Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

24 de Agosto de 2011

Reportaje del 2003 denunciaba que hijo de ex ministro de Educación no pagó beca

El ministro de Educación, Sergio Bitar, lleva meses pidiendo a los morosos que paguen el crédito universitario y que actúen con responsabilidad. Bravo por el ministro. Pero pasa que su hijo, Rodrigo Bitar, fue becado por el fisco para estudiar en Harvard y hace cuatro años debió haber pagado su post-grado. Pese a que este caso llegó al Consejo de Defensa del Estado, la deuda sigue impaga. Rodrigo trabaja en Estados Unidos, y su padre, que es deudor solidario, no se pronuncia. Similar cosa pasa con Magdalena Correa LarraÍn, hijastra del senador y presidente de la Democracia Cristiana, Adolfo Zaldívar.

Por

Mayo y junio fueron meses complicados para el Ministro de Educación, Sergio Bitar. Centenares de jóvenes se tomaron la calle protestando por el crédito universitario. Reclamaban que se cumpliera la promesa electoral de Lagos de que ningún joven se quedaría sin estudiar por falta de recursos. Pero Bitar, ducho en el manejo comunicacional, no estaba dispuesto a quemarse en la hoguera como su antecesora Mariana Aylwin. En medio del debate logró deslindar responsabilidades con mucha eficiencia.

–Si los que han recibido el crédito fiscal, no lo pagan, están faltando a su responsabilidad con el país. Los estudiantes deben cancelar con las rentas recibidas en sus trabajos (…), ya que ese dinero sirve para que nuevos estudiantes puedan ingresar a las universidades.

Su sólido argumento fue profusamente recogido por la prensa. Sin embargo, las palabras del ministro despertaron también las iras de un funcionario de gobierno, quien llamó a The Clinic.

–Les voy a contar algo que sólo ustedes se van a atrever a publicar– dijo a modo de presentación.

“El hijo de Bitar se ganó la Beca Presidente de la República, hizo su magíster y no la ha pagado. La cosa llegó a tanto que los antecedentes terminaron en el Consejo de Defensa del Estado (CDE). Pero cuando el CDE iba a actuar, Mideplán pidió que le devolvieran los papeles y que no se iniciara un juicio. Bitar hijo sigue sin pagar. Y Bitar padre, que es su deudor solidario, tampoco paga. ¿Cómo es posible que le pida a los universitarios responsabilidad si él, que tiene fortuna propia, no paga nada?”

Antes de cortar, el funcionario agregó: “Revisen a los ganadores de esa beca. Se van a encontrar con varias sorpresas”.
Tenía razón. Junto al hijo del ministro, encontramos otro caso similar. El de Magdalena Correa, hijastra de Adolfo Zaldívar, actual presidente de la Democracia Cristiana.

En la gran manzana

La Beca Presidente de la República es una gran oportunidad para cualquier joven. Permite estudiar un post grado donde el postulante quiera. Incluye el pago de la matrícula, las mensualidades y 12 mil dólares al año para vivir. También considera pasajes de ida y regreso a Chile.

Pero la Beca no es un regalo. Es una inversión que realiza el Estado y que está destinada a funcionarios públicos y académicos de todas las universidades del país. El fisco entrega esta oportunidad a cambio de que el favorecido regrese a aplicar los conocimientos adquiridos. La idea es aumentar el nivel de preparación del aparato público y de las universidades. Así, el becario debe “pagar” trabajando en el Estado o en una casa de estudios, y debe hacerlo por el doble del tiempo que duró su beca. De no cumplir este acuerdo, el becario debe devolver los recursos gastados. Si no lo hace él, la deuda la tiene que asumir su deudor solidario, que en general es su padre.

Las exigencias para cumplir este acuerdo son bastante laxas, sobre todo en los plazos. Solicitándolo oportunamente, el becado puede prorrogar en tres oportunidades su parte del trato. Primero por seis meses, después por un año ocho meses y, finalmente, de manera indefinida. Así como suena.

