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Cultura

11 de Noviembre de 2012

Historia de una explosión, el Boom Latinoamericano

Vía Semana Aparecen constantemente en los medios de comunicación. Se venden millones de ejemplares de sus libros. Los eruditos y los lectores debutantes los devoran con la misma fascinación. Sus nombres son más conocidos y tienen más fanáticos que algunos actores y estrellas de rock. Y no son los creadores de Harry Potter ni de […]

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Vía Semana

Aparecen constantemente en los medios de comunicación. Se venden millones de ejemplares de sus libros. Los eruditos y los lectores debutantes los devoran con la misma fascinación. Sus nombres son más conocidos y tienen más fanáticos que algunos actores y estrellas de rock. Y no son los creadores de Harry Potter ni de Cincuentas sombras de Grey: son autores que empezaron a publicar libros en los años sesenta y que se hicieron mundialmente famosos con el nombre del Boom Latinoamericano.

Los protagonistas principales de esta historia son conocidos por todos: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y José Donoso. Ellos conforman una generación que transformó la historia de la literatura en Latinoamérica y que hoy, a pesar de que algunos de ellos ya murieron o dejaron de publicar, siguen siendo relevantes. La prueba es que la semana pasada se celebró en España un enorme congreso para festejar y reflexionar a propósito de los 50 años de este movimiento. Los organizadores, entre quienes se encuentran Casa de América, Cátedra Vargas Llosa y Acción Cultural Española, escogieron 1962 como la fecha de nacimiento, cuando Vargas Llosa publicó su primera novela, La ciudad y los perros. Este es un punto de discusión todavía abierto, sin embargo, pues para muchos el Boom se inició realmente con la publicación de Rayuela de Cortázar, un año después.

En el congreso, que se llevó a cabo en Casa de América en Madrid y en ocho universidades del país, participaron académicos, escritores y críticos latinoamericanos y europeos. Por cierto, los participantes españoles coincidieron en anotar que la literatura del siglo XX en su país —y tal vez en el resto del continente— no se puede entender sin su cercanía con las obras del Boom.

El encargado de inaugurar el evento fue Mario Vargas Llosa. En un discurso de 45 minutos —magistral según los asistentes— el Nobel peruano hizo un recuento de las anécdotas y los momentos cruciales del Boom. Vargas Llosa no solo habló de la ambición, del talento para la escritura, del compromiso político y de los gustos literarios que unían a los integrantes del grupo, sino que también hizo énfasis en sus lazos de amistad. “Es hermosa la amistad, la experiencia de compartir sueños y de dar juntos esa batalla común por la ficción. Porque ya lo saben ustedes, la literatura y la cultura es mucho más que un entretenimiento o un placer: es una fuente de civilización y progreso”, dijo. A pesar de que Vargas Llosa y García Márquez —los únicos dos ganadores del Nobel— rompieron relaciones hace varias décadas, el peruano solo tuvo palabras elogiosas para el colombiano.

También se discutió cómo se gestó y cuánto duró el Boom. Sobre lo primero, es claro que en Latinoamérica hubo varios precursores y contemporáneos tan importantes como Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Tomás Eloy Martínez, Ernesto Sabato, y Juan Rulfo, entre otros. Pero no cabe duda que lo que configuró el movimiento fue el tiempo que sus integrantes pasaron en Europa. Allí conocieron a Emir Rodríguez (fundador de la revista Nuevo Mundo), a Carlos Barral y a la agente literaria Carmen Ballcells, fundamentales para que los escritores convivieran y para que se gestaran sus obras y su éxito comercial. Dos libros son claves para entender esta gestación: Los nuestros de Luis Harss —considerado quien estableció el canon del movimiento— e Historia personal del Boom de José Donoso.

También, y en esto coinciden casi todos los expertos, aunque el Boom sigue vigente, tuvo un punto de quiebre: la discusión sobre el arresto del poeta Heberto Padilla por el régimen cubano. La amarga discusión que generó este caso distanció para siempre a los escritores.

Finalmente, quedó en el aire la pregunta sobre cuál es el legado del Boom. El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien participó en el congreso, le dijo a SEMANA: “Uno puede decir que antes de ellos la ficción latinoamericana no tiene tradición. Hay un puñado de cimas valiosas, pero su valor es más bien arqueológico. Es con el Boom que la ficción latinoamericana funda una tradición con derecho de ciudadanía en la historia universal de la literatura”.

En ese mismo sentido se manifestó el peruano Alonso Cueto: “Aprender de los escritores del Boom es una de las tareas más difíciles para un escritor que viene después de ellos. Recoger esta gran tradición literaria sin que se sienta su influencia y a la vez buscando una voz original es duro, pero creo que no hay otra postura posible”. Para muchos, justamente, el Boom eclipsó a toda una generación posterior y solo ahora los autores latinoamericanos se están liberando de esas ataduras. “Tras el Boom, la pereza de los periodistas, la costumbre de los lectores y la comodidad de los editores hicieron que todo lo que no entrara dentro de los cauces abiertos por Rulfo o Borges o García Márquez fuera menospreciado. Pero todos los buenos libros han acabado por imponerse, creo yo, o acabarán haciéndolo. Eso tiene de bonito la literatura: que, aunque muchos libros son olvidados injustamente, al cabo del tiempo ninguno es injustamente recordado”, concluye Vásquez.

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