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Nacional

14 de Agosto de 2010

La batalla por las represas en la Patagonia

Las aguas en la Patagonia están más que divididas. La carretera Austral, por estos días, está tapizada de carteles a favor y en contra de las centrales hidroeléctricas. Hidroaysén y Energía Austral, las grandes transnacionales detrás de los megaproyectos energéticos, han desarrollado un intenso proceso de intervención en la zona. También la campaña Patagonia Sin Represas que agrupa a más de 50 organizaciones, entre ellas Greenpeace,la Fundación Pumalín y el vicariato de Aysén. Pesos pesados que recién se están mostrando sus dientes. Dos visiones de mundo distintas con un gran recurso en disputa: el agua.

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FOTOS: ALEJANDRO OLIVARES
Las aguas en la Patagonia están más que divididas. La carretera Austral, por estos días, está tapizada de carteles a favor y en contra de las centrales hidroeléctricas. Hidroaysén y Energía Austral, las grandes transnacionales detrás de los megaproyectos energéticos, han desarrollado un intenso proceso de intervención en la zona. También la campaña Patagonia Sin Represas que agrupa a más de 50 organizaciones, entre ellas Greenpeace,la Fundación Pumalín y el vicariato de Aysén. Pesos pesados que recién se están mostrando sus dientes. Dos visiones de mundo distintas con un gran recurso en disputa: el agua.


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Los funcionarios de la Dirección de Aguas, DGA, ingresaron con gruesas carpetas a la sede de la junta de vecinos de Villa Cerro Castillo, en el kilómetro 110 de la Carretera Austral, a mediados de marzo del año pasado. La visita era para informar sobre la petición de derechos de aguas que algunos pobladores habían solicitado en el río Ibáñez. En cuanto los empleados de gobierno se instalaron en el lugar comentaron a la gente que los derechos de toda la cuenca del río estaban en manos de Endesa. Los lugareños apenas alcanzaron a reponerse cuando uno de los funcionarios desplegó un mapa sobre la mesa y les aclaró que, además, la cota de agua solicitada por la empresa serviría para la eventual construcción de una represa que inundaría una parte de la localidad.

Los vecinos quedaron atónitos. De un minuto a otro pasaron de pueblo “seco” a localidad anegada.

-Los pobladores del sector de aeródromo, que eran los más afectados, no lo podían creer. Todo el mundo pensaba que era una broma -relata Marcia Álvarez, dirigenta de la agrupación Herederos de la Patagonia.

El proyecto quedó en carpeta al punto de ser tildado por la comunidad como un “plan fantasma”. Sin embargo, hace apenas un mes, volvió a reactivarse. Una nota aparecida el 6 de julio en el Diario Financiero informó que Isidoro Quiroga, dueño de la firma Electro Austral, había comprado los derechos de agua a Endesa y pretendía instalar una central en la localidad con el objeto de generar 150 MW en el Río Ibáñez. Las dudas, desde entonces, se han multiplicado.

-Para mí que Quiroga es un palo blanco de Endesa -acusa Álvarez.

El sentimiento de resquemor no sólo tiene en ascuas a los vecinos de Villa Cerro Castillo sino a gran parte de la población patagónica que se siente pasada a llevar.

-Somos una región que tiene 100 años de historia y una conectividad de apenas 30, es decir, durante 70 años nuestros viejos hicieron patria a punta de hachas, martillos y machetes. El centralismo olvida todo esto -sostiene Sergio Díaz de la “Agrupación de Jóvenes Tehuelches”, una asociación de reivindicación cultural de los antiguos indígenas de la zona.

A la fecha existen al menos una docena de proyectos de centrales hidroeléctricas que pretenden instalarse en la región. Dos de ellos llevan la delantera. Uno corresponde a Hidroaysén, dueños de casi el 90% de los derechos de agua de toda la región, que pretende construir dos represas en el río Baker y tres en el Pascua. El otro pertenece a Energía Austral, filial de la minera suiza Xstrata Copper, que quiere instalar al menos tres represas en el fiordo de Aysén.

Pero el arribo a la zona de las grandes empresas transnacionales no ha sido fácil. El 8 de junio pasado los Jóvenes Tehuelches “funaron” la llegada a la región del nuevo vicepresidente ejecutivo de Hidroaysén, Daniel Fernández.

-Queremos ser la pulga en la oreja, la piedra en el zapato que les va a estar recordando todo el rato cada cosa que están haciendo mal -explican.

