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Opinión

3 de Diciembre de 2012

Joaquín “El Chapo” Guzmán: El emperador de la coca

A pesar de una guerra que ya se llevó 50.000 vidas, Felipe Calderón no pudo capturar a Joaquín el 'Chapo' Guzmán. Ahora Enrique Peña tendrá que cazar al capo más poderoso del mundo. Así construyó el Chapo su increíble emporio criminal.

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Vía Semana.com

Una tarde de agosto pasado, en un hospital en las afueras de Los Ángeles, la reina de belleza Emma Coronel dio a luz dos niñas. Dos gemelas, millonarias, herederas de una fortuna de por lo menos 1.000 millones de dólares. El esposo de Emma no pudo asistir al parto. Tampoco firmó el registro de nacimiento. Pero la ausencia del padre, un magnate que sorteó una infancia pobre y campesina, no se debió a algún lío por la paternidad de las niñas, o alguna disputa por el patrimonio familiar.

No. Coronel estaba sola porque su marido es Joaquín Guzmán, el director ejecutivo del cartel de Sinaloa, el narcotraficante más poderoso del mundo. Su organización es responsable de la mitad del flujo de narcóticos entre Estados Unidos y México y Guzmán es, desde la muerte de Osama Bin Laden, el hombre más buscado. Pero su mujer es estadounidense y salió de la clínica con la misma tranquilidad con la que había llegado.

Todos lo conocen como el Chapo por ser bajito y gordito. Guzmán tiene 55 años, que en el mundo del narcotráfico es como tener 150. En México es una figura mítica, la musa de narcocorridos, un sobreviviente que se ha impuesto por encima de enemigos y cómplices. Según la DEA, el Chapo vende más drogas hoy que el mismísimo Pablo Escobar en la cima de su carrera. Y no es difícil explicar porqué. El mayor proveedor mundial de narcóticos y el mayor consumidor mundial son vecinos. Como dijo el presidente Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

El cartel de Sinaloa compra 1 kilo de cocaína en las montañas de Colombia en 2.000 dólares. Y después ve cómo su precio se va inflando mientras se acerca a la nariz del consumidor. En México ese kilo alcanza los 10.000 dólares. Y una vez salta la frontera con Estados Unidos, ya se vende a 30.000. Mejor aún, si se divide 1 kilo en 1.000 dosis de un gramo, se le pueden sacar 100.000 dólares. Y eso es solo con la cocaína. El cartel de Sinaloa está diversificado e integrado verticalmente. También produce y exporta marihuana, heroína y metanfetamina.

Sin embargo, evaluar con precisión la dimensión del imperio del Chapo no es fácil. Las estadísticas del bajo mundo son pura especulación. Para el departamento de justicia, los carteles colombianos y mexicanos cosechan entre 18.000 millones y 39.000 millones de dólares por año vendiendo drogas en Estados Unidos. Un margen que muestra que las cifras no son siempre muy fiables.

De todos modos, incluso si se toman las sumas más bajas, Sinaloa es un participante colosal en el mercado negro global. Para la Rand Corporation (un centro de pensamiento estadounidense), los ingresos brutos de los carteles mexicanos por drogas alcanzan 6.600 millones de dólares. Y según la mayoría de estimaciones, Sinaloa se lleva una tajada de por lo menos 40 por ciento del mercado. Lo que quiere decir que la organización del Chapo tiene ingresos mínimos de 3.000 millones de dólares anuales. Nada mal.

Desde la guarida montañosa donde se esconde, el Chapo supervisa una red logística extremadamente sofisticada. Casi igual a la de Amazon, la compañía líder en comercio electrónico mundial. Incluso más compleja, pues le toca mover sus mercancías y sus ganancias en la sombra. Y evitar que la competencia lo mate o la mande a la cárcel. Por su longevidad, su alcance mundial y su rentabilidad, es probable que el cartel de Sinaloa sea la empresa criminal más exitosa de la historia.

El estado de Sinaloa está atrapado entre la Sierra Madre y la costa este mexicana. Es la Sicilia de México, la tierra de los narcos más notorios del país. Es poco lo que se sabe sobre la infancia del Chapo. Nació en La Tuna, un pueblo en el piedemonte de la Sierra. Solo llegó hasta tercero de primaria y tiene dificultades para leer y escribir. Cuando estaba en la cárcel, otros presos redactaban para él sus cartas de amor. En los ochenta se unió al cartel de Guadalajara, que era comandado por un expolicía conocido como el Padrino.

En 1989 capturaron al Padrino. Sus socios se reunieron en Acapulco para repartirse las rutas de contrabando. Los fragmentos de la organización del Padrino se volverían las bases de los carteles de Tijuana, Juárez y Sinaloa. Y los colegas pronto se convertirían en enemigos, enfrentados en sangrientas guerras territoriales que hoy continúan.

Para 1990 ya el Chapo metía tres toneladas de cocaína por mes en Estados Unidos. Sinaloa siempre se ha distinguido por su imaginación para llevar drogas. Como muchos, junto a proveedores colombianos trajeron la cocaína a México en avionetas, con mulas en aerolíneas comerciales, Jumbos 747 de carga, contenedores, buques, barcos de pesca, lanchas ultrarrápidas y submarinos.

Pero la gran contribución del Chapo al arte del tráfico de drogas fue una de esas innovaciones que hoy son tan lógicas, que en retrospectiva, parece increíble que a nadie se le hubiera ocurrido: un túnel. A finales de los ochentas el Chapo contrató un arquitecto para diseñar pasajes bajo tierra entre México y Estados Unidos. Lo que parecía ser un simple grifo en la casa de uno de sus abogados en el pueblo fronterizo de Agua Prieta, era una palanca secreta que activaba un sistema hidráulico. Esta abría una escotilla escondida bajo una mesa de billar. El pasadizo corría 60 metros por debajo de la línea fronteriza y emergía en una bodega del cartel en Douglas, Arizona.

