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Opinión

21 de Agosto de 2012

Popeye, el sicario de Pablo Escobar desde la cárcel: “El patrón está en el infierno, no tuvo tiempo de arrepentirse”

Vía Kien&ke. John Vásquez fue el sicario favorito de Pablo Escobar. La periodista Colombiana Virginia Mayer fue a entrevistarlo. Este es su relato: Son casi las diez de la mañana. Sobre el cielo de la cárcel de alta seguridad de Cómbita, en Boyacá, las nubes torean al sol. Avanzamos a través de puertas de rejas […]

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Vía Kien&ke.

John Vásquez fue el sicario favorito de Pablo Escobar. La periodista Colombiana Virginia Mayer fue a entrevistarlo. Este es su relato:

Son casi las diez de la mañana. Sobre el cielo de la cárcel de alta seguridad de Cómbita, en Boyacá, las nubes torean al sol. Avanzamos a través de puertas de rejas de metal que crujen y golpean cuando cierran, escáners, requisas de manos entre las piernas, huellas dactilares, declaraciones de los equipos que llevamos, pocas sonrisas, mucha calma y un silencio cómodo que lo adentra a uno como en un sueño de pavimento. Un proceso de casi dos horas para una entrevista de una hora con uno de los criminales más temidos de Colombia.

‘Popeye’ aparece acompañado de dos guardias vestidos con camuflaje azul. Lleva puesto un mini chaleco antibalas negro que abraza una camisa Lacoste de manga corta y rayas de colores pastel. Apenas le cubre las costillas. Debajo tiene puesta una camisa térmica blanca de manga larga, jeans y tenis negros caros. Saluda con mano firme, sin apretarla mucho, y una sonrisa. Se quita el chaleco y recibe tres sillas Rimax rojas de manos de los guardias, que acomodamos en un patio de visitas debajo de un techo, rodeados de paredes de pavimento muy altas. Los guardias nos dejan solos con ‘Popeye’ y cierran una reja. Cuatro de ellos prestarán atención a la entrevista durante pocos minutos, y muy pronto ya no se dejan ver. Cuando le avisaron que habíamos llegado, ‘Popeye’ corrió a afeitarse, y nos recibe con una cortada de un centímetro de largo en el cachete izquierdo.

–¿Ha estado viendo la serie Pablo Escobar: El patrón del mal todos los días?

-La serie la pasan a las 9 de la noche, pero yo veo los corticos que hacen en el día. He notado que la están haciendo basado en el libro que escribió Astrid Legarda y mi persona, no en el libro La parábola de Pablo. Casos como la muerte de Wendy lo escribí yo, son cosas que solamente sabía yo dentro del Cartel de Medellín. Lo que pasa ahora es que Caracol está volteando todo para no pagar derechos de autor, y eso está bien porque estamos en el país de las trampas. Eso no es cuestión de demandar, pues este país está lleno de demandas y yo estoy muy agradecido con Caracol porque me entrevistaron y todo lo que yo dije ellos lo verificaron con imágenes. Y eso me da mucha credibilidad a mí, porque ahorita mismo, Jorge Luis Ochoa Vázquez está pagándole un dinero increíble a Alba Marina Escobar, hermana del patrón, para que diga que yo no era nadie, que hablo mucho y que Pablo Escobar me amarraba para que yo no lo sapeara. Pablo Escobar fue el asesino más grande del siglo 20, él tenía una sospecha y lo mataba a uno. Todos los días mataba a los amigos de nosotros. Dios santo, bendito, con Pablo no se jugaba…

Detrás nuestro hay un pequeño parque para niños con cuatro columpios inmóviles sobre un tierrero seco que alguna vez fue pasto. Las columnas que sostienen el techo que nos cubre están cubiertas por las huellas dactilares de los visitantes que se han limpiado la tinta negra de los dedos sobre la pintura blanca. El pavimento gris atrapa el frío cruel que después de más de 21 años en la cárcel, Popeye parece no sentir.

–¿Y de lo que ha visto, qué le parece la serie?

-Tiene la esencia. Es increíble cómo actúa el que hace de Pablo Escobar, es una cosa del otro mundo. La primera vez que lo vi me sorprendí, pensé que lo estaba doblando. El mismo acento, la misma actitud. Pero el patrón era un poquito más bajito que él y no era tan gordo”.