Este escenario de incertidumbre ha alertado a las autoridades, que acaban de inaugurar una unidad de Fuerzas Especiales de Carabineros en la zona compuesta por 22 funcionarios, un bus blindado y un carro lanzaguas. En la oportunidad el teniente Elvis Ormazábal aseguró que la razón era restablecer el orden público a raíz de “las manifestaciones de pescadores en Puerto Aysén y proyectándose a lo que pueda pasar con la posible creación de hidroeléctricas en la zona”.

No son pocos los que piensan que el panorama pueda tornarse cada vez más complejo. Lo sucedido en el alto Biobío es una prueba de aquello. Pero la situación por el momento está en calma. Ambos proyectos han sido sometidos al sistema de evaluación de impacto ambiental (SEIA) y entraron en la etapa de respuesta a las múltiples obsevaciones hechas por los servicios públicos. El agua todavía fluye libremente por los ríos de la Patagonia. Por el momento.

RÍO CUERVO

El 1 de septiembre del año pasado Mario Méndez fue tragado por las aguas del río Cuervo y su cuerpo aún no ha sido encontrado. El trabajador, oriundo de Aysén, llevaba seis meses operando como botero para Geologística, una empresa subcontratista que presta servicios a Energía Austral.

-Mario estaba con días libres y lo llamaron para trabajar, nunca le respetaron su descanso -cuenta Tania Gómez, su mujer.

El trabajador, junto a otros cuatro compañeros, estaba realizando labores de topobatimetría con el objeto de medir el caudal del río. A eso de las 11 de la mañana el bote en que se trasladaba colapsó y todos los hombres cayeron en el torrentoso caudal. Sólo dos empleados lograron sobrevivir. Los restantes fueron arrastrados por las aguas y el río sólo devolvió un cuerpo. Mario Méndez y Moisés Aros aún continúan desaparecidos.

La investigación, encabezada por el fiscal Luis Contreras, determinó que ninguno de los operarios contaba con los equipamientos adecuados para trabajar en el río.

-No tenían bengalas ni salvavidas con pierneras, situación que explica el desprendimiento de los chalecos producto de la fuerza del río- asegura Tania Gómez.

Gómez todavía no logra reponerse. Dice que Energía Austral le ofreció 50 millones de pesos como acuerdo reparatorio, pero que no aceptó pues se trataba de un simple seguro contra accidentes.

-Ya se va a cumplir un año de la muerte de Mario y a mi hijo no le han entregado ni un sólo peso- alega.
En la carpeta de investigación del fiscal sobre el accidente se encuentra consignado que la Inspección del Trabajó multó a Geologística y Energía Austral por “no llevar control de asistencia y determinación de horas de trabajo ordinarias y extraordinarias”. También por “no informar a los trabajadores de los riesgos que entrañan sus labores, medidas preventivas pertinentes y método de trabajo correcto”. Consultada la empresa por las circunstancias del accidente, se limitó a decir que el 12 de febrero pasado, el juzgado de Letras, Garantía y Familia de Aysén había fallado reafirmando que Energía Austral había cumplido con “las medidas eficaces y completas exigidas por la Ley Laboral y de accidentes del Trabajo”, en lo preventivo y en la ejecución de las faenas.

Los muertos en el accidente, para los opositores a las centrales refleja la forma en que las grandes empresas trabajan en la zona. Además hay quejas de helicópteros aterrizando en patios de casas, sin cuidar la seguridad de la comunidad.

No es el único escollo que ha debido atravesar Energía Austral en la zona. El proyecto Río Cuervo, una de las tres represas planificadas por la empresa en el fiordo de Aysén, entró al sistema de impacto ambiental el 2 de enero de 2007. Tres meses más tarde, el 21 de abril de aquel año, un fuerte terremoto afectó a la zona generando desprendimientos de laderas que provocaron una ola de 6 metros que mató a 10 personas.

El movimiento telúrico no sólo sembró inquietud en el poblado, también evidenció las posibles secuelas del proyecto energético, como apuntan los críticos. Estudios realizados con posterioridad al sismo detallaron que el epicentro se ubicó a sólo siete kilómetros de la sala de máquinas proyectada en la propuesta original. Lo más preocupante, sin embargo, fue un informe del Servicio Nacional de Geología y Minería, Sernageomin, que demostró que el emplazamiento de la represa estaría sobre una falla geológica conocida con el nombre de Liquiñe-Ofque.

-Es una de las fallas más grandes del mundo, como la falla de San Francisco, y además está rodeada de volcanes. Es un peligro latente hacer una represa allí -explica Hugo Díaz, dirigente de la agrupación ecológica Wallmapu.

Energía Austral, consultada al respecto, señaló que los estudios de base geológicos realizados en la zona concluyeron que las represas se emplazarían no en la falla misma sino en “el entorno” de ella.