Ese túnel es la pieza maestra de Guzmán. Veinte años después los carteles siguen cavando. A este día, más de 100 túneles han sido descubiertos desde la invención del Chapo.

Eventualmente descubrieron el túnel. Pero el Chapo cambió de táctica una vez más. Abrió una fábrica de conservas en Guadalajara y empezó a producir miles de latas de ‘Jalapeños Comadre’. Los rellenaba de cocaína, los empacaba al vacío y los enviaba en camiones, trenes de carga e incluso por FedEx a tiendas mexicanas en California.

Cocaine Incorporated

Hay una razón por la que la cocaína cuesta mucho más en las calles que en las montañas de Colombia. El consumidor no está pagando por la droga. Le está retribuyendo a todos los que en la cadena de distribución asumieron riesgos para llevársela.

Se podría suponer que la imprudencia es un prerrequisito para quien contemple una carrera en este negocio. Pero en realidad los traficantes establecidos se concentran en el concepto de riesgo. SegúnTony Placido, alto oficial de inteligencia retirado de la DEA, “Ellos quieren ganar y vivir lo suficiente para poder gastar sus riquezas”. La gran preocupación de los narcos inteligentes es “el riesgo marginal de encarcelamiento”.

Pero la manera más segura de no meterse en problemas son los sobornos. Los carteles no cancelan impuestos, pero un coloso como Sinaloa le paga a las autoridades federales, estatales y municipales cantidades que podrían rivalizar con la tasa de imposición mexicana. Compran alcaldes y gobernadores, policías, al ejército, la marina y a una gran cantidad de altos oficiales.

En 2008, Noé Ramírez, el zar antidrogas del presidente Felipe Calderón, fue acusado de aceptar 450.000 dólares mensuales. Los traficantes mexicanos se gastarían cada año 1.000 millones de dólares en pagos a la Policía.

En 1993 los federales arrestaron al Chapo. Lo condenaron a 20 años de prisión y lo encerraron en el penitenciario de Puente Grande. Pasó dos años comiendo como un rey, trayendo prostitutas y manejando sus negocios a través de su celular. En 1995, ya cansado, el Chapo organizó su fuga en la camioneta de la lavandería. Pagó 3 millones de dólares y hoy está libre. Los mexicanos renombraron la cárcel Puerta Grande.

Pero cuando el dinero falla, siempre se puede recurrir a la violencia. “En los mercados ilegales hay una tendencia hacia el monopolio, por eso se pelean unos con otros”, dice Antonio Mazzitelli, de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga en Ciudad de México. “Cómo pelean: ¿yendo a una corte? ¿Ofreciendo mejores precios? No. Ellos usan la violencia”.

Los reyes de la ultraviolencia son ahora los Zetas, una liga de psicópatas con una devoción por la crueldad. Sinaloa también debe muchas vidas, pero sus métodos son más discretos. Puede ser, como dijo un funcionario estadounidense, que el Chapo “es más consciente de su marca”.

¿Qué tan activo está el cartel en Estados Unidos? Según el Departamento de Justicia, para 2009 los mexicanos operaban en “más de 1.000 ciudades en todo el territorio”. En 2005 la DEA comenzó a interceptar grandes cargamentos de cocaína. Cada kilo estaba envuelto en un peculiar papel aluminio. El papel apareció en Los Ángeles, Oklahoma, Chicago, Atlanta y Nueva Jersey. “Era coca de Sinaloa”, aseguró Michael Wardrop, quien lideró operativos de la DEA contra el cartel. El aluminio delator continuó apareciendo. Wardrop y sus colegas se impresionaron. “Era como ver un virus con un microscopio”, dijo Wardrop, “crecía constantemente”.

Más de 1.000 personas fueron arrestadas por las investigaciones de Wardrop. Según muchos, casi nadie trabajaba para el Chapo. Cuando cayó Otis Rich, un traficante de Baltimore, le preguntaron si había escuchado hablar del cártel. Su respuesta lo dice todo: “¿Sina-quien?”. La táctica de Sinaloa es llevar drogas a puntos de distribución, donde las entregan a mayoristas de confianza que luego se las venden a traficantes en todo Estados Unidos.

Pero la gloria del Chapo podría estar acercándose a su final. Hace poco empezó el juicio en Chicago contra Jesús Vicente Zambada Niebla, alias Vicentillo. Es el miembro más alto de Sinaloa que tiene que responderle a la ley, pero se sospecha que está negociando con las autoridades y podría salir libre a cambio de entregar información sobre sus cómplices. Con la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia de México hay además una creciente presión política en ambos lados de la frontera para capturarlo. En febrero se escapó de una redada de autoridades mexicanas en Los Cabos. Y está la amenaza de la competencia. Según algunos, los Zetas ahora controlan más territorio que el Chapo. “Es como la evolución de los dinosaurios y la aparición del tiranosaurio rex”, explica Mazzitelli, “los Zetas son el tiranosaurio”.

Aunque el capo sea capturado o asesinado, uno de sus asociados ocupará su lugar. Y la infraestructura contrabandista que el Chapo creó, perdurará, canalizando el producto, cosechando las ganancias y alimentando la constante demanda del lado estadounidense de la frontera. Lo que el historiador Héctor Aguilar Camín alguna vez llamó “la insaciable nariz norteamericana”.

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