Popeye tiene muchas ganas de hablar. Después de muchos años de declaraciones y acusaciones, todavía tiene mucho que decir y el tiempo no es suficiente. Se va por las ramas y mezcla los temas moviendo las manos en el aire y abriendo muy grandes sus ojos marrones, que no expresan mucho pero ya no asustan.

“La única que está brincando es Virginia Vallejo, por que Virginia Vallejo está loca. Imagínese, en un caso tan delicado como el de Luis Carlos Galán, ella tenía pruebas, ella supo, ella estuvo con Alberto Santofimio, con los Rodríguez y Pablo Escobar, y se fue contra mí. Dijo que el sicario está diciendo mentiras por que Santofimio no hablaba así. Pero imagínese que una vez, yo estando en la cárcel, una mujer muy fina de Bogotá quiso hacer el amor con ‘Popeye’ y un amigo mío hizo el contacto. La mujer hablaba muy bonito, y en la cama era muy diferente. Lo mismo Alberto Santofimio, él es el bandido de este país. Una cosa es hablar en público y otra internamente”.


El verdadero nombre de ‘Popeye’ es John Jairo Vásquez Velásquez.

–¿Por qué dice que Santofimio es el bandido de este país?

“Alberto Santofimio Botero es una rata, así como yo soy una rata. Pero resulta que esta rata está pagando aquí, porque yo reconozco que soy un asesino, he matado a muchas personas y he pagado 21 años de cárcel. Era imposible que Pablo Escobar llegara a ser presidente, entonces se hacía de segundo. Santofimio quería llegar a la presidencia para representar a Pablo Escobar en una escalera de ataúdes. Todo el que se interpusiera en su camino, muerto. Santofimio basaba su poder político en la oratoria, pero le salió un tipo más grande que él, que era Galán, que estaba por encima de él en todo porque le salía del corazón. En cambio Santofimio estaba sucio, era un corrupto, fundó toda su carrera con plata de la mafia. Ya después el patrón se dio cuenta que el asesinato de Galán era muy delicado. Los primeros días de enero en el 90, en ese punto, vimos la guerra perdida, entonces el patrón se sacudió a Santofimio, y éste fue a dar al Cartel de Cali”.

–¿Dónde cree que está Pablo, en el cielo, o en el infierno?

“El patrón está en el infierno, no tuvo tiempo de arrepentirse”.

–¿Qué cree que piensa el patrón, desde el infierno, viéndolo a usted acusar a tanta gente?

“Yo tengo gran respeto por Pablo, pero yo soy de clase media alta, a mi no me obnubilaba comprarle una casa a mi mamá, yo no tengo escapulario ni tengo tatuajes, tengo educación. Yo hice el bachillerato, he leído, y he hecho mis cursitos y mis cosas. Después estuve en la marina y luego haciendo cursos de policía, me he preparado. Yo fui leal con Pablo Escobar. Cuando Pablo valía 10 millones de dólares para el Cartel de Cali y 15 millones de dólares para la Embajada Americana, yo nunca lo traicioné, yo fui leal con él. Ahorita, desleal conmigo es la familia de él. Hace poquito entrevistaron al tal Juan Pablo Marroquin, el hijo de Pablo que torturaba y mataba gente con nosotros, siendo un niño, porque el patrón lo estaba raqueando como bandido. Y ahora vino y enredó al hijo de Galán y al hijo de Lara Bonilla y vino a pedirles perdón. El único inteligente fue Juan Manuel que le dijo, ¿Y usted de qué me va a venir a pedir perdón a mí? Resulta que ellos (la familia de Pablo) están bregando a rencauchar otra vez en la sociedad colombiana porque ya nuestros enemigos murieron y ellos quieren recuperar unas propiedades de 6 y 7 mil millones de pesos que tienen en Medellín. Entonces Juan Pablo viene a enredar a las familias de Galán y Lara Bonilla. Yo les acabo de mandar sendas cartas a ellos dos. Tienen que abrir los ojos porque están caminando otra vez sobre ellos. Porque Juan Pablo se vende ahora como Gandhi, ¿sí me entiende? Yo no tengo nada contra las personas gordas –dice mirándome a los ojos y tocando mi rodilla con la punta de sus dedos– Pero yo hice una crítica porque es un bandido gordo, se ve hasta más bonito, porque Gandhi era muy feo flaco. Entonces es un Gandhi gordo, él es el líder de la paz. ¡Ommmm! ¡Ommmm!”

