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Mundo

15 de Enero de 2013

Crisis volvió ‘economistas’ a los españoles

Por Adrián Sack para El Tiempo Madrid. El mediodía, que en esta ciudad llega puntualmente a las dos de la tarde, apiña a los clientes de un luminoso restaurante del barrio madrileño de Hortaleza alrededor de una veintena de mesas. Como todas las tardes a esa hora, las miradas de la mayoría son absorbidas, en […]

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Por Adrián Sack para El Tiempo

Madrid. El mediodía, que en esta ciudad llega puntualmente a las dos de la tarde, apiña a los clientes de un luminoso restaurante del barrio madrileño de Hortaleza alrededor de una veintena de mesas.

Como todas las tardes a esa hora, las miradas de la mayoría son absorbidas, en cuestión de minutos, por un gran televisor LED, donde una mujer aporta el dato que algunos no entienden, pero que muchos esperan.

“Este viernes, aquí, en el parqué [plaza financiera] de Madrid, tenemos buenas noticias. Nuestra prima de riesgo continúa su carrera descendente: hoy alcanzó los 330 puntos básicos, con una rentabilidad del bono español inferior al 4,9 por ciento. Y todo, además, en un marco de optimismo y hasta euforia, ya que el Íbex prolongó su envión alcista y se encamina a cerrar en verde por cuarto día consecutivo”.

El entusiasta informe de la periodista bursátil es seguido sin pestañear por todos, casi como si se tratara de la repetición de los goles del Real Madrid o de la imagen indecorosa de algún famoso sorprendido ‘in fraganti’.
Pero no: es el relato en primera persona del plural de la marcha de los mercados financieros el que se lleva por estos días toda la atención y no pocas de las conversaciones de sobremesa, en un país en el que, después de varios años de crisis, todos tienen algo de economistas.

Así, términos perfectamente desconocidos hasta hace no mucho tiempo como “prima de riesgo”, “parqué madrileño”, “déficit público”, “activos tóxicos” y las mucho más sofisticadas “participaciones preferentes” ya han logrado colarse no solo en el vocabulario del ciudadano de a pie, sino también en sus preocupaciones.

“No termino de entender qué es la prima de riesgo, y eso que mi marido me lo explicó tantas veces como la posición adelantada en el fútbol. Pero sé que si baja es mejor para el país”, observa Sofía Cuenca, una joven empleada de una librería madrileña.

A sus espaldas, la vidriera rebosa de títulos que prometen aportar más y más palabras a esta nueva pasión española. Entre la última obra de Arturo Pérez-Reverte y las picantes novelas de E.L. James florecen varias tapas que dan cuenta del creciente interés por subirse al carro de aquello de lo que hablan todos.

De esta manera, ‘Ganar en la Bolsa es posible’, ‘Incrementa tu cociente intelectual financiero’ y ‘Diccionario para entender la crisis (y el rescate)’ son apenas tres ejemplos de los últimos libros sobre economía y finanzas que se metieron en el Olimpo de los más solicitados por el público.

Pasión local
El súbito “pico de rating” de este tipo de temas en la sociedad española, impredecible hace un par de años, fue advertido por el experto Alfredo Rodríguez Sedano, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.

“Existe una generalización de una serie de conceptos que hasta ahora no había ninguna necesidad de que estuvieran aquí, entre nosotros, los que no nos dedicamos a la economía ni a las finanzas. Y eso significa, de alguna manera, que estamos en una crisis y que hay que comunicar y tratar de aprehender lo que nos sucede”, dijo.

Sin embargo, el experto afirma que la complejidad de los temas económicos, y sobre todo financieros, escapa muchas veces a la comprensión cabal de lo que se está hablando, y apenas llega a traducirse en sensaciones.

“Una cosa es que la gente haya empezado a utilizar estos términos, y otra es que los comprenda. El público no especializado tiene ideas vagas sobre economía y finanzas. Si se le pregunta cómo se calcula el Producto Bruto Interno (PBI) o qué es una participación preferente, lo más probable es que no consigamos ninguna explicación aceptable”, sostuvo.

Si bien para Rodríguez Sedano el estallido de la crisis estimuló el interés público hacia la evolución cotidiana de los mercados y las variables de la macroeconomía, el fenómeno tuvo su origen, en realidad, en los últimos 20 años.

“Ahora pensamos todo en términos económicos porque el dinero escasea, pero lo cierto es que también lo hacíamos antes del 2007, cuando el crédito era demasiado accesible y los bancos prácticamente les regalaban las hipotecas a sus clientes. De modo que primero fue por exceso y después por carencia”, dijo.

“En las dos décadas más recientes, el dinero siempre se mantuvo como la única variable. Por eso, sin dudas, lo vamos a volver a hacer una vez que salgamos de este pozo. Y eso es más preocupante que la crisis financiera en sí, porque es una crisis moral, que es de más difícil resolución”, concluyó.

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