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Opinión

22 de Noviembre de 2013

Carlos Ruiz, presidente de la Fundación Nodo XXI: “Resolver el problema de la educación implica ampliar la democracia”

En El Mercurio se publicó un inserto que convocaba a «Un compromiso por una nueva educación», en que figuraban como firmantes ex presidentes de la FECH, FEUC, miembros del CRUCH y el ex presidente del Consejo Asesor Presidencial de la Educación durante el Gobierno de Michelle Bachelet, Juan Eduardo García-Huidobro. Ruiz, fundador y uno de los líderes de la SurDa, es uno de los convocantes.

P. V.
P. V.
Por

FOTO:ALEJANDRO OLIVARES

¿Cuál es el propósito de este documento? ¿Qué dicen y para qué?
-La idea es interpelar a la política, a la discusión que hay en este momento, en este caso en particular sobre la educación. Pero en general también sobre los derechos sociales. La educación es un capítulo de ese cuento, que es más largo. Y se hace desde un conjunto de gente que creo que representa un abanico bastante heterogéneo.

Esto no es la academia.
-No. Son personas que han dirigido establecimientos educacionales, que han formado parte de la elaboración de políticas de gobierno, gente también que ha dirigido el movimiento estudiantil, y los mismos actores. En fin, gente que ha estado vinculada al tema en muy distintos niveles y modalidades y que cree que en este rato, con la crisis de la educación, hay que interpelar a la política y llamar un poco a la razón, porque es un tema sobre el que se ha dicho una cantidad de vaguedades gigantesca. Palabra que tenga más sinónimos que gratuidad en este rato, o lo público, ya en Chile estamos innovando con los diccionarios de sinónimos…

¿Cuál es el piso común?
-La preocupación enorme que hay porque el famoso malestar que hay en el tema de la educación tenga un desemboque en su conflicto con la esfera política que sea edificante y no sencillamente explosivo; catatónico pero inconducente, en definitiva. Esa situación en este rato no ha tenido salida.

Esa interpelación a la política, hoy es una interpelación a Bachelet. Y está García Huidobro, que participó en la anterior crisis.
-Claro. Desde el principio lo dijimos: hay una elaboración que se produce el 2006 convocada por el gobierno de esa época, que es Bachelet, y de la cual uno de los rostros más visibles es Juan Eduardo García Huidobro, que a pesar del rumbo que tomaron las reformas de entonces, mantuvo una posición consistente con las banderas del movimiento social. Ahora es la sociedad civil la que se autoconvoca, al revés, para interpelar a un futuro gobierno. Creemos y eso sí podría ser que lo creemos casi todos en esta iniciativa, que Bachelet va a tener una oportunidad histórica, gigantesca, por hacer las cosas por el respaldo que tiene. Esperemos que no se la farree.

Segunda oportunidad histórica.
-Claro, pero aquella vez se acusó mucho más y se ha tendido a responsabilizar a la derecha, eludiendo lo que fue a la postre su propia falta de voluntad política. La Concertación esgrime el discurso de la responsabilidad de los factores en los cuales no pudo avanzar más producto del cerco que le interponía la derecha en el Parlamento, el discurso del veto, digamos. Ahora es más difícil.

Esta es una mesa que rebasa la izquierda, ¿no?
-Absolutamente. Lo vimos desde el principio: que el eje derecha-izquierda no tiene ya capacidad de describir el tipo de lineamientos que hay. Hay gente que formalmente puede estar más a la izquierda que muchos de los participantes del «Compromiso por una Nueva Educación» pero que tienen una posición mucho más conservadora respecto de la educación. Los propios comunistas están vinculados al programa de Bachelet en este rato, que es muchísimo más conservador que lo que aquí se está planteando. Entonces, el eje derecha-izquierda no solo no describe los lineamientos respecto a un derecho social como es la educación, sino respecto a muchos temas. Creo que el eje derecha-izquierda, el clivaje, está sumamente desdibujado en este país hoy.

