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Opinión

7 de Mayo de 2014

Académico hocicón, víctima del lucro, busca pega

Mi enamoramiento por Chile no me ha impedido criticarlo. Para mí, la crítica es la manera de asegurar cambios. Chile es grande, pero como todos los países tiene defectos. Su cultura dicta que es preferible decir la verdad por detrás o, indirectamente, a través de un tercero. Exponer errores públicamente es considerado de mala educación […]

John Cobin
John Cobin
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Mi enamoramiento por Chile no me ha impedido criticarlo. Para mí, la crítica es la manera de asegurar cambios. Chile es grande, pero como todos los países tiene defectos. Su cultura dicta que es preferible decir la verdad por detrás o, indirectamente, a través de un tercero. Exponer errores públicamente es considerado de mala educación y genera conflicto. Con certeza esto es lo que ocurrió con mis cartas al director de marzo 2014: “Chilean cake” y “Cuco del lucro”. En una de ellas expuse la mediocridad de algunos de mis alumnos -no todos- en la Facultad de Economía y Negocios y, luego, enfurecí al consejo académico confirmando el bajo valor en el mercado laboral de los títulos que otorga la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB). También expuse la locura de criticar el “lucro” en la educación superior, un tema que las autoridades de mi antigua universidad (UNAB) prefieren encubrir.

Lamento mucho que la universidad a la dediqué casi los últimos seis años, piense que si oculta sus debilidades ganará algo. No hablo con resentimiento y seguro trabajaría de nuevo en ella si me volvieran a contratar. He publicado mucho en revistas académicas internacionales, libros, y me he vinculado bastante con la prensa nacional en los últimos 30 meses por medio de 1.262 cartas al director, entrevistas en diarios, revistas, radio y televisión.

El año pasado, de hecho, una autoridad de la Dirección de Investigación de la UNAB me dijo que había realizado el 100% de la investigación generada por la Facultad de Economía y Negocios, a pesar de que había diez profesores y administradores de planta con Ph.D.

Finalmente, cambié mi oficina a la sede Viña del Mar con la idea de formar un centro de investigación sobre regulación económica. Allí fui presentado, al comienzo de este semestre, como el “investigador estrella”. Un alto funcionario me visitó y me indicó que yo era “el modelo” a seguir para otros profesores. ¿Qué pasó, entonces, que el campeón de la facultad se redujo a cenizas en sólo dos semanas? Obviamente, tiene que ver con las dos cartas antes mencionadas. Una autoridad me lo confirmó “off the record” en una conversación privada.

Estoy a favor del “lucro”, es cierto, pero debo confesar que en algunos casos el impulso de ganar tiende a generar una aceptación de la mediocridad, satisfaciendo la flojera los “clientes” (alumnos) y haciéndoles creer que su educación es de “calidad”. No obstante, éste no es el único defecto.

En algunas instituciones de Chile, como mi ex universidad, pensar no es considerado una virtud, sino un defecto. Seguir con la línea de pensamiento de los dueños es lo correcto. La imagen es todo, y si es necesario mantenerla se fingirá excelencia. Evidentemente, ser “universidad” bajo la búsqueda del “lucro” puede producir distorsiones en algunos casos (no todos), pero éstas serán corregidas por el mercado automáticamente a largo plazo. Lamentablemente, un país no solo crece porque sigue los dictámenes de ricos y señores, sino porque hay libertad de expresión y desarrollo de pensamiento, aunque eso lleve a revelar verdades inconvenientes. ¿Acaso este gordito despedido, se ha transformado en regulador por exponer el problema?

Mi “error” al exponer las fallas públicamente pesó más que toda la propaganda que hice para la universidad. La estrella ha caído. Ahora necesito un nuevo trabajo. ¿Hay una universidad, medio o think tank, dispuesto a contratar un académico hocicón como yo? ¿Habrá una facultad que no tenga miedo de exponer la calidad de su docencia y egresados? ¿Tienen lugar los evangélicos neoliberales entre los intelectuales e influyentes de Chile… bichos raros que quieren legalizar drogas, eliminar la pena de muerte, proteger la vida por nacer, bajar impuestos, privatizar todo y reducir el tamaño del Estado? Algunos dicen que soy la versión masculina de la Dra. Cordero, entonces, ¿por qué no me dan un lugar en la televisión? Ahora no tengo otro país donde conseguir un puesto, pues renuncié a mi antigua patria. Interesados pueden encontrarme en internet.

*Ph.D. (Public Policy)
Académico, Asesor y Emprendedor

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