-Estos estudios específicos permitieron identificar el escenario y sus respectivas medidas de control, lo cual ha sido debidamente considerado en el diseño, ingeniería y operación de la central- sostiene la empresa.

Pese a los argumentos de Energía Austral, la Corema puso reparos al proyecto. Los servicios regionales plantearon sus dudas: la subsecretaría de Pesca expresó su “preocupación por la intromisión de la marea roja en áreas interiores del fiordo Aysén”, “la pérdida irremediable de flora y fauna de condiciones extraordinarias”. Sernageomin, en tanto, aseguró que el informe de energía austral no consigna un tema sensible como los tsunamis, la desestimación del “efecto del calentamiento global en el derretimiento de masas de hielo y nieve en altura” y “el peligro de avalanchas volcánicas”. Información que para los ayseninos, demás está decir, resultó inquietante. No son pocos los que se ponen en el peor de los casos y elucubran escenarios apocalípticos. Los relatos parecen sacados de alguna película de ciencia ficción.

-Si se produce un temblor de proporciones las capas de los cerros se van a desplazar junto a una gran cantidad de barro y nieve. Esto puede provocar el colapso de la represa o un desbordamiento aguas abajo –teme Díaz.

Eventos de este tipo realmente han sucedido. Y no sólo en Aysén. En octubre de 1963 la represa italiana de Vaiont, una de las más altas del mundo, provocó temblores, en un fenómeno que se conoce como sismos inducidos, provocados por la masa de agua. En Vaiont hubo derrumbes y finalmente una ola gigantesca que arrasó la localidad de Longarone, ubicada bajo la represa, junto a sus dos mil habitantes.

-Si se llega a construir ese embalse, vamos a dormir mirando hacia arriba -augura Hugo Díaz. Luego, pone cara de congoja y suelta: “En cinco minutos desaparece Aysén y ni la Onemi ni el Shoa nos van a poder salvar”.

EL NEGOCIO DE LAS VOLUNTADES

A principios de marzo de este año Silvia Aguilera recibió la beca “Hidroaysén” para estudiar turismo. La muchacha de 18 años figuró en una lista de 20 beneficiados que elaboró la empresa junto al municipio de Cochrane. Silvia tenía razones de sobra para celebrar pero no lo hizo. Su designación, catalogada como prioritaria por la empresa, para su familia responde a otro interés: su hermana mayor, Tatiana, concejal del municipio, ha sido una tenaz opositora a la construcción de las hidroeléctricas. Razón que explicaría el trato privilegiado.

-Lo que más me molesta es esa visión que tienen de la plata como instrumento para comprar conciencias -afirma Tatiana Aguilera, concejal PS de Cochrane.

Pero no todos piensan igual. Hay mucha gente en la localidad que está bastante entusiasmada con el tema. Todo gracias a la robusta billetera de la transnacional que ha hecho generosos aportes a la comunidad.

-Es casi como el manual de Carreño del intervencionismo -denuncia Aguilera.
No todo se ha reducido a becas. Son innumerables los convenios que han firmado Hidroaysén y los municipios locales. En Cochrane, sin ir más lejos, el alcalde UDI Patricio Ulloa ha firmado acuerdos millonarios con la empresa en materia de vivienda, actividades culturales, recreativas, fomento productivo y apoyo social. En total, el aporte privado suma más de 120 millones de pesos.

-Cuando Hidroaysén lanza sus ofertazos llega todo el mundo: los comerciantes, los dirigentes sociales y la gente común y corriente. En el fondo están sobornando a toda la comuna- asegura Tatiana Aguilera.

También la localidad de O’Higgins ha sido objeto de ofertas de la empresa, presentadas como política de responsabilidad social empresarial. Hidroaysén no sólo ha financiado el “programa de conectividad digital” que tiene a todo el pueblo con Internet inalámbrica, sino también se ha preocupado de las mascotas a través de un “plan de atención veterinaria”.

Beneficios que ya no correrán pues a los municipios involucrados en los convenios les corresponde evaluar a la empresa en el marco del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), situación que llevó a Patricio Segura, presidente de la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén, a presentar un recurso ante la Contraloría regional por conflicto de interés, presentación que el organismo acogió a principios de marzo pasado.

Los beneficios siguen entregándose, pero ahora sin intermediarios municipales. Las aguas, en esta materia, están divididas. Mientras en la comuna de Tortel una consulta arrojó que el 76% de sus habitantes se declaró contrario a la construcción de las represas, en Cochrane y O’Higgins son cada vez más las personas partidarias de las hidroeléctricas.

-Mi opinión es que debieran construirse las represas porque acá no hay generación de empleos. Alguien tiene que invertir. Hay que apostar a los privados porque el Estado no ha cumplido su función de generar desarrollo –explica Juvenal Silva, dueño de un minimarket en Cochrane.

