Yoaní Sánchez fue recibida con protesta en aeropuerto de Brasil

Vía Clasesdeperiodismo.com

Después de más de cinco años y 20 intentos fallidos de salir de Cuba, la bloguera Yoani Sánchez, de 37 años, logró el domingo viajar al extranjero, tal y como informamos. Pero al llegar a Brasil –su primer destino–esta mañana, el recibimiento no fue tan agradable como se esperaba en Pernambuco y Bahía. Un grupo de activistas a favor de Fidel Castro la acusó a gritos de ser colaboradora de la CIA y venderse al gobierno de los Estados Unidos, reporta OGlobo.

En Salvador, su segundo destino brasileño, la activista tuvo que abandonar el aeropuerto por una salida alternativa, después de que unos 20 manifestantes realizaran un acto de protesta en la zona de aterrizaje. Llevaban pancartas que decían “Viva Fidel” y corearon frases como “Yoani, que se vende a los ‘yankees’ ”.

Yoani no se desanimó. Al contrario. “¡Viva la democracia, quiero esta democracia también en mi país””, respondió la cubana, según el sitio informativo G1, de acuerdo a la agencia de noticias AFP.

“Brasil fue el país que más se esforzó en sacarme de mi exilio insular”, afirmó Sánchez, al explicar por qué eligió este país como primera escala de su gira de tres meses.

Folha de Sao Paulo informa que en el aeropuerto de Recife probó por primera vez una tablet. Desde allí tuiteó. Como una niña con “juguete nuevo”, expresó sentirse maravillada con la velocidad de internet.
RESPETO A LA PLURALIDAD

En su blog Generación Y, Yoani escribió que apreciaba las flores como las críticas:

“El aeropuerto de Recife un lugar para el abrazo. Allí encontré a muchas personas que durante han años me han apoyado en mi empeño de viajar fuera de las fronteras nacionales. Hubo flores, regalos y hasta un grupo de gente insultándome que me gustó mucho –lo confieso- porque me permitió decir que yo soñaba con que “algún día en mi país la gente se pudiera expresar públicamente así en contra de algo, sin represalias”. Un verdadero regalo de pluralidad, para mí que llego de una Isla a la que han intentado pintar con el monocromático color de la unanimidad. Más tarde me asomé también a una Internet tan rápida que casi no comprendo, sin páginas censuradas ni funcionarios mirando por el hombro la página que visito.