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LA CALLE

23 de Septiembre de 2013

¿Cuánto pueden comer (y beber) las embarazadas?

Vía BBC Mundo “Cuando descubrí que estaba embarazada, me apetecía mucho tomar una taza de café. Era lo primero que hacía cada mañana. Y, de repente pensé, “Oh, dios, ¿será que puedo tomar una taza, por lo menos?”, recuerda Emily Oster, profesora de Economía de la Universidad de Chicago. Se fue a internet y encontró, […]

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Vía BBC Mundo

“Cuando descubrí que estaba embarazada, me apetecía mucho tomar una taza de café. Era lo primero que hacía cada mañana. Y, de repente pensé, “Oh, dios, ¿será que puedo tomar una taza, por lo menos?”, recuerda Emily Oster, profesora de Economía de la Universidad de Chicago.

Se fue a internet y encontró, para variar, que no había consenso. Después se dio cuenta de que incluso los libros no se ponían de acuerdo… y su médico tampoco coincidia siempre con los libros.

Algunos escritores decían que las embarazadas debían evitar el café por completo. Otros recomendaban no beber más de dos tazas y otros aumentaban ese límite a tres.

“He leído libros que dicen seis. Y yo pensaba que debía haber una respuesta a esto”, afirma Oster.

“La respuesta no es ni cero ni seis. Seguramente hay un número ahí y quería entender por qué hay tantas discrepancias pero también cuál es la decisión correcta”.

Así que decidió aplicar sus conocimientos de estadística para revisar la literatura médica.

Y llegó a la conclusión de que está bien tomar dos tazas al día. Sin embargo, ella se describe como una “mujer que toma entre dos y cuatro tazas al día” y, en este punto, dice, las pruebas parecen ser mixtas.

“Al principio me sentía fatal y no podía tomar nada de café, lo cual era muy triste para mí, pero una vez que entré en el segundo y tercer trimestre del embarazo, me sentía mejor; solía tomar tres tazas de café al día y me sentía cómoda con eso”.

“Pero si subes esa cantidad -de seis a ocho tazas de café diarias- hay más evidencias de que puede ser peligroso”.

Depende de la mujer

Oster, que ahora es madre de una saludable niña de dos años, publicó sus investigaciones en el libro Expecting Better, con el que pretende que, en casos donde hay evidencias contradictorias, las lectoras tomen en cuenta todos los factores y saquen sus propias conclusiones, con las que cada una se sienta mejor.

Es difícil extraer conclusiones firmes, afirma, porque la mayoría de los casos no son aleatorios; no sería justo separar a las mujeres embarazadas en dos grupos aleatorios y pedirles a unas que beban más café y a otras que lo eviten.

En consecuencia, explica Oster, la gente que participa en los estudios difiere en muchas maneras que pueden afectar el curso de sus embarazos, no sólo en su hábito de beber café.

“El gran problema es que el consumo de cafeína está fuertemente correlacionado con cuántas naúseas tengas. Muchas mujeres embarazadas se sienten mal, especialmente en las primeras fases, y las que sienten más naúseas tienden a beber menos café”.

“Pero sabemos que sentirse mal es una señal de un embarazo saludable. Así que cuando vemos que esas mujeres que beben menos café tienen también mejores embarazos no sabemos si depende sólo del café”.

Pero el café era sólo uno de los componentes de la lista de alimentos y bebidas prohibidos o semiprohibidos que Oster quería investigar.

El alcohol, por ejemplo. Algunos servicios de salud, como el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra (NHS, por sus siglas en inglés) recomiendan a las mujeres evitar el alcohol durante todo el embarazo, pero Oster dijo que decidió, en función de las estadísticas disponibles, que se sentía cómoda bebiendo tres vasos de vino -en total- durante el primer trimestre y luego medio vaso, tres o cuatro veces a la semana, durante el segundo y tercer tremestre.

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