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Nacional

14 de Febrero de 2012

Amor animal

La zoofilia es uno de los tabús más grande de la sociedad. Condenada por muchos, practicada por unos pocos, es el último refugio de gente solitaria que la manuela palma ya no le parece suficiente y comienzan a mirar con otros ojos al Firulais. Más allá del absurdo mito que involucra a Ricky Martin con […]

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La zoofilia es uno de los tabús más grande de la sociedad. Condenada por muchos, practicada por unos pocos, es el último refugio de gente solitaria que la manuela palma ya no le parece suficiente y comienzan a mirar con otros ojos al Firulais. Más allá del absurdo mito que involucra a Ricky Martin con la práctica poco moral del sexo con animales, estos son casos documentados y asquerosos. Tan reales como tú de esta práctica que aunque unos se empeñen en defender como amor, es maltrato animal, un crimen.

Zoofilia pedófila

Estaba cansado. Había ingresado ilegalmente al país y había caminado más de lo que creía posible. Es, después de todo, el desierto más árido del mundo. En Chile, encontraría más oportunidades que en su natal Bolivia, pensó el hombre de 26 años. Cuando llegó a San Pedro de Atacama, el 25 de noviembre del 2005, creía que merecía un descanso, un gustito, un relajo. Y la vio a ella, tan joven, tan prístina, tan… peluda. El hombre, de nombre reservado, empezó a afilarse a una tierna ovejita de 6 meses. Debió haberse armado un griterío de la puta madre, porque la dueña del corralito salió a ver qué pasaba, y pilló a un tipo con los pantalones abajo agarrando con las manos a la ovejita regalona. Los pacos de la subcomisaría de San Pedro de Atacama, alertados por la vecina, agarraron de un ala al malhechor y lo pusieron en la cana. De la oveja, se desconoce su estado.

Lo asó porque lo quería

En Chanco no hay mucho que hacer si se es soltero y se tienen 65 años en el cuerpo. No hay tanguerías, ni cursos de baile entretenido ni nada donde conocer gente con quien pasar el ocaso de la vida. Pero la carne no para nunca de arder, los deseos sexuales no tienen edad, y de alguna forma deben ser canalizados. Eso pensó J.R.R.M. cuando abusó de su cordero regalón. Llevaba un buen tiempo haciéndolo, pero los gritos (de él o su mascota/amante a la fuerza) fueron lo suficientemente fuertes como para que los vecinos cacharan qué se traía entre manos el hombre. Entonces, J, al darse cuenta de que sus vecinos lo habían delatado, tomó una de las decisiones más extrañas que alguien puede tomar y sacrificó y asó a su cordero. Invitó a amigos y familiares a un asado del que había sido su mascota con ventaja. Pero la labor de Carabineros y la PDI de la zona logró esclarecer el delito y J se declaró culpable ante el Juzgado de Letras y Garantías de Chanco. Finalmente, en julio del 2006, recibió una multa.

La perrita Guatona

La pasta base es una droga muy loca. Destruye vidas, familias, y hace que los perros callejeros comiencen a tomar mejor aspecto. Eso les pasó a dos pasteros que deambulaban por las afueras de Machalí, en la Sexta Región. La Asociación Proanimal Chile denunció que los drogadictos abusaron reiteradas veces de la perrita “Guatona”, en el 2004. Debido a los abusos, el animal quedó en deplorable estado de salud. Pasado un año de los hechos, la perrita se recuperó y volvió a tener confianza en los humanos, pero lamentablemente, ningún vecino se atrevió a denunciar los hechos, por lo que los culpables se mantuvieron en libertad.

A todo chancho

Los niños están expuestos a muchas experiencias que podrían romper para siempre su inocencia. Y ver a un anciano de 73 años montado sobre una chancha es ciertamente una de ellas. Eso fue lo que le pasó a una menor de 8 años que un día de febrero del 2009, en la localidad de Oro Verde, al poniente de Chillán, se encontró con la macabra escena. Para empeorar las cosas, el anciano estaba abusando de la porcina justo detrás de un colegio, en un chiquero al que entró a la fuerza. Organizaciones animalistas de la zona acusaron al Ministerio Público de actuar con bastante pereza en el caso, ya que una vez presentada la querella se demoraron días en ordenar la investigación de los hechos. De todas formas, este tipo de delitos pasan muy piola en la legislación chilena. La violación de animales está tipificado como “maltrato animal”, y en realidad depende del juez y fiscales el criterio para decidir qué es maltrato y qué no. Las penas para este tipo de delitos son presidio menor en su grado mínimo (61 a 540 días) y multa de uno a diez ingresos mínimos mensuales (desde 182 mil pesos a 1 millón 820 mil pesos), pero por lo general, es sólo la multa.

El terror de Piguchén

Don Joaco era un hombre respetado en Piguchén, localidad al norte de Putaendo. Tenía una hogar constituido y feliz, pero algo se quebró y Don Joaco pasó a ser sinónimo de violación de animales. Corral al que entraba lo ponía patas pa arriba, literalmente. El hombre, de 67 años en el momento de cometer las vejaciones interespecie, no le hacía asco a mulas, yeguas y caprinos. Lo suyo era el libertinaje animal. Incluso, una vecina declaró a LUN el 2007 que “una vez lo pillé con mi perra tipo Lassie”. Los vecinos denunciaron que el hombrón sufrió con la separación de su esposa y el abandono de sus hijos, por lo que se cayó al litro. Y con el demonio del flagelo del alcohol en el cuerpo, un potrero le parecía una fiesta de Calígula en el Passapoga. Finalmente, en agosto del 2007, la directora del servicio de salud de Putaendo, Maythe Horta, declaró que Don Joaco “fue trasladado a al hospital psiquiátrico, donde fue evaluado por especialistas”.

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