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1 de Abril de 2013

El brazo político de los “tortas, travestis, trans y putos” del kirchnerismo

Si algo ayuda a describir el ADN que se aglutina dentro del peronismo es que a un extremo puede ubicarse el nuevo Papa Francisco y, al otro, los Putos Peronistas, agrupación que convoca a “tortas, travestis, trans y putos” argentinos que acaban de inaugurar su nueva sede en el Barrio La Boca. The Clinic estuvo en la celebración, les preguntamos sobre el ex cardenal Bergoglio y de qué se trata ser puto y peronista a la vez.

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Por Carlos Martínez Ramírez, desde Buenos Aires

“Los invitamos a comer torta”, lanzó Iara por micrófono, para dar inicio a una celebración más íntima al interior de La Paquito, ubicada en pleno barrio La Boca, donde se inauguraba, entre brindis con sidra y un gran pastel con los colores del arcoíris, la nueva sede de los Putos Peronistas (PP).

Puto en Argentina es la forma más común para describir al homosexual, travesti o transgénero pobre, el que se prostituye en la calle, el excluido de los excluidos, por eso golpea fuerte el nombre que acuñaron estos peronistas para darle vida a su organización. “Con la palabra puto queríamos recuperar el mismo sentimiento con el que el peronismo se apropió de palabras despectivas contra el pueblo, como cabecita negra o grasa y así integrarlo al movimiento. Con la palabra puto nosotros buscamos lo mismo”, comenta Mariano Repetti de la agrupación de Buenos Aires.

Fue Pablo Ayala, militante de las juventudes peronistas, quien decide darle vida a la organización en el año 2007, en la localidad de La Matanza, ubicada en el conurbano bonaerense. “Yo conocí el mundo de la diversidad con ellos. Si me preguntás ahora, soy un experto de la teoría Queer. Yo era un tipo de barrio, común, y ellos conocieron el peronismo en la rondas de mates que se dieron en mi casa, así que fue algo compartido”.

Ayala cuenta que al principio un halo de escepticismo cubría a la organización y que se debía en gran medida a su personalidad. “Siempre he sido como un renegado, para muchos “el loco” de las juventudes peronistas. Pero lo bueno es que a los Putos Peronistas eso les sirvió como un manto de protección porque decían: lo está armando Pablo y es otra locura más”, recuerda. La locura pasaba, además, porque el principal organizador era heterosexual. “A mí no me importa el lugar que se ocupe en la cama, me importa el lugar que se ocupe en la lucha. Yo no sé cuántos de esos que se la dan de cuero de macho están después en la calle. Estos muchachos han estado siempre, han apoyado al gobierno en cada lugar que se les convocó y lo siguen haciendo”, agrega Pablo.

Hoy, los Putos Peronistas desarrollan su organización al alero de su apoyo irrestricto a los Kirchner, quienes los ayudaron a jugar un papel en el circuito político de la diversidad. Fue en ese período, también, cuando las relaciones entre el kirchnerismo y la Iglesia católica, representada por el arzobispo Bergoglio, comenzaron a fracturarse, llegando a ser tildado por Néstor Kirchner como el “verdadero representante de la oposición”. La situación vivió su máximo distanciamiento cuando el cardenal Bergoglio se opuso fuertemente a la ley de matrimonio igualitario aprobada en el gobierno de Cristina Kirchner.

Papa peronista

Entre la impresionante contaminación visual de Buenos Aires, destaca un austero afiche en blanco y negro que ha tapizado gran parte de la ciudad en estos últimos días. En él se puede ver a Francisco, el nuevo sumo pontífice, con los brazos extendidos y con una leyenda simple pero rotunda: Papa Francisco, argentino y peronista.

Más allá de los afiches y de la expectación que genera el primer líder de la Iglesia católica no europeo, esta situación es vista por Pablo Ayala desde el argumento del vencedor, considerando que Bergoglio, cuando era arzobispo de Buenos Aires, perdió dos duras batallas con las minorías sexuales. “Hoy les enviamos al Vaticano un Papa que viene de un país donde existe la ley de identidad de género y la de matrimonio igualitario. Eso es un logro nuestro y no se puede pasar por alto”, subraya.

Por su parte, Juan Pablo Milito, de los Putos Peronistas de Rosario, pone en evidencia sus temores con la llegada de Bergoglio al Vaticano: “a nosotros nos despierta una enorme preocupación que hoy, en un espacio de poder de estas características, haya un hombre como el ex cardenal Bergoglio, que tomó la cuestión del matrimonio igualitario en Argentina como una instigación, como una guerra santa contra el diablo”. Milito describe al nuevo Papa como un hombre con una exponencial ideología homofóbica, un sentido medievalista del concepto del valor de la diversidad y que deplora que las mujeres ocupen espacios de poder. Por estas razones, agrega, le preocupan las decisiones que pueda tomar desde el Vaticano.

