ser indio, ellos tienen la libertad de hacer lo que quieran, nadie les puede decir nada, en el fondo son un secreto a voces -comenta Simón Pesutic, quien participó sólo un año de los scout del SSCC.
El aura de misterio, sumado a la ilusión de casta, es lo que entusiasma a la mayoría de los jóvenes que desean incorporarse al grupo. Es el mismo secreto que entusiasmaba a Bagnara. Es por esto que en el campamento de verano presentía que le podía tocar a él. No se equivocó.
La madrugada del 9 de enero su carpa fue asaltada por un grupo de “indios”. La investigación judicial, encabezada por el fiscal Pablo Fritz, destapó el secreto mejor guardado de los Sachem: su participación en un ritual de corte fascistoide, militarizado y ultra agresivo. En la reconstrucción del ceremonial, efectuada en el Jardín Botánico de la ciudad Jardín, se detalló cada paso del ritual. Allí se supo que Bagnara habría sido sacado de su carpa, arrastrado al sitio ceremonial ubicado a un kilómetro del campamento, donde fue brutalmente agredido por sus “compañeros” durante tres horas y finalmente quemado en sus nalgas con un cuchillo caliente.
Horas más tarde, alrededor del mediodía, Bagnara debía formarse junto a sus compañeros y gritar con orgullo el nombre con el cual había sido bautizado: “Uriel Comprometido”. La presentación en público, sin embargo, no pudo concretarse. Pese al esfuerzo de sus camaradas, Bagnara no resistió estar en pie y se desmoronó dentro de su carpa. Apenas reaccionaba, tenía náuseas y cada vez se sentía peor.
Raúl Verdugo, estudiante de medicina y el miembro más antiguo del grupo, denominado Gran Sachem, decidió llamar a un familiar médico para que lo instruyera sobre cómo realizar un examen neurológico. Bagnara no supo precisar qué día era ni menos identificar la cantidad de dedos que Verdugo le señalaba con su mano. Era evidente que tenía comprometidas sus facultades cognitivas. De inmediato el pánico se apoderó del campamento. A eso de las 5 y media de la tarde decidieron trasladar al joven a un centro asistencial.
Una hora y media más tarde Juan Andrés Bagnara ingresó a la clínica Los Andes de Chillán con un severo politrumatismo debido a los golpes que recibió por parte de sus compañeros en el denominado rito de “totemización”. Marcela Carrasco, doctora del establecimiento, comentó a la prensa que el joven ingresó “conciente y caminando” pero que declinó hablar sobre lo que le había sucedido.
-Nunca había visto una persona tan golpeada que permaneciera viva- declaró la especialista.
Horas más tarde el joven entró en coma inducido y posteriormente fue trasladado al Hospital Clínico de la Universidad Católica en Santiago. Esa misma noche los 16 sachem que participaron del ritual que casi le cuesta la vida al joven de 18 años abandonaron el campamento y se trasladaron a sus casas en Viña del Mar. Juan Bagnara ya era un sachem. Un guerrero del camino que casi pierde la vida en el intento.

CAGADOS DE MIEDO
En los campamentos, en mitad de la noche, suele escucharse la arremetida de los sachem. Cuando aparecen nadie puede mirarlos a la cara, y si alguien osa hacerlo se va de golpiza. Todos, sin excepción, deben mirar al suelo y obedecer sus órdenes, que suelen ser impartidas con aindiados verbos infinitivos: salir, parar, correr, callar, etc. Es una tradición que la mayoría de los scout jóvenes -llamados “cara pálida” por los sachem- no comprende, pero que acata sin cuestionamientos. La jerarquía impuesta por los mayores opera sin contrapeso.
-Escuchar los gritos en el bosque, a media noche, es satánico-, cuenta un antiguo scout del Stella Maris.
El sentimiento de terror que viven en las noches ha hecho que muchos hayan decido abandonar el scoutismo. Fue lo que le sucedió a otro joven scout que perteneció al grupo Stella Maris en el año 97.
-Imagínate que tenía 13 años y escuchaba cantos y gritos como si estuvieran torturando a alguien y yo no sabía qué mierda pasaba. Después caché de qué se trataba y me di cuenta que la mayoría les fascinaba el tema y que muchos estaban dispuestos a ser totemizados. Lo encontré indigno, de poco hombres, así que hasta ahí nomás llegué- cuenta.