Una cosa parecida dice Héctor Espinoza, de Caleta Tortel:

-Acá la única gran empresa es el municipio, ellos tienen el monopolio del trabajo, los que no son de sus colores políticos están fritos. La única oportunidad de trabajo es en el verano, con el turismo. El resto del año hay puros cesantes. Faltan empresas para que los hombres trabajen.

Si de puestos de trabajo se trata Hidroaysén asegura que, de concretarse la construcción de las represas, generaría alrededor de 7 mil empleos en un peack de 12 años. Una cifra aparentemente auspiciosa pero que, en rigor, debido a la escasez de mano de obra calificada en la zona, reduciría drásticamente el número de beneficiados en la región. Como medida de mitigación ante el arribo de tanto forastero la empresa contempla construir campamentos “autocontenidos”, o sea, una suerte de ciudades satélites totalmente cerradas. Alternativa que no convence a los ambientalistas.

-En menos de cinco años van a doblar la población de toda la provincia de Capitán Prat. ¿Dónde los van a meter? El impacto sobre los servicios es tremendo -asegura Peter Hartmann, director regional de la ONG Codeff.

Otro punto cuestionado tiene que ver con la remoción de escombros. Se estima que la construcción de las represas requeriría instalar un gigantesco relleno sanitario para albergar las cerca de 7 mil toneladas de desechos que se removerán en las faenas. El lugar contemplado para el acopio estaría ubicado a sólo 4 kilómetros de Cochrane.

Y esto sin contar los efectos paisajísticos que provocaría la instalación de más de 2.300 kilómetros de cables desde la confluencia del Río Baker con el Chacabuco hasta Melipilla, atravesando nueve regiones.

-Tengo la certeza que el único patrimonio que tenemos es la tierra limpia, libre de contaminación visual, con sus ríos no intervenidos, sin pesticidas. Estas inmensas torres en medio de paisajes maravillosos son como una bofetada al sentido común -alega el agricultor Sergio de Amesti.

La postal llena de torres de alta tensión rodeando parajes idílicos se ha transformado en el caballito de batalla de la campaña Patagonia sin Represas, que agrupa a más de 50 organizaciones, entre ellas Greenpeace, la Fundación Pumalín y el vicariato de Aysén. Precisamente este último, a través de la carta pastoral del agua, firmada por el obispo Luis Infanti, se ha transformado en uno de los más enconados opositores a las hidroeléctricas. “No pueden servir a Dios y el dinero”, fue el recado que envió el obispo “verde” a las empresas transnacionales.

Hidroaysén sostiene que no existe incompatibilidad entre el desarrollo energético y el valor ecológico de la región. Para ello tienen presupuestado el mejoramiento de 187 kilómetros de la Carretera Austral, implementación de ocho miradores, habilitación de 24 kilómetros de senderos y la creación de al menos tres centros de información turística en la región. La idea, argumentan, es poder compatibilizar ambos aspectos, como lo han hecho países como Noruega y Nueva Zelanda.

Los ambientalistas, en tanto, aseguran que el concepto de “Patagonia Pura”, instalado como referente de desarrollo regional, pretende rescatar una zona escasamente intervenida por la mano del hombre.

-Nuestra política no es ponerle alambre de púas a la región y que nos importa un carajo lo que pasa con Chile, ese no es el tema. Lo que queremos es que el país se desarrolle pero sobre la base de las particularidades sin que los territorios mueran en el intento. No podemos hacer mierda la Patagonia por una coyuntura -sostiene Patricio Segura, de la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén.

La coyuntura a la que alude Segura es el principal foco de tensión: ¿para quién, en el fondo, es la energía? ¿Quién se beneficiará de ella? Hidroaysén sostiene que alimentará en un 60% a los hogares, alumbrado público y microempresas. Patagonia sin Represas asegura que gran parte de los 2750 MW de capacidad instalada que pretende conseguir Hidroaysén con sus cinco represas irán en directo beneficio de la nueva minería, es decir, a proyectos que todavía están en carpeta como, por ejemplo, Pascua Lama, el enclave minero de Barrick Gold, o bien, aquellos que han solicitado ampliación extractiva como la minera Los Bronces de AngloAmerican, Pelambres de Antofagasta Minerals, Codelco División Andina y El Teniente, entre otros.

Panorama que tiene más que mosqueados a muchos patagones. Peter Hartmann, director de Codeff en la región, alega que además de entregarle el agua gratis a las hidroeléctricas las mineras tampoco “dejan ni uno al país”. “Hay que ser muy huevones para permitir algo así”, se queja.
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