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Cultura

30 de Septiembre de 2013

La historia del culo

Vía Yorokobu “El culo data de la más remota antigüedad. Apareció cuando a los hombres se les ocurrió alzarse sobre sus patas traseras y sostenerse así. Fue un momento capital de nuestra evolución, ya que los músculos glúteos se desarrollaron entonces de un modo considerable”, comienza el ensayo provocador de Jean-Luc Hennig Breve historia del […]

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Vía Yorokobu

“El culo data de la más remota antigüedad. Apareció cuando a los hombres se les ocurrió alzarse sobre sus patas traseras y sostenerse así. Fue un momento capital de nuestra evolución, ya que los músculos glúteos se desarrollaron entonces de un modo considerable”, comienza el ensayo provocador de Jean-Luc Hennig Breve historia del culo.

El escritor francés no pierde el tiempo para entrar en materia en un libro de más de 200 páginas que repasa el simbolismo histórico del trasero, empezando por su origen milenario. “De las 193 especies vivientes de primates, solamente la especie humana posee unas nalgas hemisféricas que son permanentemente salientes, aunque algunos hayan podido argüir que ese tipo de nalgas se encuentran también en las llamas de los Andes. Comparados con los humanos, los chimpancés se han descrito como ‘monos de culo plano’, lo que más bien es lo contrario de lo que consideramos un culo. Así pues, el nacimiento del culo coincide con la posición erguida y la marcha bípeda, lo que, según Yves Coppens, se remontaría a tres o cuatro millones de años”, explica en el primer capítulo.

“Recientemente, se ha postulado otra hipótesis: el australopiteco no sería más que un gran mono cuyo desarrollo se vio perturbado y frenado por la mutación de un gen. El agujero occipital que une el cerebro a la columna vertebral seguiría fijado a la base del cráneo. Los músculos habrían modelado entonces las formas óseas y la pelvis se habría redondeado”.

“Lucy, la Australopitecus más célebre que conocemos, descubierta en 1974 en el Afar etíope, vivió hace tres millones de años. Nos permite hacernos una idea general de quienes tuvieron el privilegio de ostentar los primeros culos del mundo. De todas formas, cabe precisar que Lucy solo tenía un culo ocasional: seguía trepando a los árboles para alimentarse, dormir y escapar de los depredadores y, naturalmente, para trepar metía el culo hacia adentro. Dado que, como es evidente, no se ha encontrado más que su esqueleto, nos cuesta hacernos una idea del estado de su culo, pero podemos aventurar que se parecía bastante a la nuez de coco”.

Todavía quedaban muchos años de evolución, según el pensador francés, para que se formara las facciones que hoy conocemos como culo. “Entre el culo intermitente del Homo habilis y el culo definitivo del Homo erectus hubo que esperar todavía cosa de un millón de años”.

“Después de leer Breve historia del culo, nunca volverá a sentarse como antes”, comentó André Rollin de Le Canard Enchaîné tras leer el ensayo de Jean-Luc Hennig. Aquí un pequeño resumen para que juzguen vosotros mismos.

¿Satán tenía culo?

Históricamente, los estudiosos de religión han debatido a fondo si Satán poseía unas nalgas humanas o no. “En el siglo XIII, por la misma época en la que ofrecía su trasero en tímpanos, sillerías y capiteles de iglesias, Caesarius of Heisterbach hacía decir a los demonios que no tenían culo cuando adoptaban forma humana, lo que es aún es más extraño si se tiene en cuenta que se ha encontrado la huella de su trasero en Moisdon-la Rivière, capital del cantón de Loire Atlantique”.

“Bastase con mostrar el culo a Satán para recordarle su carencia y obligarle a desviar la mirada. Una estratagema que utilizó con frecuencia Lutero, quien creía que el demonio le atormentaba. En 1532, escribe en sus Propos de table ‘Anoche, el diablo, discutiendo conmigo, me acusaba de ser un ladrón, de haber despojado al papa (…)’”.

Ante tal desafío del diablo Lutero le hizo frente con un contundente: “Chúpame el culo”, le respondí, y se calló”.

“En el jardín de las delicias de Jerónimo Bosch, un espejo de acero recubre también el culo de un personaje monstruoso que repta bajo el trono de Santán, mientras que una mujer con los brazos colgantes y un sapo entre los senos desfallece ante su imagen confusa. Así es que no se puede dudar ni de la existencia del culo del diablo ni de la malignidad de los espejos”.

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