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Mundo

19 de Julio de 2010

El Washington Post contra un congresista japonés

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THE CLINIC PRESS
Cada cierto tiempo reproducimos algunas joyas del periodismo alineado, que homenajea el pensamiento monolítico y las verdades oficiales. Normalmente provienen de las agencias de noticias de Corea del Norte, Irán y otros lugares que nadie asocia mucho con la libertad de prensa. Algunas de estas notas están escritas en un pulido estilo literario, que de por sí resulta florido e interesante para los amantes de la lengua. Otras, foribundas, ofendidas y tajantes, tienen el conmovedor valor de reflejar la intensidad emocional con que un empleado puede llegar a defender las verdades que se le han inculcado. Estas raras piezas de periodismo provoca más desconcierto en la misma medida que al lector le resultan más inverosímiles y exóticas las verdades perifoneadas por el redactor.

¿Pero qué pasa cuando se toma una nota de uno de los periódicos “liberales” más prestigiosos del mundo occidental, como The Washington Post (famoso por haber publicado la investigación del escándalo Watergate y haber derrocado a un presidente de EE.UU. a punta de periodismo en la década de 1970)? En este caso, se trata de una reseña sobre un prestigioso congresista japones, que -descontento con diversos detalles de la explicación oficial- quiso impulsar una investigación parlamentaria japonesa para aclarar la muerte de 24 ciudadanos nipones en los ataques del 11 de septiembre del 2001, ocurridos en Nueva York y Washington.

Independientemente de si se cree o no en los ataques, o de si se descarta como “teoría de la conspiración” las dudas que circulan sobre los hechos, lo interesante es que el estilo de The Washington Post sobre este tema se vuelve tan florido, tajante, ofendido y alineado como el que es habitual en los escritos de las agencias de Corea del Norte e Irán. ¿Cuál es el punto en que periodista puede permitirse adscribir por completo a una verdad oficial, frente a las dudas, aparentemente razonables, de un extranjero? En este caso, el redactor parece haber encontrado su límite:

“Yukihisa Fujita es un influyente miembro del gobernante Partido Democrático de Japón. Como jefe del departamento internacional del PDJ y jefe de la Comisión de Investigación de Asuntos Exteriores en la Cámara Alta del Parlamento de Japón, a la que fue elegido en 2007. Hasta ahora, ha sido el brahmán en el establecimiento de la política exterior de Japón, el aliado más importante de Washington en Asia. Pero, ahora parece pensar que la versión oficial del gobierno estadounidense sobre los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, es un fraude gigantesco.

La idea que tiene Fujita sobre el ataque contra el World Trade Center, que compartió con nosotros en una entrevista reciente, es demasiada extraña, a medio cocer e intelectualmente falaz, como para merecer una discusión seria. Se pregunta si era realmente el trabajo de terroristas. Sugiere que fuerzas oscuras aprovecharon de conocimiento previo de los ataques y beneficiaron de compra/ventas en los mercados bursátiles. Incluso pregona la fantástica idea de que ocho de los 19 secuestradores están vivos y sugiere que fueron demoliciones controladas en lugar de fuego que provocaron los derrumbes de las Torres Gemelas. Sobretodo, asegura, en el caso del colapso del edificio número 7 del World Trade Center, de 48 plantas, que se encontraba junto a las torres gemelas.

Como es el caso en casi cualquier desastre, cuya escala y alcance asumen proporciones históricas, los acontecimientos del 11 de septiembre han generado una subcultura floreciente de teóricos de la conspiración, tanto en EE.UU. como en el extranjero. Lo insólito, en cuanto al Sr. Fujita, es que puede ser tan susceptible a la imaginación de los lunáticos, un hombre que ocupa tan notable posición en la nación de la segunda economía del mundo.

No tenemos ninguna razón para creer que las opiniones del Sr. Fujita son ampliamente compartidos en el Japón. Sospechamos que no lo son y que muchos japoneses se sentirían avergonzados por las opiniones de Fujita. Su propuesta hace dos años, que Tokio llevase acabo una investigación independiente sobre los atentados del 11 de septiembre, en el que murieron 24 ciudadanos japoneses, nunca llegó a ninguna parte. Sin embargo, sus opiniones, enraizadas en una creciente desconfianza profunda de los Estados Unidos, parecen reflejar una variedad de sentimiento anti-estadounidense que corre por el PDJ y el gobierno del primer ministro, Yukio Hatoyama.

El primer ministro, Hatoyama, elegido el pasado verano, ha hecho llamados por una relación más “madura” con Washington y el estrechamiento de los lazos entre Japón y China. A pesar de que ha reafirmado mantener la larga alianza de Japón con Estados Unidos, que sigue siendo la piedra angular de su seguridad, sus acciones y las del gobierno encabezado por PDJ, plantean cuestiones acerca de ese compromiso. Puede ser que suene a frase hecha, pero la alianza Estados Unidos-Japón ha sido una fuerza fundamental para la estabilidad en Asia Oriental durante décadas. Esa relación, y sus beneficios para la región, será puesta a prueba si el Sr. Hatoyama tolera en su propio partido elementos imprudentes, con aversión a los hechos, como el Sr. Fujita.

Como contrapunto a la nota periodística de TWP, presentamos este video, que reproduce el tenor del debate impulsado por el legislador Fujita en el parlamento japonés. En particular, el video registra una sesión a la que comparece del ministro de Defensa local.

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