Sus palabras retumban contra las paredes del patio de visitas mientras ‘Popeye’ apoya los brazos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba, juntando los dedos de cada mano imitando la pose de yoga. Este hombre que mató a unas 250 personas con sus propias manos, tiene manos de pianista. Son blancas, sin pelos, de dedos finos largos y uñas impecables y las mueve con la gracia de una bailarina de ballet mientras sonríe divertido.

“Tenemos que abrir los ojos todos, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Si el patrón se está revolcando en su tumba, yo lo estoy haciendo porque la familia de él se vino contra mí. Alba Marina sacó un libro diciendo que yo hablo mucho y soy un cobarde. Yo no soy un cobarde. Yo ya estoy retirado del crimen. Para mí sería un sueño ir a Medellín y matarla, por que esa es una bruja que anda en tacones. Yo estoy declarando hace 6 años contra Jorge Luis Ochoa Vázquez y la Fiscalía no lo ha llamado todavía, lo están protegiendo. Y él está desfigurando el testimonio de ‘Popeye’. Me está caricaturizando para que mi testimonio no tenga peso y yo tengo pruebas contundentes. Una de ellas es un comunicado que escribí con Escobar el viernes 24 de julio de 1992 cuando nos acabábamos de escapar de La Catedral, que prueba que yo andaba con Pablo. El único que quedó con Pablo Escobar fui yo”.

–Popeye, ¿Juan Pablo (hijo de Pablo Escobar) cometió actos ilegales cuando era chiquito?
-Juan Pablo Escobar Henao, por ahí desde los doce años, empezó a meterse en las vueltas de nosotros. Teniendo 16 años participó en la muerte del capitán Posada, un capitán de la Dijín que estaba en Medellín. Lo vi torturar y golpear gente. Lo llevamos a una casa de tortura que teníamos y el participó ahí. Y yo, de este bolsillito saqué 50.000 dólares para pagar al testigo –dice estirando la espalda hacia atrás y metiendo la mano en el bolsillo delantero derecho de sus jeans, donde de ninguna manera cabrían 50.000 dólares y revelando, al mismo tiempo, la pretina de unos calzoncillos verde neón–Yo estaba en la Modelo cuando conocí al testigo, entonces le escribí al patrón contándole y él me respondió: “Eso es verdad, cuadre a ese testigo”. Todavía me debe la plata”.

–Cuando salga de la cárcel, ¿qué piensa hacer con la familia de Pablo?
-Yo sería feliz entrando en una pelea con ellos, porque eso para mí son cucarachas. Yo estoy en la capacidad de ser el bandido más grande de la República de Colombia, a mí no me cogen como cogieron a ese muchacho (alias Sebastián). Yo me meto es pa’ la montaña, tengo la experiencia que me enseñó Pablo Emilio Escobar Gaviria. Después de esto yo he aprendido en la cárcel lo que no está escrito. El patrón decía: “El bandido perfecto tiene que pasar al menos un año en la cárcel”, yo llevo 21. Manejo lo más fuerte dentro de la delincuencia, que es el secuestro. Yo puedo burlar el Gaula en la calle porque a pesar de que el Gaula de hoy en día es miedoso, yo también soy miedoso –dice apretando con mucha fuerza mi muñeca derecha con su mano, haciendo énfasis en su maldad–. Yo sería feliz sentando a Alba Marina Escobar como está usted ahí sentada –a menos de medio metro de ‘Popeye’– y matarla descuartizadita, porque están siendo mala gente conmigo, que luché por el patrón. Pero yo ya desmonté eso, porque hay que perdonar u olvidar. Hay una cosa más importante que eso, y es mi hijo y la libertad. Descubrí las cosas pequeñas de la vida en la cárcel, porque como no tengo nada acá…”

–¿Nunca pensó en matar al patrón?
-No, porque nosotros éramos fieles, y el patrón era un caballero.

–Si hubiera querido, ¿habría podido matarlo?
-Sí, totalmente.

–¿Cuándo fue la última vez que mató?
-En la Catedral, a Gerardo Moncada Cuartas en el año 1992. Lo maté por orden de Pablo, era mi gran amigo, él era el jefe de jefes, el rico del Cartel de Medellín. Yo realmente no pienso mucho en eso. Ahora es porque ustedes me preguntaron. Yo me creía un dios y pensaba que los psicólogos eran unos bobos. Cuando entro a hablar con ellos me doy cuenta que uno está enfermo. Así desmonté la violencia de mi cabeza”.