En rigor, el ritual de la totemización es desconocido por todos los otros miembros de la tropa. Se sabe que los sachem andan con la pañoleta en la cabeza puesta como cintillo y que en ella llevan escrito su nombre de bautizo. Sin embargo lo único que se sabe a ciencia cierta, por los alaridos nocturnos de los iniciados, es que a todos “les sacan la chucha”. Lo curioso es que no son pocos los que están dispuestos a pasar por el rito.
-Si es como salir a jugar a ser agentes de la CNI- reflexiona el mismo ex-scout.
El sentimiento de impunidad en los campamentos es generalizado. Una sensación que ha perdurado en el tiempo y que se remonta a varias generaciones de scouts (ver recuadro). Un antiguo miembro de la agrupación, estudiante del colegio jesuita seminario de Chillán en el año 1965, asegura que la totemización es un asunto tan añejo como el propio scoutismo. A pesar de los años el ritual se mantiene intacto.
-Me acuerdo que llegaban en la noche cuando uno estaba durmiendo, llegaban encapuchados tipo Ku Kux Klan, nos sometían a bastante estrés, teníamos que comer comidas asquerosas, nos golpeaban y debíamos hacer pruebas extremas. Lo peor de todo era que hacían guardar el secreto instalándole a uno la idea que era una cuestión de honor cuando actuaban sobre seguros y en superioridad numérica- recuerda.
Para este antiguo scout el problema no sólo radicaba en el rito en sí sino en el beneplácito con que las autoridades educacionales tomaban el asunto.
-Lo que a mí me molesta es que en esta cuestión hayan estado metido sacerdotes, que eran como los jefes de tropa y que incluso algunos participaban. Entonces, no se ve la parte cristiana ahí- cuenta.
La pregunta cae de cajón: ¿cómo esta tradición ha perdurado tanto tiempo sin que los establecimientos no se hayan pronunciado al respecto, o, en algunos casos, incluso la hayan avalado?
Esto es precisamente lo que alegaron un grupo de ex scout de los SSCC de Valparaíso -posteriormente fusionados con su homólogo de Viña del Mar-, luego de poner en conocimiento a las autoridades del establecimiento sobre algunas irregularidades que presenciaron en los campamentos. En una carta fechada en Septiembre del año 2008, dirigida a los padres y apoderados, se detalla que existen “actitudes irresponsables de parte de dirigentes que permanecen actualmente en el grupo, entre las cuales se encuentran profesores que compran e ingieren alcohol en campamentos…”.
El colegio, sin embargo, no se dio por aludido y expulsó a todos los firmantes de la misiva. Es tarea del fiscal Fritz, ahora, determinar si realmente existió ingesta de alcohol en el ritual que casi le costó la vida al estudiante.
La percepción entre algunos apoderados es bastante crítica respecto al establecimiento. Verónica Neumann, madre de un alumno de tercero medio, asegura que lo que le sucedió a Juan Andrés Bagnara “no es ninguna casualidad”.
-Esta historia es muy antigua, es algo que iba a pasar en cualquier minuto, esto ha sucedido campamento tras campamento, año tras año, y sencillamente la golpiza se les fue de las manos- relata.
Neumann alega que el colegio no ha estado a la altura de las circunstancias. “Se han orientado básicamente a las cadenas de oración como todo colegio católico, lo que me parece muy bien, pero han tenido muy poca capacidad de reacción real. Aquí hay responsabilidades y no han sido evaluadas como corresponde”, asegura.
Los dardos apuntan al profesor de educación física Víctor Valenzuela, también sachem, quien estuvo a cargo del grupo pero que no habría participado del ritual.
-A este tipo lo tienen que echar- asegura Neumann.
Los ánimos en el establecimiento están más que caldeados. Hay quienes piensan que el asunto va a quedar en nada, y ya han creado un grupo en facebook para hacerles la guerra. Se denomina “Juan Bagnara…!!! Los cobardes a la Cárcel!!!”. Y hay quienes también creen que este es el fin de la tropa Stella Maris.

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