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Opinión

31 de Julio de 2013

Gonzalo Rojas y ataque a la Catedral: “Hay fuerzas en Chile que no van a claudicar en su afán por destruirlo todo”

El abogado y columnista de El Mercurio, Gonzalo Rojas, dedicó su texto de hoy para hablar sobre la protesta pro aborto que terminó con destrozos al interior de la catedral metropolitana hace unas semanas. “El asalto a la catedral de Santiago es solo una triste anécdota, en medio de una realidad aún mucho más dramática. […]

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El abogado y columnista de El Mercurio, Gonzalo Rojas, dedicó su texto de hoy para hablar sobre la protesta pro aborto que terminó con destrozos al interior de la catedral metropolitana hace unas semanas.

“El asalto a la catedral de Santiago es solo una triste anécdota, en medio de una realidad aún mucho más dramática. Si monseñor Ezzati ha tenido que usar expresiones como ‘anárquicos y fanáticos’, y sostener que esas personas practican la ‘intolerancia’ y una ‘violenta irracionalidad’, es porque se ha llegado a un punto de especial gravedad. Este no es el lenguaje habitual de un obispo. Solo lo utiliza cuando ve con claridad que hay algo muy serio en riesgo”, parte advirtiendo.

“¿La libertad religiosa? ¿La seguridad del culto? Mucho más que eso, sin duda. Lo que ha quedado al descubierto, una vez más, es que hay fuerzas en Chile que simplemente no van a claudicar en su afán por destruirlo todo: orden, diálogo, legalidad, vida, racionalidad, paz, familia, religión”, asevera Rojas.

En contraparte, el abogado expone que “al mismo tiempo, el Papa Francisco llamaba en Brasil a los católicos jóvenes a ser protagonistas, a no meterse en la cola de la historia, a jugar adelante siempre. ‘Quiero que la Iglesia salga a la calle’, les decía a esos millones de personas que, en vez de asaltar inmuebles, llenaban pacífica y fraternalmente una de las playas más famosas del mundo. Entre ellos, había 10 mil chilenos. La disyuntiva está planteada”.

“Nadie está mejor posicionado para cambiar para bien el rumbo del país que esos 10 mil católicos jóvenes: han recibido un mandato que los obliga a mucho; ante todo, a reconocer que existe un conflicto que los afecta. La sola posibilidad de que vuelvan a Chile solo para refugiarse en sus propios mundos y cultivar ahí sus vidas resulta repugnante. Sería el desperdicio de todo lo que se ha invertido en ellos. A la calle los ha mandado el Papa”, señala.

“O sea, tendrán que asumir que se les pide entrar en unas relaciones muy complicadas justamente con quienes usan métodos del todo reñidos con las convicciones de los católicos jóvenes. Porque mientras estos rezaban y cantaban en Copacabana, otros destrozaban y agredían en Santiago; mientras unos se formaban para el diálogo, otros practicaban la violencia. Y es justamente entre esas dos mentalidades que debe trabarse la discusión”, agrega.

“No será nada fácil, pero la ventaja de los católicos jóvenes está en que cuentan con varias armas que, si son coherentes y constantes, resultarán decisivas: saber oír, saber argumentar, saber comprender y saber perdonar. Cada una de esas actitudes es un eslabón imprescindible en la cadena con la que un católico joven puede lograr cambiarle la cara al clima de creciente agresividad con que unos pocos quieren marcar el rumbo de Chile”, continúa el jurista.

Rojas termina señalando que “para comprobarlo, ciertamente los católicos jóvenes tienen que buscar el enfrentamiento conceptual. En los centros de alumnos, en las ONG, en las actividades recreativas, en los partidos políticos: ahí, argumento contra argumento, iniciativa contra iniciativa, podrán demostrar que una Jornada Mundial de la Juventud deja huella, marca, mueve al heroísmo cotidiano (…) La profanación de la catedral de Santiago no ha sido más que una dolorosa oportunidad para que se compruebe cuánta falta hace su vitalidad comprometida”.

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