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Cultura

25 de Junio de 2012

Carta abierta a Valentina Roth

Por Teresa Hales Como diría Lope de Vega “Fuenteovejuna fue”. La diferencia es que en la obra de teatro, la fuerza de las masas lucha por hacer justicia. En esta obra local el pueblo ha forjado la injusticia. El poder del prejuicio, del doble estándar, del pelambre fácil para matar el tedio. Una sociedad mezquina […]

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Por Teresa Hales

Como diría Lope de Vega “Fuenteovejuna fue”. La diferencia es que en la obra de teatro, la fuerza de las masas lucha por hacer justicia. En esta obra local el pueblo ha forjado la injusticia. El poder del prejuicio, del doble estándar, del pelambre fácil para matar el tedio. Una sociedad mezquina asustada de la libre expresión, de la verdad en los errores o aciertos de los demás en los actos cotidianos. Un pueblo pequeño desde el cerebro a su frágil corazón. Me avergüenzo Valentina de esa parte de Chile. Y aunque estoy del otro lado, por ellos te pido disculpas, por ellos me arrodillo ante ti.

La prensa fue o la tele tal vez… en parte. Lo grave, lo verdaderamente peligroso es la mente de la gente. Esa parte de Chile que vive asustada. Que cree que discutir es pelear y no dice lo que piensa. Ese pedazo de Chile que justificó la tortura, o esa parte envenenada por el miedo. Los que creen que pegarse un polvo es tan grave como mentir o robar. Los que callan la corrupción incluso a pequeña escala. El que envidia al colega y no se detiene a pensar cuánto habrá luchado para triunfar. El que nos deja fuera del club, el que se burla de la desgracia del otro. El que no se atreve a decir te quiero, o ya no te amo. El que le pide al banco su 4×4 y no tiene para pagar el colegio. El que se asusta si digo clítoris, pero se ríe si digo maraca. Las personas que no duermen en las noches, porque no se atreven a vivir de día. A lanzarse, equivocarse, arrepentirse y perdonarse. A levantarse una y otra vez, como tú públicamente lo has hecho. Amar, llorar, reír, tirar, confiar, jugar y probablemente desperdiciar.

Seguro que tú, al igual que todos nosotros, has malgastado parte de tu tiempo en cosas que quisieras borrar. Todos, querida Valentina. Pero no aflojes, no les creas, no te ensucies con su manto falsamente sagrado. Ignoro lo que te está pasando. Pero si tienes miedo, corre y acurrúcate aunque sea en tu conciencia. Eres valiente Valentina y has sido libre. Libre porque puedes elegir y sólo tú sabes que está bien y que está mal. Dónde te duele y cuándo te empieza a doler. Y si te caes, te levantas, con tu sonrisa o tus lágrimas puras. Porque eres más pura que muchos, que han contribuido a que estés herida por dentro o por fuera. Y me duele y me llena de rabia, porque podrías ser mi hija, mi hermana, mi amiga, podría yo ser tú.

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