Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

1 de Septiembre de 2012

La volada de Fulvio Rossi en El Mercurio: No es la droga, sino la prohibición

Texto íntegro de Fulvio Rossi en el espacio de opinión de El Mercurio El gobierno de Uruguay ha generado un hito en la lucha contra el narcotráfico, al proponer al Parlamento un proyecto de ley para que el Estado legalice y controle la venta y producción de marihuana. El texto tiene un solo artículo que […]

The Clinic Online
The Clinic Online
Por

Texto íntegro de Fulvio Rossi en el espacio de opinión de El Mercurio

El gobierno de Uruguay ha generado un hito en la lucha contra el narcotráfico, al proponer al Parlamento un proyecto de ley para que el Estado legalice y controle la venta y producción de marihuana. El texto tiene un solo artículo que señala que “el Estado asumirá el control y la regulación de las actividades de importación, producción, adquisición a cualquier título, almacenamiento, comercialización y distribución de marihuana y sus derivados”.

Esta iniciativa no es la primera en el mundo que persigue una circulación legal de la marihuana, pero sí lo es en introducir el control del Estado en toda la cadena de producción. Busca arrebatarles el control a las mafias narcotraficantes.

Uruguay abre los ojos frente a un problema que rebasó todos los límites. La inútil política sobre drogas en nuestro continente que ha imperado en las últimas décadas ha provocado un gigantesco efecto social, por la inseguridad que impone el crimen organizado y que los países no han podido derrotar.

En efecto, la política antidrogas de Estados Unidos en América -programas de miles de millones de dólares, como la Estrategia Andina, el Plan Colombia, la Iniciativa Mérida y otros planes bilaterales y multilaterales- ha empeorado la situación: abundan las drogas ilícitas, hay un número creciente de consumidores cada vez más jóvenes y los carteles mafiosos imponen violencia y caos en varias zonas del hemisferio.

A cincuenta años de la Convención de las Naciones Unidas sobre Narcóticos (1961) y a cuarenta de la declaración de guerra de Richard Nixon contra las drogas, ambas políticas fracasaron. “Estamos frente a una manera de enfocar el narcotráfico que no es que no vaya a servir, sino que ya no sirvió”, sostiene el ex Presidente de Colombia César Gaviria, quien gobernó los años más duros de la narcoguerra colombiana (1990 a 1994).

El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en cuyo país 18 estados han legalizado el cultivo con fines terapéuticos, y quien admitió que fumó marihuana en su juventud, ha resaltado la necesidad de buscar soluciones más creativas en la guerra contra las drogas. Si bien ha sido enfático en que no es partidario de legalizar el consumo o la producción de drogas, abrió un espacio que en la última cumbre de los presidentes en Cartagena de Indias, Colombia -en abril de este año-, permitió que por primera vez en cuarenta años se cuestionara la hegemonía de Estados Unidos respecto del tema del combate contra la droga.

En los 70 países de América involucrados en el narcotráfico eran principalmente andinos y México; ahora todas las naciones del continente son afectadas. En México sesenta mil personas han sido asesinadas desde que el gobierno lanzó su gran ofensiva en contra del narcotráfico hace cinco años. El Presidente uruguayo, José Mujica, está dando un giro radical en la forma de enfrentar el problema.

No hay drogas inocuas. Pero mientras en Chile en 2011 el consumo de alcohol causó 40 mil muertes, y el de tabaco, 15 mil, en la literatura científica no hay registro de ninguna persona fallecida por consumir marihuana. Tampoco su consumo se asocia a conductas ilícitas violentas. El consumo de marihuana en Chile, como en Uruguay, está despenalizado, pero no hay estrategias para consumidores adultos no problemáticos y está prohibido el autocultivo. Entonces hay tráfico.

En mi opinión, el Presidente Sebastián Piñera no está en sintonía con lo que pasa en el continente. Por eso frente al proyecto de ley que presentamos con el senador Ricardo Lagos Weber -el que persigue que los mayores de edad puedan cultivar en su domicilio marihuana ( cannabis sativa ), para su consumo personal o terapéutico y próximo en el tiempo; y que a la vez exime de responsabilidad penal a quienes porten una cantidad definida por un reglamento- ha dicho que el Gobierno “tiene el firme compromiso de combatir el consumo de drogas”.

La visión simplista del Presidente Piñera omite, entre otros hechos, que el aumento progresivo de detenidos y condenados por droga en Chile en los últimos 10 años es lo que explica, entre otras razones, el incremento dramático de la población carcelaria, muchos de ellos consumidores: en 2011, de 77.987 detenciones por infracción a la Ley de Drogas, el 66% fue por porte; el 17,3% por tráfico y el 11,9% por consumo.

La legalización alejaría a las personas del mercado negro, que provee de otras drogas más peligrosas, y permitiría asistir mejor a quienes lo necesiten dentro del sistema sanitario. No ha sido la droga, sino su prohibición la que ha creado los carteles de mafias en el mundo. En ninguna parte este enfoque ha funcionado.

Pero como enseña la historia, la moral social en las sociedades no es absoluta y cambia con el tiempo.

Notas relacionadas