–Popeye, ¿la violencia es una adicción?
–“Total. A mí no me hace falta matar, pero yo mataría por defender mi vida, porque yo no soy bobo.

Tiene dos cicatrices a ambos lados de la frente, el ojo izquierdo más chiquito que el derecho y está flaco, aunque dice gozar de excelente salud. La falta de sol le tiene la piel blanca, pero lo cierto es que parece que tuviera buena salud. Habla de sus asesinatos con total calma, como describiendo cómo parquear un carro largo. Sencillo. Tiene mucho que contar y no espera que le preguntemos para revelar aún más información.

“Hace dos meses vino el señor Andrés Pastrana Arango, el expresidente, inclusive esta cárcel es de él. Yo lo secuestré a él y lo metí en la maleta de un carro. Es un hombre muy interesante y no tiene rencor en su corazón. Él me pidió una entrevista a mí y llegó a los seis meses, yo pensé que ya no venía. Yo le di la autorización porque acá no puede venir nadie sin autorización. Muy sincero, un monstruo, ¿oyó? Un hombre supremamente privilegiado, muy inteligente. Él se acordaba más del secuestro que yo. Yo no había pensado en pedirle perdón, yo soy sincero, soy honesto. Yo soy un matón, pero soy honesto en mis cosas. Por eso salí adelante, porque a todos mis sicarios siempre les pagué al día. Esa es la clave de la mafia, pagar las cuentas. Ese día le pedí perdón a él y a su señora, Nohra. Hablamos de todo el secuestro, de cómo lo planeamos y de la angustia que él pasó. Él quería recordar y estar aquí conmigo. Para qué vamos a hablar mal del expresidente, yo realmente le tengo cariño porque él me perdonó de corazón. Realmente fue muy bonito, yo me sentí muy bien”.


‘Popeye’ nació hace 50 años en Yarumal (Antioquia), veintiuno de los cuales a pasado en la cárcel.

A sus 50 años, después de 21 años en la cárcel, Popeye muere por comerse una manzana y un helado. Habiendo estado rodeado de tanto cemento, ahora sueña con el campo. Dice que únicamente le teme al SIDA, y no le importa que se burlen de él por que no le gustan las prostitutas, la verdad es que prefiere no correr riesgos. Se declara un hombre de Dios que ora mucho y está buscando otra oportunidad dentro de la sociedad. Ya entendió que la felicidad está en las cosas pequeñas como ver pasar una señorita bien bonita y tratarla con respeto, es como haber encontrado un tesoro. Se dio cuenta de que todo lo que quería antes, mujeres, casas con piscina, carros, etc., era pasajero.

“Quiero una nueva vida que no esté marcada por el crimen. Yo no soy millonario, pero tengo para comprarme una casita en el campo. Yo tengo un tesoro que se llama libertad. Nadie sabe cuánto vale la libertad más que yo”.

Quiere, también, conseguirse una mujer sencilla a quien le gusten las cosas simples como a él. Ya no está en condiciones de sostener a una reina de belleza, y ya no le interesan las tetas y los culos como antes. Sueña con conseguir una mujer joven, humilde y pobre. Quiere una morena, una mujer profunda con quien conversar. Y así como sueña, también tiene pesadillas, y quizá la vida es justa, pues su mayor pesadilla es que lo secuestren y lo torturen, tal como lo hizo él mismo tantas veces. La idea le hace sentir pánico.

“Yo soy un luchador de la vida, conozco la lealtad. Soy un asesino. Soy responsable de 3000 muertes, eso no se quita con nada. Yo ya paso a la historia como un asesino”.

A este mismo hombre lo conmueven los niños por bonitos y sinceros, y dice que tiene muy buena energía con los niños, que le cogen cariño enseguida. Precisamente, existe un programa de la Confraternidad Carcelaria de Colombia llamado: Delinquir No Paga Ni Vale la Pena, que previene a los jóvenes en situación de alto riesgo de la comunidad sobre los peligros a los que se exponen ellos y sus familias si se involucran en el crimen, y sobre las terribles consecuencias de no romper el círculo vicioso de la violencia y la delincuencia. Aún faltaba implementar este programa en la cárcel de Cómbita. Entonces hace un año fueron un grupo de niños y niñas a hablar con ‘Popeye’, junto con un equipo de psicólogos cerciorándose de que no haría una apología del delito. Popeye les dijo: “Si les gustan las armas y la sangre –porque a todos los jóvenes les gusta eso– métanse a la armada, a la policía, no hagan lo que hice yo”. Popeye estaba nervioso pero se fue contento, pero a los pocos días los medios del país criticaron duramente que le hubieran llevado niños. “No quieren que Popeye se asome a la legalidad”, dice, siempre hablando de sí mismo en tercera persona.

