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Opinión

10 de Julio de 2011

“Farkas es el nuevo Ballero”

Ballero pasó de ser un escolar tímido de Viña al primer chico reality, símbolo de la televisión desechable, cuando en 2003 ganó Protagonistas de la Fama y se le subieron los humos a la cabeza: tuvo un contrato millonario con Telefónica, se compró un Mercedes, se operó cuatro veces la cara y tiró cheques como malo de la cabeza. Hasta que se dio un porrazo y apareció llorando en la tele por sus deudas. Para septiembre del 2008, cuando dió esta entrevista, se encontraba cesante, recién casado, había subido 12 kilos en un mes por los arrumacos culinarios de su esposa rusa y estaba arrepentido de haber sido, como dice él, “un saco de weas”.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

¿En qué estabas hace 10 años?
-Estaba en primero medio. Nos habíamos cambiado recién desde el sector Agua Santa a Reñaca. Fue un cambio social. Me cambiaron los amigos. Y me empecé a socializar más, porque pasé de ser el tímido a tener más personalidad y a interesarme en temas de política.

Eras piñerista. ¿Lo ves hoy cómo futuro Presidente?
-Más allá de ser de Piñera o ya no ser de él, soy de centro derecha. Para mí sería muy difícil apoyar a alguien de la UDI, prefiero mil veces a un concertacionista. Aunque cuando la gente lleva mucho tiempo se aprenden las mañas, empiezan a recortar, se aprovechan de las situaciones, del poder y comienzan a robar… Eso ocurre siempre. Por eso es buena una alternancia.

¿Qué piensas de Farkas?
-Farkas es el nuevo Ballero. El fenómeno es muy similar a mí. Son personajes súper distintos al chileno común y corriente. Cuando salí de Protagonistas de la Fama, la prensa, e incluso mis amigos, me trataron como el no chileno, como el tipo que parecía más argentino por su seguridad y que llegaba a ser pedante, pero por ser directo y decir las cosas en la cara. El chileno de los años 90 no estaba acostumbrado a este tipo de personajes. Por ejemplo, venía Zamorano y lo molestaban por usar ropa italiana. Pero el chileno ha evolucionado harto.

¿En qué?
-Si tú vas al Balthus, te das cuenta que ahora al new rich no le da vergüenza andar en un Porsch. Pero antes el chileno era re conservador. No podía andar en un auto que no fuera un Mercedes y no pensaba comprarse un Ferrari, pero no porque no quería, sino porque lo encontraba rasca. Es que el chileno es arribista en todos los aspectos. El pobre habla del cuico pedante y el rico del chulo flaite. Y siempre está el ser chaquetero. Por eso, lo que representa Farkas es la liberación de decir “soy rico, me va bien y qué importa”. Es la típica mentalidad del gringo de Miami, que anda en descapotable ostentando. Y en Chile, por ganar un poquito más, te empiezan a tirar mala onda. Él ha demostrado no tener vergüenza frente a eso. En cambio, Piñera es un millonario conservador, que prefiere andar en los autos de sus amigos cuando va a una reunión de prensa, para no mostrar su Mercedes. Farkas es todo lo contrario, es un rockstar.

“YO ROTEABA A TODOS”
Fuiste famoso y ganaste dinero, ¿De qué te arrepientes?

-De miles de cosas. Como cuando trataba a todos de rotos. Incluso, una vez en un reality que se iba a hacer en Perú, hice el comentario de que “uyyy, que hay cholitas bonitas”. Fue todo un tema en Perú. Esas cosas nunca las hice para captar más tele ni prensa. Porque siempre fui así, desde chico. En mi casa me echaban de la mesa porque decía una verdad, pero de manera desubicada. Decía esas verdades que nadie quería decir ni escuchar. Es que en este país tú tienes que ser muy parcial, muy políticamente correcto y responder lo que la gente quiere oír. Eso trato de matizarlo con mi verdad, pero no como lo que hacía antes, cuando roteaba a todo el mundo y trataba de ordinario.

