Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

3 de Mayo de 2013

Primarias, el parche curita de la democracia chilena

Estos días he oído las cosas más maravillosas sobre las primarias. He visto candidatos a la presidencia, a diputados y a senadores lamentándose porque éstas no se lleven a cabo. Para qué hablar de aquellos que se llenaban la boca con las primarias, incluso renunciando a sus partidos porque no las hacían, pero al momento […]

Camilo Ballesteros
Camilo Ballesteros
Por

Estos días he oído las cosas más maravillosas sobre las primarias. He visto candidatos a la presidencia, a diputados y a senadores lamentándose porque éstas no se lleven a cabo. Para qué hablar de aquellos que se llenaban la boca con las primarias, incluso renunciando a sus partidos porque no las hacían, pero al momento de los quíhubo, tiraron el poto pa’ las moras, para llegar directo a la primera vuelta presidencial. Todos querían hacer primarias, qué paradójico que no resultaran. Esperaría muchas menos palabras en twitter y más acción de su parte.

Partiré contándoles el motivo por el que las necesitamos. Por un lado, algunos veíamos la urgente necesidad de impulsar acuerdos donde fuera factible realizarlos, y en los casos donde no fuera posible, realizar primarias para fortalecer la unidad, amplitud y competitividad de una lista unitaria de la oposición, porque acá el principal objetivo es desplazar a la derecha, cuyo conservadurismo político y sobrerepresentación (la UDI obtiene el 21% de los votos y obtiene el 33% de los diputados) ha secuestrado la democracia y ha impedido realizar los cambios que el país clama.

Por otro lado, en Chile existe una gran brecha entre los partidos y la ciudadanía y la falta de sintonía entre ambos es clarísima. Por lo mismo, creo que bajo esa lejanía, las primarias cobran sentido ya que generan un cambio de switch donde los ciudadanos ya no sólo eligen entre A o B, sino que son capaces de tener un mayor protagonismo y exigirle más a quienes tienen el poder. Las primarias vendrían a cambiar, en algo, la relación entre los partidos y la ciudadanía: hoy los ciudadanos proponen y los partidos disponen, y esto debería ser totalmente lo contrario.

Mucho se habla de una nueva mayoría, de la cual comparto la necesidad que tenemos de construirla para impulsar los cambios que le hacen falta a nuestro país. Sin desmerecer el rol de los partidos –como sí lo hacen otros– creo que es complejo sumar a más actores a esta mayoría con los mismos mecanismos con los que han sido excluidos. Es lamentable ver cómo algunos grupos se terminan alejando porque no se les abrieron los espacios y constatar que la amplitud muchas veces quede solo en palabras y que grupos emergentes como Revolución Democrática, tengan que ir a las elecciones de manera paralela, pese a que todos compartimos la necesidad de salir a reformar un país completo.

Entonces, ¿Qué es lo malo de las primarias? Lo preocupante de ellas es que se les idealice y que sean utilizadas por ciertos sectores como un distractivo a discusiones de fondo en relación al sistema político, planteando prácticamente que de ellas depende la democracia. Que se diga que no estar de acuerdo con ellas es estar a favor del Sistema Binominal.

A quienes piensan esto les cuento: con o sin primarias, seguimos manteniendo el binominal y también seguimos amarrados a la misma Constitución sin posibilidad de cambio. Todos los que intentan tapar el sol con un dedo, no hacen más que legitimar el problema de nuestra política, que es mucho más profundo que si se hacen o no las primarias. Nuestro gran problema es que tenemos una institucionalidad que nos deja con una democracia de baja intensidad.

Nos quitaron la educación cívica y nos niegan las herramientas para ejercer nuestro poder en democracia. Si a esto le sumamos primarias con poca regulación y baja participación, terminan siendo simplemente un saludo a la bandera, una competencia de quién acarrea más gente, de quién tiene más buses y de quién tiene más clientes.

Un ejemplo de esto fue lo que ocurrió en Valparaíso en las elecciones municipales pasadas, donde todos miramos aterrados el triunfo de Hernán Pinto sobre Paula Quintana. Y no siendo suficiente el pésimo mecanismo utilizado, también se produce una pésima elección, ya que las primarias miden a dos personas en un momento determinado sin que eso signifique que quien tenga mayor apoyo ciudadano en ese momento, lo tendrá después. Pinto ya había sido alcalde y la población lo conocía mucho más que a Quintana, aunque sus niveles de rechazo eran mucho mayores. En este caso la candidata socialista tenía más posibilidades de ganar que el DC. Pero eso no importa, aquí HUBO primarias.

Sin duda, lo más aberrante que he visto en estos dos días, es la actitud de RN. Se llenan la boca diciendo que ellos harán primarias mientras que el resto no (lo que se asemeja a las peleas que tenía con mi hermano cuando estábamos en el jardín) y este es el mejor ejemplo de lo poco y nada que sirven las primarias para terminar con el binominal. RN hará primarias, la gente irá a votar -aunque será poca, irán igual- y sin embargo ni un solo candidato de RN será capaz de votar en contra del binominal para avanzar a un sistema proporcional, mucho menos para favorecer un proceso incluyente que culmine en una nueva Constitución.

Las primarias para ellos solo serán un trámite a cumplir para, posteriormente, vanagloriarse de lo democráticos que son, cuando a la luz de la realidad y la historia distan mucho de ello. En suma, las primarias bajo este sistema político-electoral no son la panacea democrática porque la ley tiende a privilegiar al que tiene más plata y puede acarrear más gente. Eso sí, aún con sus limitaciones, son un mecanismo de consulta ciudadana posible de usar con un buen propósito tal como hoy lo es desplazar a la derecha para generar los cambios que Chile clama.

Notas relacionadas