En un principio, ‘Popeye’ llegó a la cárcel por 7 años, por los crímenes del Cartel de Medellín: el avión de Avianca, la muerte de Galán, la muerte de Wendy (su novia, quien también fuera novia de Pablo Escobar), el secuestro de Andrés Pastrana, y la muerte del procurador Carlos Mario Hoyos.

“Más o menos, los muerticos son como 3000 –Dice con la misma calma con que me cuenta que por la noche no pasa frío en la celda porque tiene muchas cobijas–. Nosotros hicimos la paz con el gobernante de turno, César Gaviria, que es otra rata. Nuestro error fue no haber negociado con el Estado. No me cumplieron, vine por 7 años y llevo 21, e inclusive he estado ad portas de la extradición. Ya terminé de pagar los cargos por el Cartel de Medellín. Ahorita tengo un tema de narcotráfico, pero yo no soy narcotraficante, ojalá fuera. El DAS y la DEA me hicieron un montaje para extraditarme pero me zafé de eso y salgo en 11 meses. Yo conozco todas las porquerías del DAS y los estoy denunciando desde el 2004. El DAS tuvo que ver con el avión de Avianca, la muerte de Galán, la muerte de Bernardo Jaramillo Osa, etc. El DAS me acusa de haber traficado 10 kilos de cocaína a Holanda, y eso no es verdad. En el juicio, le pedí a la jueza permiso para ser muy sincero y le dije: ‘Yo no soy narcotraficante. Si usted me condena es por cuidar su puesto, pero yo lo que sé es matar. Y entre más gente tenga usted, mejor, porque más fácil la encuentro. Es más fácil encontrar un elefante que un ratón”.

Wendy es la joven que Pablo Escobar hizo abortar en contra de su voluntad, con un veterinario de la Hacienda Nápoles. Esa misma mujer luego fue novia de ‘Popeye’. Cuando ‘Popeye’ le contó al patrón que estaba enamorado de ella, Escobar le advirtió que tuviera cuidado, le contó que ella estaba pasándole información al Bloque de Búsqueda y le ordenó que la matara. ‘Popeye’ no fue capaz de hacerlo con sus propias manos, y le pasó la orden a dos de sus sicarios. ‘Popeye’ la citó en un café y estaba mirándola desde lejos y hablando con ella por teléfono cuando le pegaron un tiro en la frente.

“Los valientes matamos de los ojos hacia arriba, los cobardes matan de los ojos hacia abajo”.

–¿Qué le va a decir a Wendy cuando se encuentre con ella en el cielo?
-Wendy era una mujer bandida, ese era el círculo de nosotros. Nosotros los bandidos nos enamoramos de la cola y los senos, nos casábamos con muñecas de la mafia. Todos hicimos parte del problema, ella también me estaba utilizando a mí para llegar a Pablo Escobar. Nosotros fuimos pioneros en matar mujeres, pues nadie quería hacerlo”.

–Imagínese cuando salga de aquí en 11 meses. Está solo en el estadio Atanasio Girardot completamente lleno. Está viendo jugar al Nacional, que va perdiendo. ¿Cómo va a manejar la impotencia de no poder manipular el partido?
-Nosotros no manipulábamos los partidos del Nacional, nosotros matábamos los árbitros. Las psicólogas del penal me están preparando para salir a la vida real y manejar mi impotencia. Me están preparando para cuando haga fila para pagar los servicios públicos y alguien se me cuele o algo. Tengo que aprender a resolver eso como lo hace todo el mundo. Tampoco me puedo quedar callado, y no puedo matar al tipo. Tengo que aprender a funcionar en sociedad. Ese es el pilar de mi libertad”.

Dice que él tiene buena energía porque es positivo. Pero nos advierte sobre la mala energía que hay dentro de la cárcel y adelanta que cuando salgamos de la cárcel nos vamos a sentir agotados, porque en la cárcel hay muy mala energía.

“Tanta gente encerrada tanto tiempo se la pasa pensando en porquerías…”.

