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Opinión

20 de Marzo de 2013

Dos señores y una señora

La crítica ficción, por tratar de darle un nombre a lo que uno intenta hacer al observar el campo político, tiene como objetivo descomponer el hecho político mediatizado. Partimos del supuesto que los acontecimientos son sólo mediaciones tecnológicas, es decir, producidos por la televisión, o en Facebook o Twitter, o quizás por un correo electrónico, […]

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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La crítica ficción, por tratar de darle un nombre a lo que uno intenta hacer al observar el campo político, tiene como objetivo descomponer el hecho político mediatizado. Partimos del supuesto que los acontecimientos son sólo mediaciones tecnológicas, es decir, producidos por la televisión, o en Facebook o Twitter, o quizás por un correo electrónico, no hay más. La política es un sistema online. Lo otro, la calle con esa gente que grita consignas o con huelguistas que protestan, es la persistencia patrimonial de lo social que ya no existe; al ratito esos mismos vocingleros se transforman en clientes o consumidores, es cosa de ver a los estudiantes carreteando.

La comparación arbitraria de estos dos personajes, Hugo Chávez y Pablo Escobar, la hago a propósito de la televisión abierta. Que, a pesar de la hegemonía de la programación farandulera, es capaz de entregarnos por una dinámica de la no expectativa, algunas joyitas como la serial sobre Pablo Escobar que dan en Mega. Y de paso la muerte del compañero Chávez. Todo mediáticamente determinado, porque en nuestro ordenamiento cultural el espectáculo de la muerte del líder transita por otra vereda. Quizás porque nosotros no tenemos hace mucho líderes, sólo abusadores del poder, no sabemos de esos amores apasionados que nos provocan identificación con el otro.

Para ser líder hay que ser bueno, o más o menos bueno, y también un tanto egocéntrico; y en Chile la gente es mala, aunque se cumple con el requisito de la egolatría, combinada con abyección y voluntad de hacer daño. Chávez era un buen tipo que hizo mucho por los pobres de su patria y América Latina. Pablo Escobar también hizo mucho por los pobres de su patria y era anti oligarca y anti imperialista, igual que Chávez. En la tesis de la serial Escobar está contra los encorbatados, como le llama a los políticos corruptos. Pero era malo como el natre con sus detractores. En Chile es más probable que, de haber un líder de los pobres, éste sea más cercano a Pablo Escobar que a Chávez. Por eso hacemos esta comparación ilusoria.

Nuestros medios, mercurializados o tributarios de la razón neo liberal, critican a Chávez porque habría malgastado el dinero del petróleo. En el fondo es porque no está vendido a los grandes empresarios, como dicta la norma económica que nos rige. Una de las rutas para salir de la pobreza en nuestro país, es el narcotráfico, quién duda de eso; no es el capital semilla ni las familias puente.

Siguiendo esta línea del acontecimiento ficcional podemos augurar que cuando llegue la Michelle con el Escalona y su hijo (el de ella, el de los autitos, el que parece complotar contra su madre y su abuela) a gobernar de nuevo, lo van a hacer no para rectificar, sino por revanchismo y por desprecio a un pasado posible o a una historia de la que hay que desembarazarse. Al menos esto corre para gran parte de la Concertación, quizás no tanto para la misma Michelle que se topa con esto sin un entusiasmo desbordado; porque no es una líder en sentido estricto, es una mera circunstancia antropológico patética, por decir algo sonoro, que en términos de sicología profunda habla pésimo del país.

En relación con Chávez, a pesar del culto a la personalidad, uno envidia esa conexión afectiva con un personaje, con esa despedida multitudinaria plena de símbolos, quizás demasiados para los que no estamos acostumbrados al estilo caribeño de vida. Uno tuvo un sentimiento algo parecido con el compañero presidente Allende, pero en un contexto catastrófico. Yo derramé lágrimas amargas por Allende. Él fue el último caballero de Chile, ese que me llevó a dedo cuando yo era chico y me trató por mi nombre. Los hombres dignos se extinguieron en Chile trágicamente.

Nosotros sólo podemos aspirar a tipos “buenos” como Farkas o los Pablitos Escobar que ya funcionan en Chile, esos que financian paseos a la playa para toda la población, porque la otra posibilidad es soportar la bondad abusiva de las instituciones asistencialistas humillatorias, que van desde el Hogar de Cristo hasta los proyectos CORFO o INDAP, no sin pasar por el cóctel de las bonificaciones.

Mientras gran parte de la sociedad chilena siga estando constituida por clientes pagadores, no necesitaremos de ningún Chávez, sólo de una madre rara en la que confluyen los más fatídicos signos.

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