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Nacional

22 de Mayo de 2010

El mejor discurso que he escuchado

Pepe Lempira
Pepe Lempira
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POR PEPE LEMPIRA
Para ser honestos, que cada cual que se reconozca a sí mismo. Por mi parte, soy de los que no le creen a Sebastián Piñera ni cuando dice “hola”. Lo siento. Una vida entera de leer los diarios me ha llevado a discriminarlo de esa manera. Y, seguramente, cometo una gran injusticia al dejarme llevar simplemente por sus antecedentes, por sus recurrentes episodios de reincidencia de cuello y corbata, por sus obsesiones especulativas, por su publicitaria manera de hablar, por su uso de refranes y eslógans hasta para ir al baño. También me cuesta olvidar -por qué no aceptarlo- su mero deseo de ser presidente. Esa compulsión que -dice el mandatario- lo tiene preparándose para asumir el cargo desde hace 20 años, pero que parece pillarlo desprevenido, una vez investido con la banda presidencial. Y, no olvidemos, sin tener programa de gobierno por escrito, a pocos días de las pasadas elecciones.

Sí, es verdad, no le creo nada de nada al presidente. Pero, con todo, no odio a la persona. Eso sería como detestar a un niño deshonesto que no puede gobernarse. Una desproporción. Así que siempre espero que lo haga, que se gobierne, para que pueda gobernar el país. Y, evidentemente, Piñera hace el esfuerzo, así que lo respeto con toda mi alma.

Supongo que ese intento presidencial de alcanzar el autocontrol es lo que se trasunta en su permanente incomodidad corporal, en sus tics y en la manera en que retuerce el cuello, como si estuviera atrapado en una cruel máquina de tortura.

Viendo su sufrimiento, cómo no sentir compasión. Cómo no darle una oportunidad. Creo que si lo veo en la calle, lo abrazo y le digo: “tú puedes”. Y supongo que el mismo sentimiento es el que mueve, por ejemplo, a Evelyn Matthei, al afirmar que la cuenta anual de ayer fue “el mejor discurso que he oído en mi vida”. Ella, alma caritativa, siente el padecer de nuestro Presidente y olvida las ofensas pasadas. Deja a un lado tonterías sin importancia, como que Piñera haya gastado algunos años de su vida en convertirla en un cadáver político y que la rivalidad (espionaje telefónico de por medio) la haya llevado que abandonar RN como una leprosa, tras tanta maniobra de su travieso amigo.

Así que, siguiendo el ejemplo de Evelyn, hagamos borrón y cuenta nueva. Concentrémonos en la coyuntura actual, antes de que los diarios de hoy se conviertan en envoltorio para empaquetar pescado fresco.

EL PAPEL OLVIDADO…

¿Qué tal estuvo la cuenta del Presidente en el parlamento? A mí me gustó, pero reconozco que por razones bastante frívolas.

Me encanta que, siendo el primer presidente derechista electo democráticamente en casi medio siglo, se pare en la testera y lea el programa de la Concertación. Me gusta, aunque unos me digan que fue un acto de encantamiento y, otros, insistan en que Piñera es un suplantador. Incluso he escuchado que al mandatario lo pilló el tiempo y tuvo que improvisar, leyendo un papel que encontró olvidado en el podio. Pero, aunque así sea, el acto es un bofetón de justicia en los mofletes de la dirigencia concertacionista, por olvidar tan importante documento en el mencionado podio y no haberlo llevado a La Moneda cuando tuvieron la oportunidad.

Y, en último caso, qué clase de Concertación era esa, cuyos planes de gobierno resultan completamente intercambiables con los del primer Berlusconi que se les cruza en el camino. Así que, bravo por Piñera.

Aún así, estoy algo preocupado por el razonamiento lógico de su excelencia. Por ejemplo, dudo que entregar un bono de bodas de oro sea un incentivo para que las parejas jóvenes concurran al Registro Civil a contraer matrimonio. Menos entiendo que, como autoridad pública, Piñera esté preocupado de que los niños nazcan fuera del matrimonio, cuando por ley ya no existen distingos entre “hijos legítimos” y “naturales”. También, espero que se corrija la intención de equiparar a nuestro país con Checoslovaquia. Comencemos a mirar más alto, y usemos -de una vez por todas- a la Atlántida como referente de crecimiento económico. Los chilenos somos capaces de mucho más.

Pero son detalles menores que se pueden pulir. La ciudadanía debe entender que este traspaso de gobierno es difícil. Puede compararse con la rehabilitación de un toxicómano: El mandatario entrante debe tratar de superar su voracidad y sus compulsiones. O por lo menos intentar que no se noten demasiado. Y la coalición saliente, se encuentra postrada en la fase de síndrome de abstinencia, dando alaridos amarrada a un catre.

Algunos consejos oratorios finales: No se ve bien eso de repetir varias veces que Chile debe aumentar su tasa de natalidad. Sobre todo cuando no hay mucha salud y educación que ofrecer a esas guaguas. Suena a que hay que bajar el precio de la mano de obra… En el caso de los mapuches y la cultura, mejor no nombrarlos, que decir: “iba a hablar de esos temas, pero mejor no”. La gente puede superar que se la ignore, pero resulta más difícil cuando se les refriega en la cara.

Con todo, concuerdo con Evelyn, es el mejor discurso que he escuchado en mi vida.

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#21 de mayo#cuenta#Piñera

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