Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

31 de Agosto de 2011

Marcos Jaramillo, el hombre al que Fra Fra le cagó la vida

Esta semana, Francisco Javier Errázuriz se vio una vez más envuelto en una polémica tras la denuncia de que una minera de su propiedad extrae agua en forma ilegal desde la Pampa del Tamarugal en Tarapacá. Sin embargo, la debilidad por el agua ajena del señor de los pollitos -o los paraguayos- data de mucho tiempo atrás. En 1998 el empresario se vio enfrascado en un conflicto con un vecino en un fundo de Pichilemu que lo acusa de correrle la cerca para adueñarse de una laguna. La disputa escaló y derivó en una suerte de duelo de vaqueros en la que el entonces senador usó toda su influencia en la zona para hacerle imposible la vida a su vecino, un agricultor que ha tenido que lidiar con 15 años de ires y venires por tribunales que estos días podrían llegar a su fin. Lee acá una más de las insólitas historias de Fra Fra.

Por

Marcos Jaramillo Arriagada guarda esta imagen en fotos y videos: los ocho jinetes acercándose y él, esperándolos. Es un día domingo, enero, 1998, en el Fundo Centinela en Pichilemu y Jaramillo ha llamado a sus hermanos, a sus primos, a sus sobrinos, a sus amigos para que lo ayuden a pelear contra esos ocho jinetes que ya están a punto de llegar y que vienen liderados por su vecino, el empresario Francisco Javier Errázuriz.

Las cosas no son fáciles entre ellos desde que en 1992 el empresario, senador, hombre de los pollitos, etcétera, compra una deuda de Marta Arriagada, tía de Marcos Jaramillo, para quedarse así con 700 hectáreas que anexó a las 1.611 que Fra Fra tenía en la zona administradas por su empresa Sociedad Agrícola, Ganadera y Forestal Las Cruces S.A.

Cuando su nuevo vecino llega a la zona, ambas familias se reúnen –hasta comparten asados- pero desde 1996 se enfrentan porque Jaramillo se queja de que Fra Fra le corre la cerca, le cierra el candado, le roba los árboles, le esto y lo otro. Le jode la vida.

“Qué se ha creído este señor”, dice Jaramillo, que –subraya- no es simplemente Jaramillo: él Jaramillo que ha pasado por universidades de Estados Unidos y Francia. Es Marcos Jaramillo Arriagada, de los Arriagada que llegan a Chile en 1554, de los Arriagada que han vivido toda la vida en Pichilemu, los que han ocupado cargos diplomáticos, la familia aristocrática que alguna vez llegó a ser la dueña de más de 5 mil hectáreas en la zona.

El primer encontrón entre ambos es en 1996, cuando Jaramillo descubre que el deslinde había sido modificado. Por eso, cuando los jinetes llegan hasta su casa a Jaramillo no le extraña que todos, incluyendo al entonces senador, vengan con escopetas cruzadas en el cuerpo. Francisco Errázuriz Ovalle, hijo de Fra Fra, lleva la suya sobre el regazo. Hay gritos, insultos, amagues de pelea y el senador le promete un largo viaje a Jaramillo:

-Llega a mi casa y me dice “te voy a hacer desaparecer de la tierra”. Yo lo empiezo a subir y bajar y le digo “si eres tan valiente dispara. ¿sabís lo que yo haría con estas escopetas que tú no eres capaz de mover? Te las metería por la raja!”- se acuerda, Jaramillo.

Las cosas no se van a quedar así, se prometen después de los gritos. Y no. Así no se quedan. Empeoran. Jaramillo interpone un recurso de protección en contra del senador y éste, en cambio, trata de zanjar la pelea cercando una laguna y plantando palmeras para sentar posesión de un terreno que reclama como suyo a pesar de los pataleos de Jaramillo.

Esta escena marca el inicio de una guerra entre vecinos que hasta el momento acumula más de 50 acciones judiciales de ambas partes entre denuncias a carabineros, querellas criminales, recursos de protección, denuncias ante la Conaf y hasta la Dirección General Aeronáutica Civil.

Una de vaqueros
Cada cerca que Fra Fra manda a poner en el terreno en disputa es retirada por los trabajadores de Jaramillo. Las palmeras son desenterradas una y otra vez hasta que el 14 de febrero 1998 las cosas se ponen violentas: empleados del senador vuelven con las palmeras y el cerco cuando Jaramillo aparece con nueve empleados, los increpa y desde su caballo les grita que lo que hacen es ilegal, que deben salir de su territorio, que si siguen en eso ellos podrían disparar, que no se hagan matar por tres pesos. Y aunque no se hacen matar, hay sangre. En el bando contrario –dice Jaramillo- había más de 50 empleados del senador.