Rodrigo Bitar Hirmas se ganó la “Beca Presidente de la República” en 1997 y partió a estudiar a Harvard. Su elección fue el magíster en Administración que tiene un costo de 72.000 dólares. O si prefiere, poco más de 50 millones de pesos.
Para obtener esta beca, Rodrigo fue patrocinado por la Universidad de Chile, donde, además de ser ayudante, era reconocido como un excelente alumno. Haciendo honor a esos antecedentes, Bitar Hirmas destacó en la exigente universidad norteamericana.

Su beca terminó el 31 de agosto de 1999, fecha en la que debía volver a Chile. Pero no lo hizo. Y nadie sabe con certeza cuándo lo hará. Tras graduarse en Harvard, le llovieron las ofertas de trabajo y él optó por la consultora Violy Byorum & Partners. Con esa experiencia, hoy el hijo del ministro está organizando su propia empresa. A cuatro años de haber terminado su beca no ha pagado ni un dólar de ella.

–Le fue excelente en Harvard, se convirtió en uno de los mejores profesionales. Por eso no fue raro que al momento de titularse le llegaran muchas ofertas de trabajo. Ofertas que eran tan buenas, que eran imposibles de rechazar. No podía venirse. Habría sido una tontera; él tenía que pensar en su carrera y quedarse ahí creciendo como economista– dice José Antonio Ramírez, asesor legal de la familia Bitar.

Con algo de nostalgia, Ramírez agrega: “Aunque, claro, a mí y a su papá nos encantaría que volviera a Chile. Lo echamos tanto de menos. ¡Es que el Rodrigo es tan re buen cabro!”.

En Mideplán –organismo que entrega y regula el cumplimiento de esta beca– explican que “por el momento, Rodrigo tiene postergado el cumplimiento de su compromiso. Está acogido a una glosa que le permite volver más adelante”.

Pero esa afirmación oculta un largo tira y afloja entre Rodrigo, el CDE y Mideplán, que se arrastra ya por cuatro años.
Una funcionaria de Mideplán resume los antecedentes:

–Después que Rodrigo concluyó su beca pasaron seis meses sin que se supiera nada de él. Esto fue demasiado extraño, porque generalmente los becarios se reportan siempre después que terminan sus estudios. Además, cuando necesitan de una prórroga, nos mandan los papeles con mucha antelación.

La funcionaria explica que debieron llamar por teléfono a Estados Unidos.
–Nos comunicamos con él y le dijimos que debía volver al país o solicitar una prórroga por escrito de su compromiso de trabajo en Chile. Ahí, recién la mandó y nosotros de inmediato accedimos a darle un año ocho meses de plazo.
Pero los 8 meses pasaron y el hijo del ministro no volvió a dar señales de vida. En 2001, Mideplán envió su expediente al CDE.

–Llegó ahí porque por segunda vez no se sabía nada de su paradero. Más encima, su prórroga estaba más que caduca. Había que tomar medidas más radicales”, relata con algo de preocupación una fuente interna de Mideplán, quien a pesar de tenerle cariño, reconoce que “a Rodrigo se le ha pasado un poquito la mano”.

En las manos del CDE

Acusado por “no pago de deuda estatal”, Bitar Hirmas pasó a engrosar la listas de morosos que el CDE aprieta con su usual eficiencia. Sin embargo, su caso fue poco común. La causa estuvo un año en ese organismo sin que se iniciaran acciones en los tribunales.

–Mideplan nos manda los casos más graves para que nosotros los demandemos. Son pocos los que llegan. En general, los acusados se asustan, y celebran un convenio de pago o algún otro tipo de negociación antes de llegar aquí– explicó a The Clinic un consejero del CDE.

La misma fuente explica que, aunque llegar al CDE implica una situación “extrema”, es Mideplán, quien toma las decisiones sobre qué hacer.

–No es muy habitual, pero si ellos deciden que un caso debe ser dado de baja, se termina ahí… Los antecedentes se devuelven y nosotros los damos por concluidos. Ellos son los que tienen la última palabra– dice el consejero del CDE.
Con Rodrigo pasó esto. Tras pasar un año estacionados en el CDE, Mideplan pidió los antecedentes y le otorgó un nuevo plazo de un año ocho meses. El CDE dio de baja la causa y la deuda de 50 millones aún continúa impaga.

