Los quiltros de la Usach

La Universidad de Santiago se emplaza en un terreno de 30 hectáreas y en sus pastos deambulan alrededor de 60 quiltros. Lo hacen en forma solitaria y también en jaurías. La gran mayoría ha llegado allí porque sus dueños los han botado o se han pasado de la Villa Portales, en Estación Central, que queda justo al lado de la universidad. No hay fecha exacta cuando empezaron a verse perros vagos por la Usach pero la mayoría coincide que fue desde sus inicios. En alguna época, aseguran, llegaron casi a un centenar. Según cuenta Carolina Courbis, veterinaria a cargo de la higiene ambiental de la Usach, la cifra siempre es alta porque los perros “se sienten protegidos, queridos y como no pasan autos encuentran un hábitat donde están tranquilos”. Agrega: “siempre llegan perros nuevos y hay otros que fallecen. Por eso dos veces al año hacemos un censo, les sacamos una foto, les hacemos una ficha y anotamos su estado reproductivo y las características de cada animal”.

Carolina, junto a la Agrupación de Estudiantes por la Defensa Animal (AEDA), se han preocupado de la salud y de la alimentación de los perros. Hoy, todos los quiltros de la Usach están castrados, en el caso de los machos, y esterilizadas, en el caso de las hembras.

La preocupación por estos animales no es nueva. Ya en el 2002 la AEDA denunció el envenenamiento de varios de estos quiltros, que fueron enterrados frente a la rectoría en señal de protesta. Esto, porque para los estudiantes, la autoridad ha sido quien más resistencia ha puesto a la permanencia de los animales en la universidad, como cuando en 1999 ordenaron la primera matanza de perros de la que se tenga recuerdo.
-Desde el momento en que me contrataron, la universidad quiso darle una solución ética al problema de los perros vagos, porque les preocupaba buscar una salida responsable. El tema era que los perros atacaban mucho a la gente. Cuando entré a la universidad, en el 2008, el registro de accidentes por mordida era de alrededor de 35 por año, mientras que ahora sólo llevamos 4 casos-cuenta Carolina Courbis.

MILKY Y SANDRO
La historia de Sandro es quizás de las más emblemáticas. Los alumnos le pusieron así porque cada vez que hay protestas se pone a tiritar de susto con un movimiento eléctrico, como lo hacía el cantante argentino Sandro en los escenarios. Lleva más de 10 años allí y hasta hace un tiempo era el líder de una pandilla, compuesta por el Carlos Menem y el Espina, dueña del frontis de la universidad y del sector de humanidades.

Los tres eran inseparables hasta que hace un año llegó Milky, una perra abandonada que venía preñada. Extrañamente -cuenta Carolina- la perra fue aceptada en la pandilla de Sandro, y fue aprendiendo sus códigos, como ladrarle a las bicicletas. Durante un tiempo se vio a los cuatro perros juntos, hasta que hace un tiempo Milky y Sandro se separaron de la pandilla, dejaron solos a Carlos Menem y Espina, y se fueron a vivir a otro sector de la universidad. Sin embargo, la situación entre ambos ha sido ambigua. A veces se los ve juntos, y otras cada uno por su lado. Ambos perros tienen Facebook y allí los alumnos especulan sobre los enojos y reconciliaciones de los quiltros.