Uno de los de Jaramillo dispara al aire. “Como para dispersar a la gente”, dice, como excusándose, el agricultor que hoy se acuerda del episodio como una de las invasiones de Atila a Roma. “Nos invadió con hordas de gente del sur”. Tras el balazo, la suerte está echada y ambos bandos se enfrentan a piedra, palo, puños, patadas y fuetes de los caballos de la gente de Jaramillo.

“Si tú no te pones los pantalones en tu casa, ¿dónde te los vas a poner?”, dice el agricultor.

Fra Fra en celebración del Bicentenario del Congreso

Un buldozer de Fra Fra avanza hacia el grupo del agricultor con la máquina a manera de panzer, pero uno de los Jaramillo se monta en la máquina, golpea al conductor, lo saca del aparato y la conduce hacia el mar. El administrador del Fundo Panilonco le ruega que no lo haga, le ruega que por favor recapacite, que sacará a los empleados de la laguna, pero que por favor por favor no lance el buldozer al mar. El improvisado conductor salta del aparato a pocos metros del agua y un dispositivo de seguridad hace que el coloso se detenga y gire sobre su propio eje.

Al día siguiente el senador aparece en todos los periódicos de la región: denuncia que “La banda de los Jaramillo”, una supuesta agrupación ilícita ligada a la familia vecina y compuesta por más de 50 hombres asaltó a sus humildes 10 empleados.

Jaramillo hace lo que puede: se defiende pidiendo a la justicia que investiguen el hecho y que tomen en cuenta un acta notarial de 1996 donde se certificó que los deslindes habían sido modificados de manera unilateral por el antiguo dueño del Unimarc. En respuesta, el senador acusa en la prensa a Marcos Jaramillo de haber entrado de manera ilegal en siete ocasiones a su propiedad.

La laguna de la discordia
Decir Laguna de Panilonco es un sacrilegio para Marcos Jaramillo. Laguna de Centinela, corrige, porque el nombre era una parte importante dentro de la guerra con Fra Fra. Se trata de un ojo de agua de unos 600 m2 a pocos metros de la playa y que, según Jaramillo, separa su propiedad de la del hombre de centro-centro-centro.

La versión de Fra Fra es justo al revés: la laguna se encontraba dentro del territorio que compró en 1992 y los reclamos del agricultor desconocían los límites de los planos que –dijo a la prensa de entonces- el abuelo de Jaramillo había firmado en 1927.

Pero un documento del archivero oficial de 1999 dice que el plano al que se refiere Fra Fra fue agregado en el conservador de bienes raíces bajo el nombre de
“Proyecto de Partición Hacienda Centinela Provincia de Colchagua” junto a uno de igual nombre y numeración, aunque carece de autenticidad, firma y sello del notario.

Pero el ex candidato presidencial no estaba dispuesto a ceder el punto. Y decide hacerla rapidita, ocupando su llegada en los medios como empresario y senador: el martes 17 de febrero de 1998 anuncia en el diario El Rancagüino que donará la laguna Panilonco a la comuna de Pichilemu para crear un balneario popular gratuito.

La jugada genera el rechazo inmediato de Jaramillo, que por esos días declara que Fra Fra puede donar lo que quiera, mientras sea suyo y que no se dejará avasallar: al fin y al cabo él es un Jaramillo Arriagada.

La respuesta del Fra Fra es convocar a los vecinos de Pichilemu a la inauguración del balneario popular, aunque aclara por la prensa que no será una donación -sería muy caro de mantener y él no quiere crear costos adicionales para la comuna de la VI región-. Durante la promoción que el senador hace del balneario para ese fin de semana, reparte un panfleto en el que anuncia la inauguración del balneario popular y que, entre las atracciones como el camping, la pesca y las caminatas por el bosque, habla de una especial: el espectáculo de la “banda de los Jaramillo” tratando de impedir el acceso.

Según sus declaraciones a la prensa, el senador señala que pretende que la gente del pueblo pueda disfrutar de un lugar “hasta ahora desconocido y al que los Jaramillo pretenden impedir que ingrese el pueblo. Esos señores que se creen aristócratas y que no quieren mezclarse con los demás chilenos merecen todo nuestro desprecio”.