–Tal vez fueron blandos con él por ser hijo de un ministro. No hay que olvidar que Mideplan es un organismo político– especula la fuente del CDE. Consultado por The Clinic, un funcionario de Mideplan, ligado a la fiscalización de esta Beca, evaluó como “extraordinario” el caso de Bitar. “Fue extraordinario. No sé por qué, pero así fue. No es común que a un becario se le otorguen plazos después que ha entrado al CDE. Generalmente, cuando tú entras a esa instancia tienes que pagar o volver al país– dijo a The Clinic el funcionario de Mideplan.

Pero volver al país es una posibilidad bastante remota para Rodrigo. En Mideplan le dieron hasta noviembre para retornar a Chile, aunque es muy probable que le renueven la prórroga. Por el momento, se mueve como pez en el agua en Manhattan, y no tiene nada de ganas de volverse al gris Santiago. El abogado José Antonio Ramírez lo corrobora:

–Está viendo qué le conviene más para su carrera. No sabe si quedarse o venirse. En todo caso, Rodrigo sabe que tiene más futuro allá que acá. Imagínate que le ha ido tan bien que ya empezó a organizar su propia consultora.
Mientras el hijo del ministro da vueltas por la Gran Manzana, su padre afirma con gran convicción que los funcionarios públicos no pueden deber el crédito universitario.

–A mí me cuesta imaginar que haya algún funcionario público que tenga deudas fiscales. Tienen que arreglar su situación. Hablaré con el Presidente de la República, que en esto es bastante estricto – dijo el ministro el 27 de junio pasado.
Por cierto, el ministro no siente que se contradiga al decir eso. Según el abogado Ramírez ni el CDE ni Mideplán intentaron que él pagara la beca de su hijo.

–Y esto es así porque Rodrigo está muy pendiente de sus responsabilidades – concluye el abogado.

Pagar con fotos

Magdalena Correa Larraín, hijastra del senador Adolfo Zaldívar, se ganó esta codiciada beca en 1996. Su elección fue doctorarse en Fotografía y Artes Visuales en Barcelona, curso que para el fisco tuvo un costo de 28 millones de pesos.
Magdalena debió regresar a Chile en 2000, pero no lo hizo. Al igual que Rodrigo Bitar permaneció por más de un año sin dar señales de vida, lo que no dejó de despertar preocupación en Mideplan.

–No volvió a trabajar en la fecha indicada y tampoco supimos nada de ella, por lo que nos vimos obligados a tomar medidas más extremas – cuenta una fuente encargada del control de las becas en Mideplán.

Esta decisión “extrema” fue mandar el caso al CDE, para que ellos se hicieran cargo de demandarla.
Sin embargo, su expediente permaneció poco tiempo en el CDE. Apenas un par de meses.

–Antes de que presentáramos algún escrito en tribunales, nos llegó un oficio desde Mideplan pidiendo su carpeta de vuelta. Al parecer, ella había llegado a algún tipo de acuerdo con el ministerio. En el CDE nunca supimos cuál fue ese acuerdo – relata Paulina Ramos, abogada del CDE a cargo de este expediente.

Según confirmó The Clinic, Magdalena intentó pagar su beca con fotografías sacadas por ella. El tema se discutió en Mideplan y resolvieron no aceptar el pago en especies.

En el ministerio explican el motivo que explica su salida del CDE es que ella solicitó postergar la cancelación de su deuda y esta solicitud fue aceptada.

–Dicha autorización está vigente hasta enero del próximo año. Se supone que en esa fecha, ella podría pedir una nueva prórroga para permanecer por más tiempo realizando sus actividades en el extranjero – explicó a The Clinic, Pablo Cabellos, abogado de Mideplan.

Magdalena actualmente está radicada en Barcelona, donde labora como docente en las universidades Pompeu Fabra y Politécnica de Cataluña. En su biografía – que aparece en una página de Internet –, ella destaca la obtención de la Beca Presidente de la República. No aparece, sin embargo, realizando ningún trabajo en alguna universidad o institución estatal chilena.

Notas relacionadas