¿Qué te hizo cambiar?
-Entender cuando sólo criticaba por criticar. Por ejemplo, cuando hablaban mal de mí, decía que me trataban así porque el chileno es así… Cuando de verdad yo estaba haciendo algo mal. Y ahí hice mi propio análisis y me di cuenta que estaba fallando. Antes me creía lo máximo y no hay nada peor que el tipo que se cree la raja, como lo hacía yo. Y aunque ahora me siga creyendo lo máximo, ya no lo voy a decir, ¿me entendís? Que me crea superior al resto es un tema propio que no encuentro malo. Pero hay cosas que no podís decir nomás. Y yo no puedo decir que me creo la raja porque es mal visto que uno diga eso. Aprendí a tener filtro y entendí que la gente no es inferior porque quiere, sino porque no tiene acceso.

¿Y a quién le has ganado para que te creas superior?
-Soy un personaje narcisista. Es mi naturaleza. Es una lucha constante, porque no le encuentro nada de malo. Las caídas te enseñan mucho.

¿Cuáles han sido tus peores caídas?
-Yo toqué fondo un poco, pero nunca toqué fondo-fondo, porque nunca me vai a ver en Primer Plano hablando de mi consumo de drogas o que estuve pidiendo dinero porque estaba enfermo de borracho. Porque, gracias a Dios, no tomo ni fumo. Y cuando ando muy bajoneado y ando triste me he fumado uno que otro cigarro.

Igual te vimos llorar en Vértigo porque querías suicidarte por no salir en la tele y no tener plata.
-Me arrepiento absolutamente de eso. No correspondía hablar. Estuvo mal que llorara, fue hasta patético. En mi casa no me dijeron nada, porque yo me había alejado de ellos pues pensaba que querían colgarse de mi fama y sacarme plata. Se me habían subido los humos a la cabeza. Fue en un momento que estaba mal. Había aparecido en la portada de LUN que yo había quebrado económicamente y eso era verdad. Porque a mí no me pagaron el segundo año de Teléfonica. Contaba con 46 millones y de un día para otro no me los pagaron. Había tirado cheques y vi que no tenía ni uno en el bolsillo. Todos dijeron que había gastado la plata en un tiempo récord, pero no fue tan así. Compré cosas para mi casa y pensé en comprarme una, pero no me dieron el crédito hipotecario porque no tenía antigüedad laboral.

¿Qué lujos te diste?
-Hartos, pero la mayoría se los daba a los demás. Invitaba a mis amigos y mi familia y podía gastar 200 lucas en un restorán o les regalaba anteojos de marca. Menos mal que no fue tan grave cuando quebré. En el momento fue heavy, porque para un pendejo de 19 años contar en su chequera con 50 millones y ser un new rich y un día no tener nada, es fuerte.

Supongo que sí.
-Pensé que la vida terminaba ahí. Dijeron que me habían pagado más de 100 millones. Pero no fue así. Ojalá me hubieran pagado eso. De los chicos reality fui el primero a quien pagaron harto. No era una gran plata. Pero fue heavy ese episodio de cuando salí llorando en la tele. Claro que nunca intenté suicidarme. Yo no quería nada más con la vida, pero no estaba dispuesto a cortarme las venas por estar quebrado. En un momento me vi cagado, pero después me di cuenta que era porque era un pendejo de mierda. Se me habían acabado los 15 minutos de fama y no sabía qué hacer para recuperarla. Me dolió mucho pasar por eso. Por qué cómo no te va a doler: fui el tipo más famoso el 2003, una fama como la de Iván Zamorano o Cecilia Bolocco y la perdí. ¡Y se acabó la plata! ¡Y se acabó el Mercedes! ¡Y se acabó la cuenta con millones! ¡Y se acabaron los aplausos! ¡Se acabó todo!