¿Haberse mantenido en la izquierda, no funcionaba, era seguir girando en esa misma cuerda?
-Bueno, el cuento es qué es izquierda ahora. No podrías decir que el documento es un documento de la izquierda, de la auténtica izquierda. Y desde el principio se conversó entre todos así. Incluso de alguna manera el documento tuvo la concurrencia de importantes personajes que al final no estuvieron en el documento, que podríamos entender como del campo del liberalismo político. Pero mientras coincidimos en estos puntos sobre la discusión de educación, nos parece que podíamos pujar juntos, de alguna manera. Lo paradójico de esto es que tú estás pujando con gente del liberalismo político a un gobierno que está integrado por el Partido Comunista. Y nos parece que tenemos una posición mucho más progresiva, de avance, respecto a esto. Entonces, no sirve entrar en la discusión de qué es lo auténtico de izquierda.

Es una mazamorra eso.
-Te lo puedo decir de otra manera: esto lo venimos diciendo desde hace muchos años, quizá desde el tiempo de la Surda. Pero hoy es mucho más patente, está mucho más claro, que la izquierda del siglo XX se agotó y que termina buscando asidero a cualquier vagón de cola en este rato. La famosa Nueva Mayoría, que no tiene nada de nueva, es la expresión del agotamiento del término de la Transición. O sea, venir a comprar boletos tarde… Esa cuestión es como comprar boletos en el Titanic, más encima sabiendo en qué termina la historia del Titanic, con tal de sacar un par de diputados más. Como dice Gramsci: la izquierda se autodecapitó. La encuentro una frase genial porque no te puedes autodecapitar. Así, la izquierda no puede acusar a nadie que la haya decapitado.

EXPECTATIVAS

Esta interpelación tiene que ver con una expectativa que está sobre el próximo gobierno. ¿Crees que pase algo?
-Creo que los problemas van a seguir y que van a volver a reventar. El problema es construir una orientación conducente sobre esos conflictos. En eso estamos empeñados.

Cobrar las expectativas.
-Y además interpelar a la política para que empiece a construir respuestas reales a esta cuestión y no siga con esta evasiva. Mira, hay un marco muy evasivo que se instala desde la transición. En Chile hubo una transformación gigantesca de todo el panorama social, surgieron nuevos grupos sociales, y nunca se apostó en la transición a tener una vía de expresión política de esos nuevos sectores. Lo único que se apostó en la transición, como fórmula de la manida gobernabilidad democrática fue a mantener la desarticulación social que se había heredado de la etapa autoritaria, dictatorial. Y toda la gobernabilidad se centró en que no había una capacidad de presión social sobre este asunto y no se basó nunca en un intento de construir un pacto social, un acuerdo, que permitiera sustentar la gobernabilidad. Como los ignoraste sistemáticamente, los evadiste, llegó un momento en que se empiezan a constituir, empieza a madurar toda esa nueva realidad social, se empieza a expresar un Chile totalmente distinto al anterior y no encuentra espacios en la política por donde pujar. Entonces, adónde lleva. Al desborde de lo político, sencillamente. Y eso es lo que termina alimentando figuras como los Parisi, que no vienen de la política, vienen de los negocios que se hacían a costa de la política en el último tiempo, eran los campeones más bien de las hilachas que colgaban, y empiezan a intentar manipular ese malestar en sus distintas capas. Eso no ha tenido todavía resolución, no tiene una vía de expresión. Por lo tanto lo que hay en Chile es una crisis de representación política. Entonces, si esto va a continuar o no, puede continuar. Pero de cualquier forma. El panorama está super abierto.

¿Qué pasa con lo que ocurre en la calle? ¿Qué cosas se desataron?
-A eso voy. Esto que se llamó malestar está muy lejos de ser algo homogéneo. Es sumamente variopinto. Tienes de gente que puede terminar apoyando a un Parisi hasta gente que cree que por quemar un bus está poniendo en crisis, como se dice ahora, al sistema. Lo más penoso es que además piensan con categorías de derecha y naturalizan todos esos conceptos. Creo que es la hora del esfuerzo por darle una orientación a esta crisis que empieza a instalarse en la sociedad chilena, que creo que de la Nueva Mayoría hay un discurso sumamente irresponsable de no hacerse cargo de esta situación para conducirla a un buen puerto y que permita, por tanto, una especie de real salto a la modernidad.

