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Cultura

23 de Agosto de 2011

Marcha negra

Foto: Daniela Stevenson “Se oyen miles de pasos, patria y educación, se oyen cementerios de terror”, canta en “Dispara al centro” Angelo Pierattini, entrando a la segunda canción de su último disco, “Pierattini III”. Los versos penden con el vértigo de una torre santiaguina, dilucidando entre el smog caliente que abajo hay mugre y brillo. […]

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Foto: Daniela Stevenson

“Se oyen miles de pasos, patria y educación, se oyen cementerios de terror”, canta en “Dispara al centro” Angelo Pierattini, entrando a la segunda canción de su último disco, “Pierattini III”. Los versos penden con el vértigo de una torre santiaguina, dilucidando entre el smog caliente que abajo hay mugre y brillo. No es profético ni nada: el músico nacional está ocupando con lujos la gran vacante de cronista urbano que le cae al género como guante. Ahora que el rock suele extraviarse exclusivamente en ejercicios lisérgicos, Pierattini se calza el casco obrero.

“Pierattini III” lo lleva de vuelta al viejo y querido power trío. De inmediato surge la comparación con su nave nodriza: Weichafe, Pero al medir al solista con la banda es poco justo. Una: porque Weichafe no fue siempre una máquina de rock directo. “Harto de todo”, el último disco de estudio, incorporó números instrumentales, canciones muy largas y bases electrónicas, en una búsqueda lógica tras diez años juntos. Dos: las composiciones de “Pierattini III” tienen total coherencia con su registro anterior (“Vampiros”), con el gusto por el solo corto y el golpe rápido, sólo que acá está la búsqueda sónica está acotada a un formato familiar. Con tres bastan.

Y de eso va “Pierattini III”. Sale como álbum independiente, con invitados extraídos de Ases Falsos y Cómo Asesinar a Felipes. Arruga el ceño con “Ojos de cristal azul”, gran comienzo para despabilar, avanza hacia lo concreto de “Dispara al centro” (“Y aunque odies peruanos, y aunque te creas mejor, sigues limpiando el piso del patrón”, antes de despacharse un coro kilotónico); pasa a la velocidad de “Grita en vez de hablar; juega con las posibilidades instrumentales en “Pancho” y sus detalles western; trata de leer la ciudad histórica en “Viejos muertos”, ya buscando reposo de avanzar tantas cuadras; “Daniela” aparece como el remanso de ternura al final de este viaje rápido, que apenas se empina sobre los 20 minutos de duración.

Como un Travis Bickle en control de sus impulsos y los dedos en el enchufe, la voz del cantante suena horrorizada de la escoria, pero consciente de su mirada y de lo que entre todo puede pillar. (Apenas, al final de “R. M.” se escucha un sample decorativo). Donde un riff casi cervecero como el que abre “R. M.” puede avanzar hacia una declaración de amor a Santiago, con todas las contradicciones asumidas. “Tiro y vuelvo, de nuevo, a ser el rey de este lugar”, canta. En un contexto donde son pocos los solistas rock asumidos en su espacio urbano -Leo Quinteros es otra excepción-, Pierattini cae parado y conoce los atajos.

“Pierattini III”
Angelo Pierattini
2011, Neko Ediciones.
Disponible en [email protected]

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