Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

21 de Mayo de 2011

Vecinos 1 – Chile 0

La semana pasada, el presidente peruano Alan García celebró públicamente el último triunfo de su cancillería: finalmente dejó a un costado a Ecuador en el pleito contra Chile en La Haya, un país que defendía públicamente (como nosotros) el carácter limítrofe de los tratados pesqueros que unen a los tres países. Pero Lima no logró […]

Nicole Etchegaray
Nicole Etchegaray
Por


La semana pasada, el presidente peruano Alan García celebró públicamente el último triunfo de su cancillería: finalmente dejó a un costado a Ecuador en el pleito contra Chile en La Haya, un país que defendía públicamente (como nosotros) el carácter limítrofe de los tratados pesqueros que unen a los tres países.

Pero Lima no logró en realidad su meta. Lo que le convenía a Perú era firmar un nuevo tratado marítimo con Quito previa negociación sobre algunos puntos en pugna. De esa manera, dos de los tres países firmantes de los tratados de 1952 y 1954 habrían evidenciado la necesidad de realizar un acuerdo fronterizo adicional.

La jugada perfecta fue en realidad la ecuatoriana. Con la amenaza de defender la posición chilena a través del envío de un “téngase presente” al tribunal de Bruselas, sin costo alguno Ecuador logró que Perú ratificara en un 100% su posición en torno a la frontera marítima y sin negociar tratado alguno. Eso es maestría.

Pero así como hay un ganador indiscutido en esta “competencia diplomática”, también hay un claro perdedor. Y no es Perú, sino Chile. Así como García tenía su propia agenda en torno al gobierno de Rafael Correa, Chile debía conseguir su apoyo explícito en el juicio, algo que ahora queda completamente descartado.

No es extraño este fracaso. Chile enfrenta el peor escenario vecinal desde el regreso a la democracia. En las últimas semanas, el gobierno de Sebastián Piñera ha dejado en evidencia su falta de precaución y muñeca para manejar los asuntos pendientes con los vecinos. Es cierto que mientras la Concertación gobernaba explotó la demanda peruana en La Haya, pero al menos teníamos un solo frente. En cambio con Bolivia, el país que permanentemente apuntaba con el dedo a Chile, la cercanía llegó a niveles inéditos. Hoy el clima es opuesto y el gobierno de La Paz invierte inusitada energía en la preparación de una nueva demanda que nuestro estado deberá responder ante tribunales internacionales.

Chile siempre supo que para los bolivianos la famosa “agenda de 13 puntos”, era en verdad, el tema marítimo más doce acompañamientos. Y Evo Morales advirtió que tras años de negociaciones poco fructíferas, esperaba finalmente una propuesta concreta en torno a su mediterraneidad.

Cumpliendo los pronósticos, Piñera no respondió. El resultado es que hoy Bolivia afina su artillería contra Chile y tiene de su lado el respaldo ciudadano, a varios ex presidentes y la simpatía internacional.

No hay duda de que aquí hay, además de impericia, problemas heredados y otros estructurales, como la situación interna en Bolivia. Gracias a su amplio respaldo popular, sus credenciales nacionalistas y su pragmatismo político en materia internacional, Evo Morales fue el único presidente boliviano con el cual Chile logró sentarse a negociar seriamente y recomponer en alguna medida la confianza. Sólo un líder con enorme capital político era capaz de tener un trato cordial con el enemigo histórico que les arrebató el mar.

Pero el escenario en Bolivia dio un vuelco. Tras años de silencio, los movimientos sociales resucitaron. El gobierno de Morales se ha debilitado y Evo requiere con urgencia de acciones populares, como el antichilenismo y el endurecimiento del discurso reivindicador. Pero no nos engañemos, éste era un escenario previsible. Y la respuesta boliviana era evitable.

Además, si se trata de acusar al mal clima interno del vecino, podemos comenzar por casa. En Chile el chauvinismo también une. Por eso, es necesario un sólido respaldo popular para abrirse a discutir una cesión territorial. No es casual que Michelle Bachelet haya sido quien tendió un puente hacia Bolivia. Piñera carece de ese capital político. Su falta de popularidad hace muy poco probable una actitud solidaria con Bolivia.

El resultado es el regreso a la tradicional alianza Perú-Bolivia, cuyo principal eje de unión es la rivalidad con Chile. Sólo falta que Argentina decida resolver el espacio fronterizo pendiente en Campos de Hielo a través de un tribunal internacional para terminar de complicar el escenario. Afortunadamente, Cristina Fernández tiene otras preocupaciones en mente. Pero dada la falta de previsión de nuestra cancillería, es mejor no dar nada por supuesto.

Temas relevantes

#Etchegaray#Países#Vecinos

Notas relacionadas