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Nacional

2 de Junio de 2010

Sindicato de periodistas de La Nación clama para que su diario no desaparezca

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DECLARACIÓN PÚBLICA:
Con 93 años de vida, el diario La Nación se enfrenta hoy a un escenario que puede concluir con su muerte. Luego de una ronda de conversaciones que tuvo el Sindicato del Área Periodística de La Nación con diversos parlamentarios, el próximo miércoles 2 de junio el Congreso Nacional debatirá el dilema de este medio de comunicación, en una sesión especial.

Muchas de las críticas que se han realizado a La Nación son compartidas por sus trabajadores, pero éstos se oponen al cierre de un medio de comunicación que ha sido un aporte a distintos sectores sociales, en un contexto negativo para el pluralismo informativo.

El Sindicato del Área Periodística plantea que hoy está la oportunidad de dotar a este diario de un estatuto público, discutido por todos los sectores sociales y políticos, que de garantía de su imparcialidad y transparencia.

Con resguardo de las diferencias, la condición legal y administrativa de TVN que está determinada por una ley que la obliga a seguir ciertos lineamientos que no cambian con los sucesivos gobiernos, un diario público también puede regirse por una estructura legal que permita una administración profesional y plural, con proyectos que permitan su desarrollo.

El Sindicato del Área Periodística de La Nación aboga por un diario público que responda a estándares de calidad, pluralismo y transparencia, y que compita por sus lectores con los mismos recursos periodísticos que el resto. Es la independencia y el profesionalismo de sus trabajadores los que darán credibilidad y permitirán encontrar sintonía con la ciudadanía.
La necesidad de un medio público

En Chile, la prensa escrita funciona como un duopolio, el 92% del mercado está concentrado en dos propietarios: Copesa y El Mercurio. Si bien ambos consorcios periodísticos tienen el legítimo derecho de profesar su propia línea editorial, éstas no representan a todos los sectores de la sociedad chilena. Son medios que basan su negocio en la publicidad y ésta, por definición, busca la masividad y homogeneización de los discursos, fuertemente centralista, dejando fuera de sus páginas la riqueza cultural y de ideas del país. Refuerzan el centralismo y abandonan la realidad local.

En este escenario, el surgimiento de nuevos medios escritos es casi imposible, pues debe competir con gigantes que tienen cautiva a la publicidad de las grandes cadenas de comercio y empresas. Necesitarían espaldas económicas demasiado grandes para disputarles la publicidad y un espacio del mercado.

La Nación escapa a ese dilema porque cuenta con el financiamiento del Diario Oficial, que en la década de los 30 fue anexado al primer medio de comunicación, justamente con la idea de que La Nación no sucumbiera ante la publicidad de la época y tuviera independencia del presupuesto del país. Por la misma razón, se unió la imprenta nacional.

El diario La Nación, que en el pasado fue propiedad del Estado, hoy funciona como empresa privada. El 30% de su propiedad es de privados y el 70% del Fisco. En virtud de ese 70%, el gobierno controla la línea editorial, aunque el 30% tiene participación preferencial.

La propiedad estatal debería obligar a generar un estatuto que garantizara a diversos sectores de la sociedad el pluralismo, la transparencia y el respeto con que la información es trabajada. De esa manera, se podrían incluir distintas miradas y noticias que los demás diarios no imprimen en sus páginas porque su línea editorial se los impide, por sus conflictos de interés o porque su vocación es distinta.

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