Su hijo de 18 años ya sabe todo lo que su padre hizo. Se fue para Estados Unidos a los 7 años y comenzó a deprimirse a los 12 años. Entonces del colegio llamaron a la mamá a decirle que ya sabían quién era su papá, y que si el niño no hablaba con él, lo sacarían del colegio. Su mujer se movió mucho y lo ubicó, entonces ‘Popeye’ habló con su hijo y su mamá se lo contó todo. Está en contacto con él y lo llama periódicamente.

–¿En qué momento decidió separarse de Pablo Escobar?
-Yo me enamoré perdidamente de Ángela María (la madre de su hijo), y desde entonces me importó un culo la guerra. Yo estaba con Pablo en una caleta, entonces salí un día por el correo y me encontré lo que en la época era un teléfono celular. Sentí mucho miedo porque presentí que nos iban a coger por la señal del teléfono. El patrón se dio cuenta de que yo andaba asustado, me regañó muy feo y hasta me manoteó. Yo le dije que estaba muy asustado y él me dijo que si estaba asustado que me largara. Entonces le pedí que me dejara pensarlo unas horas hasta las 4 de la tarde. A las 4 volví, Pablo se disculpó conmigo por haberme maltratado y yo le dije que había decidido irme y entregarme. Antes de irme, me advirtió: ‘En la cárcel lo matan más fácil que conmigo’”.

–Popeye, usted quería ser héroe nacional, ¿lo consiguió?
-Yo quería ser héroe de la patria y me volví el antihéroe.

Dice que cuando salga de la cárcel, mientras no dé entrevistas a gente conectada con sus enemigos, y mientras no toque un celular, puede andar por donde quiera. Temía mucho a la Policía Nacional porque con el Cartel de Medellín mataron muchos policías. Pero ya no cree que la Policía le vaya a hacer nada porque han cambiado mucho. Igualmente pretende moverse de forma que no lo detecten. Sabe que mientras esté en la cárcel está protegido por orden del gobierno, pero apenas esté encerrado solo en su casa, le toca defenderse a sí mismo. Pretende conseguir una mujer y que ella se consiga un arma pequeña, una 7.65, de manera legal. Así él la tendrá consigo y si llega la policía, dirá que el arma pertenece a la mujer. Sabe que no se puede ir del país, pues en ningún lado le van a dar una visa. Se quedará en Colombia. Su familia no lo espera, su padre murió hace pocas semanas atropellado por un automóvil, pero igualmente, desde que se relacionó con Pablo Escobar se fue de su casa para no volver jamás, y ya no está en contacto con su madre o los 4 hermanos que le quedan con vida.

Pasados exactamente 60 minutos, entran tres guardias a interrumpirnos, se ha acabado el tiempo. Nos dan permiso de ver la celda en la que pasa sus días, pero ‘Popeye’ primero quiere organizarla, pues dice que dejó un montón de ropa botada en el piso. Nos mostrará sus poquitas camisas y sacos, y una cachucha roja, todo de marca Lacoste. La ropa se la compran sus abogados y sus mujeres en Bogotá. Tiene un colchón muy firme tamaño sencillo sobre una cama que va desde una pared a la otra, en el cuarto que ni siquiera debe medir 6 metros cuadrados. Solo hay una ventana en la puerta de metal, pero la tiene cubierta con dos cobijas para protegerse del frío por la noche. Me muestra cómo en la esquina superior derecha, donde no hay nada, está Dios, más abajo me indica que está Jesús, después la Virgen donde tiene un dibujo de ella, debajo de ella está el Espíritu Santo donde hay unas letras de colores con las dos palabras, y por último está el Ángel de la Guarda, donde tampoco veo nada. Al lado de donde apoya la cabeza cuando duerme hay una calcomanía de Hello Kitty pegada a la pared. Se la mandó una novia que tuvo en algún momento. Decidió pegarla cerca suyo porque le pareció muy bonito y tierno. Guarda cremas, protector solar y vitaminas en una repisa sobre el lavamanos, a un lado del inodoro, también unas gafas que solo se pone para camuflarse, pues nunca ha necesitado gafas.

El fotógrafo necesita que ‘Popeye’ cambie de posición para tomar la última foto que nos han permitido tomar y le dice:

–¿Usted me puede hacer un favor?

“¿A quién hay que matar?!” –le responde Popeye, y acto seguido, cuando nos despedimos, me abraza y me bendice.

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