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Nacional

11 de Octubre de 2012

La historia de amor de “el Pulga” y Valeria

Valeria Catalán tiene 23 años. Entró hace cuatro a estudiar Educación Física en la Universidad Internacional SEK. El primer semestre, en una fiesta, se fijó en el “Pulga”, como le dicen a Ányelo Estrada, el joven baleado el miércoles por un gendarme.

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Valeria y Ányelo se encontraban celebrando en su departamento de San Martín con Catedral cuando los ruidos de afuera se hicieron demasiado molestos. Ella le pidió al joven que cerrara la ventana y en eso, Ányelo aprovecha de mirar la situación: un grupo de jóvenes lanza piedras a un furgón de Gendarmería y el cado 2° Jorge Retamal lanza dos disparos al aire. Uno de los cuales impacta a Estrada en la cabeza. No celebraban nada especial. Siempre les gustaba juntarse con los amigos o hacer algo distinto como pareja: “habíamos comprado una parrilla recién, para darle el gusto a él. Y estábamos empezando a hacer un asado, a tirar unas carnecitas”, cuenta la joven consternada desde la ex Posta Central donde su pololo permanece en estado grave. Cuenta también que logró estar con él y lo vio: “le di muchos besos. En sus manitos, en su carita”.

Era habitual que las celebraciones o carretes fueran tranquilos, porque según cuenta Valeria, Ányelo no toma ni fuma: “a lo más se toma su cerveza una vez al mes”. Lo mismo cuenta su padre Andrés, conductor de buses del Transantiago para la empresa Subus: “los fines de semana, cuando no trabaja, nos juntamos con la familia. Con mis papás o mis suegros. Somos muy de andar en familia. Hace poco habíamos hablado porque había salido campeón mi equipo de fútbol y no me había podido ir a ver. Entonces me llamó para felicitarme”. Su padre, colocoolino que juega en el Paradero 30 de Santa Rosa, le traspasó siempre este amor por el deporte a Ányelo, quien desde pequeño jugó en Universidad Católica y en Palestino. Por eso le tocaba mucho viajar y así fue como adquirió un gran sentido de la responsabilidad y la independencia: “es tan responsable que su hermano chico (14) lo ve como un papá. A él le decimos: ‘te vamos a acusar con el Ányelo’, y eso le importa más que lo acusen conmigo”, cuenta Andrés Estrada.

Por eso, cuando pudo, Ányelo se fue de la casa familiar en Peñaflor, ya que le quedaba muy lejos de sus estudios en el Estadio Santa Laura. Sin embargo, Andrés rescata que: “siempre que puede lleva a su hermano al Estadio o al cine o algún lado, porque el más grandes de los primos y todos lo ven como un ejemplo”. Y si bien es un joven tranquilo y alegre, su padre también recuerda que “tiene su carácter también porque exige sus derechos, pero como todos no más”.

Junto a Valeria llegaron a vivir a la calle San Martín hace dos años. Para ella también resultaba más cómodo ya que su familia es de Santa Cruz: “además que siempre hacen todo juntos, los siameses”, cuenta una tía de Valeria. Incluso la práctica la están haciendo juntos en el Colegio Mirador de Puente Alto. Pero no fue un flechazo a primera vista. Ambos se conocieron en una fiesta durante el primer semestre de clases: “es chistoso porque yo lo joteaba. Él era tan, pero tan tímido, que un amigo me hacía gancho”, recuerda. Hasta que finalmente, Valeria logró conquistar el corazón de Ányelo y se pusieron a pololear durante el segundo semestre. De eso hace ya cuatro años.

Los planes

En la posta Central, donde Ányelo lucha por su vida y se reúnen familiares, amigos y estudiantes a preguntar por él o a donar sangre, Valeria espera el milagro. De pronto, alguien la llama a su celular: “acá estamos amigo, saliendo adelante. Mira, mi corazón ahora está roto. Yo ya no tengo corazón”, dice antes de cortar.

Sin embargo, no pierde la esperanza: “él va a salir de esto. Teníamos planes de tener algo, casarnos y tener familia, y lo vamos a hacer”. Y parte de esos planes consistían en la posibilidad de jugar de forma profesional en Unión Española, donde entrenaba con Pedro Reyes, ex jugador de Colo Colo y entrenador del equipo de la Universidad SEK, quien lo estaba ayudando: “él va a ser profesor, pero su sueño siempre ha sido ser futbolista”, dice Valeria.

Tanto Valeria como la familia de Ányelo se ha encontrado en todo momento acompañados por amigos, compañeros de universidad y familiares. El Ministro de Justicia Teodoro Rivera habló telefónicamente con Andrés Estrada, padre de Ányelo. Pero de Gendarmería no han sabido nada: “no se nos han acercado, no nos han dicho nada, y mejor que ni se acerquen”, comentan familiares. Sin embargo, durante el día de ayer, un grupo de al menos cinco gendarmes se acercaron a la ex Posta Central para donar sangre y se retiraron sin poder hacerlo. Massiel Argomedo, madre de Ányelo, comentó que “ya vinieron muchos jóvenes a donar, no necesitamos nada de ellos (gendarmes)”.

Al cierre de esta edición, Ányelo continuaba en estado grave y según se informó estaría con coma inducido por al menos cinco días más.

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