Putos y Peronistas

La inauguración de la sede La Paquito, a mediados de marzo, incluyó choripanes, fernet, cervezas y un espectáculo en vivo que partió con un tango de la diversidad y luego el show de una travesti altísima, de peluca castaña, que mostró sus mejores riff de los clásicos de Toto, Soda Stereo, Bon Jovi y Charly García.

La fiesta, esperada con ansias después de tanto deambular por sedes de organizaciones amigas, sirvió para celebrar otro hito dentro del colectivo: los cursos de emprendimiento textil que se impartirán en el nuevo establecimiento.

Ahora corren otros vientos. Nada que ver con los inicios precarios en La Matanza, en la casa de Pablo Ayala, o en los primeros encuentros militantes animados por una ronda de mate en una plaza. Fue en estas primeras reuniones donde surge la idea de hacer un lienzo que fue estrenado durante la marcha del Orgullo Gay, el 17 de noviembre de 2007, fecha que coincide con la celebración del Día del Militante Peronista. Fue ahí donde lograron captar la atención con el sugerente texto “Putos Peronistas”, pintado en una sábana azul, que hacía las veces de pancarta. Iara, otra de los miembros de la organización que participó de este hito fundacional, recuerda como el director del documental “Cumbia del Sentimiento” se interesó en ellos.

-Rodo Cessati se re-prendió y comenzó a filmar. A mí no me molestó la cámara, ni a las chicas tampoco. En ese momento no teníamos muy claro qué iba a suceder. Llevamos nuestra bandera a la marcha y, en La Matanza, estábamos haciendo nuestro trabajo territorial: entregándoles profilácticos a las chicas, invitándolas a las charlas para darles información. Porque una chica trans tiene una vida aparte. Vos sabés que hay cosas que no funcionan de noche. Y por ahí nosotras llevamos esa vida-, cuenta Iara, quien se transformó en el principal rostro publicitario del documental.

Lo que sucedió desde 2007 en adelante fue trepidante: Iara pasó de ejercer la prostitución en la carretera a ser una de las líderes de las Putas Peronistas; la organización en pocos años adquirió visibilidad, alzó la voz en la escena política y se expandió a la ciudad de Rosario. Logros que no pasaron inadvertidos en el kirchnerismo. “Poco a poco nos fueron abriendo camino. Fuimos entendiendo que el peronismo es la maravillosa diversidad del pueblo argentino y que los Putos Peronistas tienen un lugar ahí”, explica Pablo Ayala. Nada desde entonces, agrega, ha sido casual: “fijáte que la ley de matrimonio igualitario se tira sobre el tablero cuando los Putos Peronistas aparecen en el escenario político de la diversidad. De aquel grupo pequeño que se juntaba en mi casa, se terminó yendo a la Casa Rosada. Es la alegría más grande que he podido experimentar”.

Iara recuerda la visita al palacio de gobierno cuando Cristina Kirchner entregó los primeros DNI (carné de identidad) a los transgéneros. “Tuve la suerte de fotografiarme con ella, pero no fue más que eso ¿Sabés lo que le dije?, qué rico perfume tenés. Fue re tonto, pero tampoco era el momento de pedirle algo, sólo agradecer, imagináte cómo le deben pedir cosas a esa mujer”.

Con el nombre instalado en la arena política de la diversidad y con una fuerte carga de provocación, incluso al interior del propio peronismo, la agrupación reivindicó el concepto desdeñado en Argentina.

Alan Tomas, otro de los miembros fundacionales de la agrupación, reflexiona en torno a su identificación como peronistas. “Siempre el peronismo abarcó la marginalidad, los trabajadores más explotados, después les da derechos a las mujeres, integra a la juventud a la política y nosotros por eso nos sumamos al peronismo y decimos que los travestis son personas completamente desplazadas del Estado, de las escuelas, de los hospitales, de los trabajos y de sus propias familias. Es un sujeto marginal que tiene que ser sumado, que tiene que ser incluido en cualquier demanda de ampliación y reivindicación de derechos”.

Pablo Ayala es más frontal y argumenta que “la agrupación tiene un nombre que es puto y no gay. No es un eufemismo que los disfraza. Por eso en un comienzo mucha gente pensó que era una joda. Nos llamaban de los canales de televisión y yo les decía que no fueran porque los estaban tomando para la chacota”. La única forma de romper ese cerco, asegura Ayala, fue unir el trabajo con la militancia. La sigla estaba completa.

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