¿Qué hiciste después?
-Al final, me di cuenta que no se había acabado nada. El golpe fue de una, un aterrizaje forzoso. Hasta el día de hoy sigo pensando en que quiero tener la misma vida que llevaba antes, cuando era famoso. Pero ahora tengo mucho más que antes. Soy mucho más que el Álvaro Ballero de hace cinco años. El Álvaro Ballero de “Protagonistas de la Fama” no era nada en comparación a lo que soy ahora. Hoy, tengo mucho más que entregar en un escenario. Soy mucho más feliz y aunque no tenga plata y esté cesante, tengo todas mis necesidades cubiertas. Antes vivía de la imagen y preocupado por tonteras. Hoy me da lo mismo sacarme la cresta en cualquier pega con tal de pagar este arriendo.

“ME HICIERON CAGAR”
¿Lees la prensa?

-No mucho. Pero hace diez años leía harto. Me gusta El Mercurio, lo encuentro bueno porque tiene muy buenos columnistas, como cuando escribe Büchi o el columnista extranjero David Fischmann. Pero nunca leo policial.¡Me carga! Soy súper sensible y cualquier tema me conmueve y bajonea. Veo algo tóxico y me quedo pegado. Y leo muy poco de internacional, y en el Cuerpo A, algo de política y harto de economía.

¿Qué te parece The Clinic?
-Lo he leído muy pocas veces. Admiro la gente que escribe bien y con estilo, como lo hacen ustedes. Eso es bueno y difícil encontrar. Me gusta su humor negro y la capacidad que tiene para reírse del gobierno militar y de Pinochet, ¡es notable! Tira la grosería con argumento, y eso se agradece. Y es bueno cuando ustedes sacan de contexto a los entrevistados. Me gustaría ser columnista del Clinic. Si puede el Dandy, cómo no voy a poder yo. Además, da estatus andar con un Clinic bajo el brazo, porque hace que te veas más intelectual y artista. Es divertido eso.

¿Y qué opinas de la prensa de farándula?
-Después que me metí, la leía siempre ¡Siempre! La farándula es buena, pero depende del punto de vista que se hace. Por ejemplo, cuando llega a mostrar a Romina Salazar tirándole un calzón a la Belén Hidalgo, ¡es chulo! Pero cuando la farándula es investigación de qué pasó con la vida de… o cuando investigaron a Julio Milostich, lo encontré muy bien. Es muy interesante eso, pero es una lata que estén toda la semana hablando de Romina y Belén.

Tú igual fuiste comidillo para esos programas.
-En esa época aparecía siempre en comentarios negativos. En un momento me tuvieron arriba y al otro, me hicieron cagar. Cuero chancho nunca tienes. ¡Es una mentira, una falacia! Hasta el día de hoy me dicen poto y me da pena.

¿Qué es lo peor que te han dicho en los medios?
-Dicen tantas cosas que en realidad da lo mismo. Antes el público era muy duro conmigo. Era un público específico, entre 18 y 25 años, que ahora es gente que me ama y ha cambiado su discurso hacia mí. Pero antes eran mala onda. Creían que yo era el personaje Ballero todo el día y no se daban cuenta que era un tipo normal y corriente. Pero la gente te ve en la calle, piensa que estai forrado en plata y no es así. Se fija en todo lo que haces y en todo lo que usas. Pero eso es lo de menos. Antes me decían de todo. Literalmente, me desacreditaban con las peores groserías en la calle. Generalmente las respondía, cuando me decían el “uyyyy” o me silbaban, me daba vuelta y les gritaba: “¿te gusto concha de tu madre, hijo de puta? Es que cuando me caliento soy súper garabatero y me pico altiro.

¿Y los comentarios de la prensa?
-Mis entrevistas eran muy weonas. Y yo hablaba puras weás. Además, me creía dueño de la verdad siendo un pendejo. Era un saco de weas.

¿En qué estás ahora?
-Estuve trabajando en Manager On Line con Roberto Dueñas. Pero renuncié en buena. Era director de alianza estratégica, una plataforma tecnológica para gente que tenía talento y no tenía dónde mostrarlo. Fui director de casting y me tocó filtrar a muchos Álvaros Balleros. Fue fuerte tener que hacerlo. Eran tipos comunes y corrientes que querían fama.

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