Es 21 de febrero y, seguro, hace un calor terrible. Cientos de turistas llegan a la laguna acarreados en buses pagados por el empresario y pasa lo que el folleto anunciaba: la familia Jaramillo se encuentra en el lugar y pide a la gente no cruzar una cinta que marca el límite entre las dos propiedades. Pero los invitados son muchos, cientos –tantos-, que a los Jaramillo no les queda otra que decirles que sigan, pero que recuerde: ésta es una propiedad privada. No pertenece al Senador.

El ambiente se calienta: los más cercanos al Fra Fra se burlan de la familia humillada y resignada a ver cómo al final se salió con la suya usando a cientos de personas y la tensión termina en un enfrentamiento a golpes entre el administrador del Fundo Panilonco y uno de los Jaramillo. Después, los oficiales de policía que había solicitado Jaramillo tratan de detener a los involucrados en la pelea, pero Fra Fra impide que su administrador sea llevado a la comisaría.

“El siempre ha tenido mucho poder en la zona, incluso con los carabineros. Una de sus secretarias tenía un vínculo amoroso con un carabinero de Pichilemu y los caballos de la policía pastan en un terreno de este delincuente”, dice Jaramillo.

El episodio queda en nada y el senador se olvida pronto de sus promesas de balneario popular. Otros conflictos con vecinos ocupan su tiempo, como el caso de Eduardo Parraguez, que denuncia ser víctima de procedimientos similares a los sufridos por Jaramillo: abuso de poder, robo de deslindes y de madera de más de 60 años.

Se sabe: cuando Fra Fra tiene un enemigo, no da su brazo a torcer. Invocando el derogado artículo 6 (b) de la Ley de Seguridad Interior del Estado, interpone una querella contra Jaramillo debido a un letrero instalado en su fundo que dice: “Sicópata y ladrón”, y que según sus abogados, altera el orden por tratarse de una autoridad del Estado. La demanda es presentada en el 11avo juzgado del crimen de Santiago, que la rechaza pues considera de que se trata de insultos recíprocos en una pelea entre particulares.

Pero Errázuriz tenía influencia en los tribunales de Rancagua, donde el juez Víctor Montiglio ordena la detención de Jaramillo por 61 días.
El agricultor es detenido el 27 de agosto de 1998 y conducido a Capuchinos donde permanece seis días antes de ser trasladado a la cárcel de Rancagua, donde pasa siete días más.

“En la cárcel pasé cosas terribles y todo por un sinvergüenza que usó su poder como senador”, cuenta hoy, más de 15 años después de la primera denuncia por invasión y usurpación de terreno y de la cual –misteriosamente- no existe copia en la comisaría de Pichilemu, pues según un oficio del 30 de agosto del 2010 firmado por el Mayor Tomas Pablo Molina Meza, comisario de Pichilemu, el documento fue incinerado por falta de espacio en el archivo.

Peleítas
La guerra por la laguna derivó en un juicio en el 2005 que acumuló la mayoría de las denuncias entre ambas partes, entre las que se encuentra el supuesto robo de madera de parte del empresario y una serie de amenazas contra Jaramillo, que se ha vuelto un viejo conocido de los tribunales de Pichilemu por sus conflictos con Errázuriz e incluso contra su hermano, Renato Jaramillo, a quien demandó por amenazas.

Sin embargo el agricultor, que tras 15 años de ires y venires, de abogados privados y de oficio, ha visto como su patrimonio ha disminuido significativamente hasta el punto de declararse en bancarrota, dice que desde que comenzaron sus problemas con Errázuriz ha sido víctima de una serie de curiosas desgracias: el incendio de un auto, el robo de 130 cabezas de ganado, una moto, madera y una serie de pormenores que van desde haber encontrado en su propiedad los escombros de su vecino tras el terremoto del año pasado, hasta el episodio en que su hermana fue perseguida por el helicóptero del empresario, que volaba a menos de dos metros de altura y sobre lo cual existe una denuncia en la Dirección General Aeronáutica Civil.

Actualmente, la demanda fue fallada en primera instancia a favor de Jaramillo. Sin embargo, el agricultor decidió apelar una parte del fallo, pues busca que la justicia obligue al empresario a pagar las costas del juicio y su apelación abrió el espacio para que su contraparte, la Sociedad Las Cruces, apelara todo el fallo, dejando espacio para más años de tire y jale en una pelea entre dos vecinos que no se pueden ver.

Notas relacionadas