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Poder

21 de Mayo de 2011

Fue solo un mero trámite

En esa columna, Mónica Salinas, la primera denunciante que se atrevió a relatar públicamente los abusos de la madre Paula de las ursulinas, cuenta la llamada que recibió de la Iglesia para reunirse con ella. Aquí cuenta cómo le fue.

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Dos semanas después de haber entregado al país mi doloroso testimonio de abusos de la monja Paula, en una entrevista en TVN, recibí una inesperada llamada telefónica en mi hogar. Era el vicario para la educación, don Juan Francisco Pinilla Aguilera, el que con una voz muy cordial y educada, me planteó lo interesada que estaba la Iglesia en investigar y establecer la verdad en los hechos que había denunciado. Agregó que había sido el obispo Ricardo Ezzatti quien lo había designado y que pasaría por mi casa el lunes de la semana siguiente. Sin más comentarios, le dije que estaba dispuesta a conversar con él.

Por Mónica Salinas *

En las primeras horas de la mañana del viernes 15 de abril, al día siguiente de solicitar tan amablemente la reunión, me enteré por la prensa que el señor Pinilla había declarado en un diario de circulación nacional que en mi caso no se podía hablar de abuso, es decir, previo a la diligencia manifestó tener ya una opinión sobre lo ocurrido. Pocos minutos después me llamó tratando de convencerme que él no había emitido dicha opinión al periodista autor de la nota.

Le dije que no tenía sentido que nos reuniéramos, porque él ya estaba con una predisposición subjetiva sobre el tema y conocía todas las respuestas, por lo que sentía su falta de confianza en mi testimonio. Me dijo que viajaría ese mismo día a mi casa y me reiteró de muchas formas y con gran elocuencia que confiara en él. En fin, acepté recibirlo.

En horas de la tarde, lo recibí en mi casa, con cierta desconfianza y mi marido presente en todo momento. No me sentía segura frente a este emisario del arzobispo.

Iniciada la conversación y luego de explicarnos que “su investigación tenía por objeto conocer los hechos y circunstancias en vistas a su verosimilitud e imputabilidad, para alcanzar una convicción sobre el posible delito y presentar su conclusión al señor arzobispo” (nos exhibió el decreto firmado por el señor Ezzati), le narré todos los hechos relacionados con mi paso por el colegio y de cada una de las situaciones complejas que viví como alumna junto a la madre Paula.

Fue muy duro, triste y doloroso recorrer nuevamente cada uno de esos momentos y contárselos a un extraño, el que por momentos frente a mis quiebres aparentaba conmoverse con lo que le contaba. Incluso en un momento del relato, uno de los más duros, le dije que yo también formaba parte de la Iglesia, que la Iglesia es madre de todos, y que sentía que en ese papel de madre para nada me había acogido como hija. Él me contuvo, y en esos momentos, aparentemente, rezaba por mí.

Terminada la entrevista sobre los temas que yo había denunciado, él me hizo sentir que me había creído, que estaba conmigo.

Después hablamos de otros temas, todo esto hábilmente manejado por el señor Pinilla. Me habló de la literatura que yo leía en esa época y me hizo evocar mis momentos más cercanos a la Iglesia en mis tiempos de niña y adolescente.

Antes de irse de la ciudad, nos entregó un acta de la entrevista en la que recibió la “ampliación de la denuncia” hecha por mí en TVN, dejando constancia que “los hechos centrales de la denuncia han sido corroborados y ampliados en esta investigación”.

Hoy, al conocer las declaraciones de Ricardo Ezzatti, diciendo que la investigación concluyó sin sanciones y que la respuesta fue entregada a la fiscalía, me siento francamente engañada, dolida, enojada, impotente y -sobre todo- violentada nuevamente por integrantes de la Iglesia, a quienes en nada les interesa una niña, adolescente y mujer abusada y manipulada; a quienes resulta conveniente ocultar la verdad sobre una monja claramente desviada, con el mísero propósito de resguardar sus intereses terrenales.

Con esto, me queda claro que Juan Francisco Pinilla conversó conmigo sólo para cumplir con un trámite: decir que la Iglesia investigó, pero nada más. Sin dudas fue sólo eso, un mero trámite, porque el asunto lo tenían resuelto antes de entrevistarme, según lo declaró anticipadamente el señor Pinilla a la prensa y cuya declaración él desmintió.

Lamentable, con sus acciones, estas personas agotaron mis últimas reservas de confianza en ellos, hombres y mujeres que dicen ser representantes de la Iglesia en la tierra.

* Denunciante de abusos de la madre Paula de las ursulinas.

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