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Planeta

8 de Marzo de 2013

Cómo llega la caca a la comida

Vía Abc.es Los trabajadores de bares y restaurantes de EE.UU. tienen la obligación de lavarse las manos antes de volver al trabajo tras un descanso o después de haber acudido a los aseos. No es únicamente una obligación, sino que es un delito no hacerlo. Gracias a esta medida, omnipresente en carteles en todos los […]

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Vía Abc.es

Los trabajadores de bares y restaurantes de EE.UU. tienen la obligación de lavarse las manos antes de volver al trabajo tras un descanso o después de haber acudido a los aseos. No es únicamente una obligación, sino que es un delito no hacerlo. Gracias a esta medida, omnipresente en carteles en todos los locales de restauración del país norteamericano, las cifras de infecciones alimentarias en EE.UU., según datos de los Centros de Control de las Enfermedades de aquel país (CDC), se han reducido. Sin embargo, los trabajadores que manipulan alimentos y no se lavan las manos después de ir al baño o no mantienen una correcta higiene siguen siendo responsables del 39% de las infecciones alimentarias que se registran en EEUU.

En España, prácticamente existen las mismas recomendaciones de higiene con el fin de evitar la contaminación de los alimentos en lugares públicos. Algunas cadenas de restaurantes, como McDonalds, hacen del lavado de manos un ritual: «Antes de entrar en cocina, el personal se lava las manos y los antebrazos con un jabón bactericida durante al menos 20 segundos, además de siempre que es necesario. Se ha establecido un programa de lavado de manos adicional por el cual un reloj se programa para que suene cada hora e inmediatamente después y de manera ordenada todos los empleados acudan a lavarse las manos. Este sistema contribuye a la seguridad de los alimentos manipulados en nuestros restaurantes».

Las recomendaciones, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), se extienden también al ámbito del hogar: «lavarse las manos antes de preparar alimentos y después de ir al baño; lavar cuidadosamente todas las superficies y el menaje usado durante la preparación de la comida, proteger los alimentos y la cocina de insectos, mascotas y otros animales, y guardar los alimentos en recipientes cerrados».

En un mundo «ideal» el riesgo de contaminación alimentaria estaría cercano al cero pero en éste, no. La alarma ha saltado por la retirada de tartas de chocolate y caramelo que la cadena de muebles Ikea ha tenido que hacer en 23 países después de que las autoridades sanitarias chinas requisaran el pasado año cerca de dos toneladas de estos postres importadas desde Suecia por detectar en ellas altos niveles de bacterias comúnmente presentes en el tracto intestinal humano, lo que puede indicar una contaminación fecal. En un principio se pensó que se trataba del tipo coliforme, que suelen presentarse en las heces humanas y de otros animales de sangre caliente, como caballos. Aparte del riesgo que puedan tener por sí mismas, que varía mucho dependiendo del tipo, desde inocuas a peligrosas (la Escherichia coli del brote de Alemania de 2011 era de estas últimas), son, sobre todo, indicadoras de una falta de control e higiene en la fabricación o distribución de los productos. Un portavoz de la compañía declaró que la bacteria puede haber llegado a las tartas de varias maneras: con agua contaminada o si un operario que haya descuidado la higiene.

Bacterias, virus…
La contaminación alimentaria no es pues infrecuente. Bacterias y virus de origen fecal, hongos, parásitos, contaminantes tóxicos naturales, ambientales (mercurio, cadmio, etc.) o agrícolas (pesticidas, fertilizantes, etc.) e incluso de los propios envases de plástico o de metal pueden llegar a contaminar los alimentos. Pero además, los alimentos puede contaminarse con cosas como huesos, astillas, cristales, trozos de madera y metal e incluso animales muertos.

Para prevenir este posible contagio existen una normativa muy estricta y escrupulosa para la elaboración y manipulación de alimentos pero, como en el caso de la carne de caballo detectada hace poco en carnes procesadas o en el de las tartas de Ikea, puede fallar.

Sin embargo, y más al alcance de la población general, algo tan sencillo como mantener una higiene en nuestra vida diaria, especialmente a la hora de manipular los alimentos, nos evitaría riesgos innecesarios. Y lo que parece sencillo y fácil, no lo es.

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