Pero te van a decir que en el programa tienen como prioridad la educación, que creen en eso.
-Claro. Pero gratuidad ya se volvió una especie de dilema semántico. A esta altura se puede hacer una teoría en Chile de qué quiere decir gratis: gratis pero no tan gratis; gratis sin regalo; gratis con; gratis para unos, para otros no.

¿Y cómo se hace este acuerdo por la educación ahora?
-Sin subvalorar de ningún modo a los economistas, ¿quién dijo que los que más saben de educación son los economistas? Una discusión sobre la educación de la cual aspira a dotarse esta sociedad, solamente la puede resolver un gran consenso de esta sociedad y no un grupo de expertos ni de técnicos. Recluir la discusión a la oferta de los técnicos es volver a naturalizar formas anteriores en las cuales fueron canceladas muchas de las cuestiones sobre las que se protesta. No se terminan de abrir los sectores de gobierno próximo y anterior a la construcción de un gran consenso social sobre el tipo de educación, para qué queremos educación y por tanto qué tipo de educación. Los técnicos entran después, a viabilizar, a hacer viables los fines que fueron consensuados por una capa muy amplia de la sociedad.

Manda la política.
-Por supuesto. Resolver el problema de la educación implica ampliar la democracia, ampliar la representación política, la expresión social de intereses que se puede registrar en la política. Y quien dice educación, mañana dice salud y dice pensiones. Esto se estira a otros problemas. El problema es que las cartas están invertidas en la forma en que se resuelven estas cosas en la sociedad chilena. Aquí un problema, lo detectan los técnicos y tienen que venir a resolverlo. Y eso es como el nuevo sacerdote de la tribu. Lo que digo es que, en ese sentido, el documento del «Compromiso por una Nueva Constitución» plantea primero que hay que habilitar que la resolución de los grandes problemas sociales exigen grandes consensos sociales. No se trata de decir la educación en Finlandia, Dinamarca, o qué sé yo, es mejor o peor, porque no hay ninguna discusión que permita asegurar que ninguno de esos modelos educacionales es mejor o peor para la sociedad chilena, sino que la sociedad chilena tiene que discutir qué educación quiere y qué tipo de problemas quiere resolver con su modelo educacional. Eso no es posible ponerlo en otros términos. Ahora, después de eso tiene que haber un anclaje de expertos y técnicos que tienen que resolver las condiciones de viabilidad de un modelo X o Y. Pero acá hacemos todo al revés. Qué pasa: que hay actores pujando. Tenemos una especie de entelequia política que no se ha acostumbrado a dialogar con los actores y sigue todavía amparada a las viejas modalidades de gobernabilidad instaladas en los 90, en los cuales los actores sociales son ignorados para resolver los grandes problemas. Hay una voluntad de no construir pacto social, de no hacer consenso. Y eso está agotado. Esta cuestión va a seguir rebotando contra una puerta. Y de hecho mientras más persistan esas puertas en estar cerradas lo único que va a ser pasto esto es para esa violencia que después tanto les molesta.

Pero desde la Nueva Mayoría te pueden decir qué pacto social necesitas, si esto va a ser abrumador, en primera vuelta. El consenso de la sociedad está en esta propuesta.
-Veamos con qué porcentaje de voto, acuérdate de las municipales, no está votando nadie. Entonces, el nivel, el umbral de legimitimación de la política no puede bajar, porque sino caes en una situación mala. Y nos hemos ido aproximando peligrosamente a ese umbral. No lo digo como un tema que haya que celebrar. Esto compele a una refundación de la política que la política porfía. Y entonces lo que hace es jugar a una especie de refundación espuria de sí misma, manipulando los discursos de la crítica. Eso es pan para hoy y hambre para mañana. Eso quiero decir. Piñera no es hijo de ninguna otra cosa que no sean las evasiones de la Concertación y es un hombre que por las grietas de lo que han sido esas evasiones sistemáticas se ha colado para dar contragolpes. A este paso van a venir más Piñeras, si Bachelet vuelve a ser la que conocimos ya como presidenta. Eso está cantado. Si no es este, va a ser otro Piñera.

