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Opinión

2 de Diciembre de 2012

Columna: El miedo al miedo

Columna publicada en el sitio ElMendolotudo.com.ar *Texto tiene modismos argentinos Siempre gusto de comenzar mis escritos citando alguna frase célebre relacionada con el tópico en análisis. Y la elección para esta nota es un proverbio chino que describe el principio del fin del miedo y, al mismo tiempo, bien puede ser la conclusión de él. […]

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Columna publicada en el sitio ElMendolotudo.com.ar

*Texto tiene modismos argentinos

Siempre gusto de comenzar mis escritos citando alguna frase célebre relacionada con el tópico en análisis. Y la elección para esta nota es un proverbio chino que describe el principio del fin del miedo y, al mismo tiempo, bien puede ser la conclusión de él. El mentado adagio expresa: “El que teme sufrir, ya sufre el temor”. Y con esto lo que se intenta describir es, una vez más, la helicoidal forma en la que se comportan muchos de los sentimientos que encuentran en su creación o punto cúlmine, su propia destrucción.

Miedo y Origen: El miedo constituye un medio de supervivencia lógico para la interacción en sociedad con los demás actores de la misma. Lo mismo se aplica para los animales. Es un temor instintivo, no puede racionalizarse ni controlarse a través de la mente. Lo que puede hacerse es canalizarlo para luego poder utilizarlo. El miedo le permite al sujeto responder con agudeza ante situaciones que el cerebro presenta como adversas. Es una aversión primaria a situaciones o cosas que producen amenazas o riesgos en general.

Miedo y Psicología: El miedo, sin lugar a dudas, es una reacción instintiva a los peligros que pueden acechar a una determinada criatura. Los conductistas me acusarán de recurrir a la psicología profunda, pero no creo que el miedo sea algo que se aprenda. Es un estado afectivo, necesario para la adecuada conformación del sujeto al medio y que al mismo tiempo provoca angustia y ansiedad en la persona, dado que ésta puede experimentar temor sin un motivo aparentemente válido. Esto se relaciona directamente con las experiencias traumáticas, que son las que terminan imprimiendo a través de los receptores una huella en las células del cerebro. También hay una determinada propensión al miedo dada por las cantidades de dopamina en la amígdala cerebral.

Miedo y FilosofismosEntiendo, siguiendo la filosofía leviatánica de Thomas Hobbes, que el hombre es egoísta por naturaleza. Patentizada e inmortalizada en la frase “Homo Homini Lupus” (El hombre es un lobo para el hombre) nos invita a colegir que si existe el egoísmo como elemento caracterizador insito en la personalidad del hombre, independientemente del contacto social, descubrimos que el miedo es parte integrante de ese egoísmo y de esa cuota de maldad necesaria que todos ostentamos; dado que va a ser ese miedo primario lo que a la postre se desatará como egoísmo y maldad.

Miedo y SociedadEn este punto quiero referirme exclusivamente a la ansiedad y al pánico. Dos miedos desarrollados por las sociedades post-modernas y cebados por los medios de comunicación masiva. Son dos nuevas formas de control de la sociedad a través de estados de ánimo con cierta propensión a la dependencia, tanto de químicos, como de alquimias y monopolios. Son nuevas debilidades desarrolladas por la excesiva interacción de los distintos participantes de la escena mundial. Un espiral de exigencias, necesidades insatisfechas y objetos de deseo inexistentes, que solo logran fobias infundadas, consumismos desmedidos, carentes de sentido y retroalimentados por su constante renovación y obsoletización.

Miedo y Epicureísmo: con esta proposición, no intento invitar a resolver los pavores propios de nuestra condición, con un hedonismo cirenaico desmedido. Mas, es dable destacar, la influencia que puede tener la ataraxia en la búsqueda de conocer una salida al canguelo (coloquial caló) y de esa forma poder equilibrar emociones, restándole potencialidad al terror y quitándole su virtualidad amenazante. Esta tarea también es posible alcanzarla a través de la técnica budista-estoica de suprimir el temor a la parca, a las deidades, y al sino cruel.

Miedo y Poder: como destacásemos otrora en una de mis primeras notas: El poder es tomar el miedo de los demás en nuestras manos y mostrárselos. Con esto se intenta significar que el miedo es un elemento necesario para el poderoso. Un gobierno puede realizar su gestión con mayor facilidad y comodidad, manteniendo a su pueblo en un estado de alarma. Como supo suceder en el “11S” de U.S.A. época en la cual los legisladores norteamericanos habían disminuido drásticamente el presupuesto de “Defensa y Guerra” y decidieron auto-infligirse un ataque terrorista, para renovar los contratos con las grandes empresas armamentistas -propiedad de Bush padre- por la módica suma de 40 billones de dólares y asegurando la continuidad de W, manteniendo un estado de alerta naranja y amenazando al mundo entero. “Nos matan a un turista norteamericano, matamos a todos los responsables, queman una de nuestras iglesias y quemaremos sus ciudades enteras.”

Miedo y Canalización: por último y como para ir redondeando conclusiones, entiendo que hay que destacar el valor del miedo como catalizador interno y saber encauzarlo para, de ese modo, poder manejarlo en provecho propio.  Hay que recordar que la valentía no es la ausencia del miedo, si no la conquista de este para su ulterior utilización. Al fin y al cabo el miedo cuando puede ser controlado, se transforma en una fuente de energía y motivación extraordinaria. Estando bajo amenaza, nuestro cerebro tiende a liberar hormonas de adrenalina que adaptan nuestro organismo para enfrentar peligros, aumentando la presión sanguínea y acelerando el ritmo cardíaco. De esta forma los sentidos pueden agudizarse, el cerebro tiende a estar alerta y el cuerpo muestra menos sensibilidad frente al dolor. ¡Todo un complejo y articulado sistema de inmunidad!

 “No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo.” (G. Leopardi).

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