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Opinión

26 de Septiembre de 2011

El rostro de Chile que queremos cambiar

En los últimos dos números de The Clinic les contamos la historia de Elena, Orlando y su familia en Puente Alto. Llevan toda una vida viviendo en campamentos y son el rostro feo del 'chorreo'. Aquí la opinión del ministro de Economía y sus impresiones sobre la vida de los Carrasco-Moya.

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El rostro de Elena y Orlando representa la cara del Chile que más nos duele y que a veces más nos cuesta reconocer. Es el rostro de la pobreza dura, rebelde, esa donde el crecimiento económico de los últimos 30 años aún no ha llegado.

El país ha progresado, de eso no hay duda. Hay millones de chilenos cuyas vidas dan testimonio de eso. Pero el avance no ha sido parejo para todos. Ese es el imperativo moral que nos convoca a quienes estamos en el servicio público: lograr que la sociedad de oportunidades que estamos impulsando incorpore ahora a los más marginados.

Para mí, el tema ha sido claro desde hace mucho tiempo: sin cohesión social no vamos a ser capaces de dar el salto al desarrollo. Y esa cohesión tiene un eje central: mayor movilidad social. Si Elena y Orlando, y en especial sus hijos, no tienen al menos una oportunidad de surgir, entonces como sociedad lo estamos haciendo mal, incubando frustraciones que tarde o temprano van a estallar.

No hay duda que nuestro primer deber como gobierno es generar crecimiento y empleos. Ese es el desafío que el Presidente Piñera se planteó en su programa y lo estamos cumpliendo. Para salir de la pobreza, Orlando necesita un trabajo de calidad y estable en el tiempo. Y también Elena. La historia muestra que cuando un segundo ingreso se incorpora al hogar, las posibilidades de surgir suben de manera relevante.

Soy un convencido que la economía social de mercado es el mejor camino al desarrollo. Y soy optimista, porque por esa vía ya hemos avanzado mucho. Pero ahora viene el tramo más duro. Junto al crecimiento, necesitamos un rol activo del Estado para formular políticas que nivelen la cancha para aquellos que parten de muy abajo.

Dos herramientas son clave en esa dirección: educación y emprendimiento. En este último tema en el Ministerio de Economía estamos impulsando múltiples programas para dar un fuerte apoyo al talento emprendedor, en particular de los mas pequeños. En educación, en tanto, el gobierno ha planteado una propuesta maciza que estoy seguro va a comenzar a desatar el nudo gordiano que existe en esta área.

El rol del Estado en emparejar la cancha también exige enfrentar la situación de sobreendeudamiento de familias como las de Elena y Orlando. La masificación del retail financiero y de la banca ha permitido a miles de chilenos acceder a bienes y servicios que antes estaban reservados a unos pocos. Ojalá profundicemos la democratización del crédito. Pero necesitamos que ese endeudamiento sea responsable. Para eso no sólo necesitamos un comportamiento adecuado de los consumidores, sino además en forma muy importante un rol activo de los prestadores de crédito para mejorar las prácticas en este mercado.

Con ese objetivo en mente, estamos trabajando en dos proyectos que van significar un avance sustancial para los consumidores. Uno, que esperamos aprobar pronto en el Congreso, es el Sernac Financiero, que será una herramienta fundamental para ayudar a los consumidores a entender mejor los contratos que firman, transparentar el mercado crediticio y mejorar la defensa de los consumidores ante situaciones de abuso. El segundo proyecto, que el gobierno enviará muy pronto, permitirá recalcular la tasa máxima convencional y con ello bajar el costo del crédito a un segmento grande de chilenos.

El desafío que tenemos es amplio y convoca a todos: al gobierno, por cierto, pero también al mundo político, a los empresarios, a los trabajadores. Sin grandes acuerdos en estos temas poco o nada vamos a avanzar como nación.

*Ministro de Economía

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