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Planeta

19 de Mayo de 2013

Fumar marihuana alivia el “dolor social” que puede sentir una persona solitaria o rechazada

Vía Pijamasurf Investigación de la Universidad de Kentucky concluye que la marihuana genera efectos analgésicos contra el dolor social de quien es excluido o marginado, un dolor que se experimenta neurológicamente de la misma manera que el físico. Hace poco se publicó una nota sobre los beneficios probados de la soledad, el fenómeno un tanto […]

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Vía Pijamasurf

Investigación de la Universidad de Kentucky concluye que la marihuana genera efectos analgésicos contra el dolor social de quien es excluido o marginado, un dolor que se experimenta neurológicamente de la misma manera que el físico.

Hace poco se publicó una nota sobre los beneficios probados de la soledad, el fenómeno un tanto peculiar de que cuando la soledad se recibe voluntariamente, fomenta capacidades como la creatividad y la empatía.

Sin embargo, como en esa misma nota se abordó, la soledad también acarrea consigo y para algunos una enorme angustia, propiciada en buena medida por la presión social, sumamente moderna, que condena a los solitarios y en ocasiones los obliga a no estar solos o a pensar para sí, en una suerte de autocastigo, que estar solo es malo, lamentable, una realidad psicológica que se conoce como “dolor social” (“social pain”), al cual a su vez se le liga sobre todo con el rechazo.

Según una investigación reciente llevada a cabo por académicos del Departamento de Psicología de la Universidad de Kentucky, este dolor social puede presentar los mismos efectos que el dolor físico (como el de una herida corporal), ya que ambos se perciben con los mismos mecanismos neurológicos y de comportamiento.

Partiendo de esta premisa y en un estudio aparte, Timothy Deckman, de la misma universidad, en colaboración con otros colegas, exploró la posibilidad de que la marihuana ayude a reducir dicho dolor, actuando como un analgésico anímico para aquellas personas que sufren ante la exclusión social que padecen.

En la investigación participaron poco más de 7 mil personas, estudiantes de preparatoria de entre 15 y 18 años, a quienes se entrevistó al respecto de sus hábitos y su comportamiento cotidiano. Asimismo, se confrontaron estadísticas de la Encuesta Nacional de Comorbilidad de Estados Unidos y, finalmente, los voluntarios participaron en un juego de computadora, Cyberball, cuyo objetivo es ignorar a los otros jugadores, con las consecuencias emocionales que esto implica (rechazo, aislamiento, etc.).

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