¿Esto es estatismo?
-Defender un modelo de educación distinto al vigente no se trata de pugnar por un estatismo sobre el asunto. Volver las cosas a un espacio público en el cual el espacio público pueda participar de la construcción de un modelo educacional no significa mecánicamente volver a un modelo estatal. El Estado no ha sido democratizado, ha sido secuestrado por ciertas corporaciones y por lo tanto más Estado no implica necesariamente más sociedad. De ahí la defensa del consenso social. Volver a una discusión amplia implica entre otras cosas para definir democratizar o redemocratizar el Estado. Hay una falsa contraposición para resolver el problema de la educación entre Estado y mercado, porque más mercado no implica más sociedad, implica menos. Por lo tanto el problema es volver a hacer sociedad. Hay que volver en ese sentido a tensionar el Estado. Solo entonces un Estado predominante, es, como queremos, un espacio público predominante. Porque de lo contrario estaremos por construir mecánicamente una hegemonía estatal sobre la educación, que no resuelve necesariamente que la educación se amplíe, sino que la dominen las corporaciones que controlan al Estado.

BACHELET

¿La encuentras cambiada a Bachelet?
-No, en lo más mínimo. Pero además el problema de su sicología tiene un límite como explicación a lo que está pasando en la política. Lo que sí, estoy de acuerdo en que ciertos rasgos suyos tapan la descomposición de la política de manera brutal, porque si le sacas el porcentaje de adhesión que tiene, la política se revela en todo su vaciamiento, a un nivel brutal. El fenómeno de la desidentificación con la política es tan fuerte que ni siquiera la puede trasladar a los candidatos parlamentarios, a los partidos, a nada. ¿Sabes cuál es el problema? Me parece que nunca había estado tan claro en Chile quién es el próximo Presidente y nunca había estado en un plano tan incierto lo que sigue. Estamos arriba de un vértigo. Esto nos va a subir hasta el techo y luego nos va a dejar caer al abismo.

¿Y cómo ves a la derecha?
-Lo que te quiero decir es que o avanzan en hacerse cargo de estas cosas o no se la van a poder.

La Concertación siempre reclamó el veto, sobre todo en el último gobierno. ¿Ejercerán el poder ahora? Piñera, por ejemplo, se tiró contra El Mercurio.
-Piñera tiene una capacidad de apuesta que no han tenido los otros gobiernos. Si ha habido una conducta diletante al frente del gobierno ha sido Bachelet. Pero no creo que ahí haya cambio. El problema no es el personaje, sino cómo se configura el aparato de gobierno que viene. Y en ese sentido creo que la debilidad del sistema de partidos permite una sobre-representación ilegítima del poder empresarial como no se había dado en ninguno de los gobiernos anteriores de la Concertación. Gente como Cortázar, Eyzaguirre son un ejemplo para los tecnócratas: se llega más rápido a los aparatos de poder gubernamental no por las viejas burocracias partidarias sino por las empresas del grupo Luksic. Por el directorio de Canal 13. Ya está indicado el camino para llegar. Eso implica una capacidad de presión sobre esas políticas que las pueden hacer muy sordas a la capacidad de diálogo con los malestares que se están instalando. Ese es un riesgo.

En lo que terminaron los pingüinos el 2006 fue con todos de la mano, forzadamente. La Concertación con la Alianza.

-Ese fue el último acto de lucimiento de los cerrojos de la transición. De la efectividad de control social que tenían los cerrojos.

Tal vez en marzo o abril del año que viene no vas a tener derecha para levantar las manos. ¿Qué va a pasar en el futuro?
-La derecha en particular, la derecha ya no le hace falta ni al empresariado. La derecha ya la están jubilando de todas partes, aparte que se hace pedazos sola. No vamos a decir que la efectividad de la Concertación lo ha hecho. Ellos levantan un candidato y lo matan; otro y lo matan.

Son aztecas.
-Antropofágicos.

¿Pero qué va a quedar de la derecha? Hoy, por ejemplo, se retira Jovino Novoa.
-Yo creo que lo que la derecha tiene en este rato es una discusión sobre la renovación, que puede disparar para cualquier parte.

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