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Mundo

19 de Abril de 2012

Springfield no está seguro si aprovechar el éxito de Los Simpsons

Las autoridades de Springfield, en Oregón, sopesan subirse al carro de la fama de “The Simpsons” para buscar una rentabilidad turística a su vinculación con la serie, un proyecto que demuestra su sentido del humor aunque no haga gracia a todos los vecinos. La idea ha ido ganando enteros tras el reciente revuelo organizado por […]

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Las autoridades de Springfield, en Oregón, sopesan subirse al carro de la fama de “The Simpsons” para buscar una rentabilidad turística a su vinculación con la serie, un proyecto que demuestra su sentido del humor aunque no haga gracia a todos los vecinos.

La idea ha ido ganando enteros tras el reciente revuelo organizado por los comentarios de Matt Groening, creador de los personajes, que señaló a Springfield (Oregón), como la inspiración del ficticio Springfield del programa.

La alcaldesa de la ciudad, Christine Lundberg, aseguró en una entrevista con Efe que están “interesados y abiertos” al diálogo para explorar la posibilidad de hacer algo con los Simpsons, aunque afirmó que “no hay nada planeado” en estos momentos.

Más decidido se mostró el director de la Cámara de Comercio, Dan Egan, que adelantó que habría una reunión en unas semanas para evaluar el potencial turístico de los Simpsons.

“Estamos pensando que quizá deberíamos hacer algo tangible como un festival”, indicó Egan, en cuyo despacho hay una figura del huraño y avaricioso “Mr.Barns” de la serie y quien en una “noche loca” se disfrazó de Homer para asistir a un acto benéfico.

Para Egan, la clave del éxito de cualquier iniciativa estaría en que se implicara el propio Groening y empezar con algún evento pequeño para ver cómo adoptan a los Simpsons los habitantes de Springfield.

Ya en 2007 la ciudad quedó tercera en un concurso nacional con otras localidades del mismo nombre para acoger el preestreno de “The Simpsons Movie”. En aquella ocasión se movilizó a parte de la población para pintar de amarillo, el color de los Simpsons, una estatua blanca de un hombre a caballo.

A raíz de su participación en aquel concurso, Springfield recibió una representación de gran tamaño de Homer Simpson y su familia sentados en un sofá, una pieza que fue trasladada al museo local hace dos años.

Pero la directora del museo, Debra Gruell, fue criticada por incorporar ese elemento a la colección de objetos e imágenes históricas de Springfield.

Las gigantes figuras amarillas resaltan como pez fuera del agua en un antiguo edificio de la era industrial, rodeadas de objetos e imágenes de un tiempo en el que no existía la televisión. Una falta de contexto que, sin embargo, resultó irrelevante de cara al público.

“La gente se hacía fotos con ellas para felicitar la Navidad o para sus invitaciones de boda”, declaró Gruell, quien durante los últimos días ha visto cómo repunta el número de turistas.

Pero “The Simpsons”, más allá de su gran popularidad, no dejan de ser una caricatura grotesca de la sociedad estadounidense, según sus detractores.

Sus personajes no son un modelo de conducta y ubicarlos en Springfield podría suponer para algunos la creación de estereotipos negativos, aseguran.

La ciudad, como muchas otras en EE.UU., tiene vecinos que se apellidan Simpson, aunque se refugian en el anonimato, lejos de las cámaras y los periodistas para evitar incómodas comparaciones.

Dan Egan confesó que en 2007, en plena campaña para conseguir ser los primeros en mostrar la película de los Simpsons, recibió “unas cuantas llamadas de gente que decía que la serie era maligna y que la ciudad no debería relacionarse con eso”.

“Algunos estaban muy enfadados”, afirmó Egan.

Lundberg reconoció que sí existían personas que veían el fenómeno de los Simpsons en la ciudad como algo “negativo”.

De hecho, además del interés turístico, la idea de que los Simpsons son de Springfield, Oregón, llamó la atención de quienes quieren divertirse a costa de sus residentes.

“El otro día trataron de gastarnos una broma. Llamaron al teléfono y contestó mi jefe. Nos preguntaron si estaban hablando con el Kwik-E-Mart de Springfield, que es la tienda que aparece en la serie”, dijo Becky Barnes, dependienta en el establecimiento Dari Mart.

Para Gruell, al final “todo depende de la actitud”.

“La gente que vive en Springfield no quiere que nadie les mire mal pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para atraer visitantes. Que vean que Springfield no es nada de lo que piensan y es bueno para el negocio”, manifestó.

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