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Cultura

14 de Diciembre de 2011

El chileno desconocido que tocará en Lollapalooza 2012

A los 14 dejó la casa y el colegio. Trabajó de cartero, traficó, tuvo una pandilla. Pero no. Ésta no es la típica historia del pobre que deja de serlo, del atormentado que termina siendo feliz gracias a la música. Es la historia de cualquiera: alguien que lo pasa mal y, luego, lo pasa menos mal.

Por

Tiene una araña en un dedo. Un tatuaje de araña que debe haber sido negro y ahora es azul. Hace demasiados años, José Manuel Cerda tenía una pandilla en Plaza Italia. Todos tenían tatuajes, todos de araña, quién sabe si todos dicen, ahora, -como él- al mirarlo:

-Bien fea la hueá. Me lo quiero sacar.

En esos días era José Manuel, no más. No “El sueño de la casa propia”, una frase común pero un nombre no tan común para alguien que hace música electrónica.

-Quería que el alias no tuviera ningún tipo de glamour porque yo no tengo ningún tipo de glamour en mi vida. No toco en lanzamientos de cervezas ni en discotecas.

Un niñito cuico -lindo en fiestas de gente linda- en un rinconcito, no pescando: el estereotipo del músico electrónico.

José Manuel es otra cosa.

-Cuando uno hace música en vivo tiene que plantarse como músico en vivo en el escenario. No esa falsa modestia de ponerse en un rincón si en el fondo todos los que hacen música o arte son unos hueones con el ego gigante.

-¿Y tú?

-También. Mírame.

José Manuel habla de él, de él y de él en su música. Historial de caídas, uno de sus discos, es de alguien -de él- que no quiere más una vida de mierda. La historia de su vida empieza a los 14, cuando se aburre de su mamá, de su casa, del colegio.

-A esa edad estai fumando pito, querís carretear con los amigos, te da lata estudiar. No sé, hueón. No me acuerdo bien de la lógica mental que tenía en esa época. Sólo sé que estuve muy lanzado a la vida. Rompí con todos mis esquemas culturales, familiares y los fui a redescubrir a la calle ¿Me entendís? De alguna manera -incluso casi delictiva- para darme cuenta qué era lo bueno y qué era lo malo. Fui, me enfrenté al mundo -por decirlo así- desde cero, juntándome con hueones de la peor especie, con gente buena onda y reeducándome, pero a través de la experiencia.

Deja el colegio, deja la casa.

-Terminé el colegio como a los 25 años. Porque decís: “qué chucha”. O sea más que tú, el medio te obliga a eso: no tengo cuarto medio, qué voy a hacer, quizás voy a estudiar una carrera. Al final no pude estudiar. Menos mal.

-¿Por qué?

-Porque a lo mejor ahora tendría una pega buena, estaría cómodo, con guata. En cambio ese estado de supervivencia permanente me mantiene un poco estresado, pero un poco más vivo. Veo amigos que están ganando más plata y todo bien pero los hueones están ahí: achanchados.

Cartero, pequeño traficante de droga, enmarcador de cuadros y etcétera son algunas de las pegas que ha tenido José Manuel.

-¿No te pone nervioso cambiar tanto de pega?

-Me gusta cambiar de pega porque me saca. A veces yo he ido a lugares -la otra vez fui a un restaurante- y me decían: “No, es que don no sé quién lleva cuarenta años aquí.” Y el hueón con orgullo diciéndolo. Yo lo miraba con lástima y pensé: “Pobre hueón no conoce otra vida”.

-Hay gente a la que le acomoda.

-La mayoría se termina acomodando pero queda con eso de por qué no hice esa hueá, por qué dejé de lado esto.

José Manuel dejó de lado la música hasta que no pudo seguir dejándola.

-Siempre me gustó la música pero estaba como resignado. Estuve cinco años sin pretensión alguna, casi como un hobbie -aunque estaba todo el día metido- y después tuve un problema personal.

-¿Incontable?

-No. Un problema emocional. Estuve una semana tomando pastillas y copete.

-¿Pero te bajó no más o fue motivado por algo?

-Fueron como varias circunstancias simultáneas. Tenía problemas para dormir y empecé a tomar pastillas, y las pastillas no eran las más adecuadas entonces seguía loco el resto del día. Andaba en un estado medio raro y me ponía a chupar, y me echaron de la pega -en ese tiempo- me echaron de la casa y me tomé unas pastillas.

-¿Querías matarte en serio?

-Me tomé las pastillas y me quedé en el baño, y ahí desperté. Después estaba en el hospital y le daba vueltas, y dije: “No, si mi vida tiene que ser otra hueá. Tiene que ser otra”. Y dije: “¿Qué hago? Música”. Y ya.

Y ya. Se puso a ahorrar un año, empezó a hacer música, al mes lo invitaron a un concierto que dio Holden acá, se convirtió en El sueño de la casa propia, sacó dos discos y, ahora, es uno de los chilenos invitados a Lollapalooza.

Pero, como la vida no se parece a una película que se trata de la historia de alguien que pasa de la desgracia al éxito, de ser rana a príncipe, José Manuel dice:

-No he estado a ese nivel de mal. Ni cagando. Pero sigo sufriendo porque yo vivo sufriendo la vida un poco.

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