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Opinión

8 de Mayo de 2014

La historia del cura millonario del Colegio Apoquindo

La venta de uno de los colegios íconos de la cota mil sacó al sol los trapos más oscuros de Sebastián Navarrete, ex coronel de la Fuerza Aérea y sacerdote diocesano que durante 24 años presidió la sociedad sostenedora del colegio. Allí consolidó su patrimonio avaluado en más de 431 millones de pesos al alero de su amiga y empresaria, María Eugenia Gandarillas. Esta es su historia, contada por alumnos, apoderados y cercanos al cura.

Daniela Yáñez
Daniela Yáñez
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El domingo 23 de marzo, más de 100 apoderados y alumnos del Colegio Apoquindo gritan y golpean con fuerza la reja de la Parroquia Nuestra Señora de Loreto, en Las Condes. “¡Devuelve los billetes! ¡Da la cara Navarrete!, se escucha desde afuera.

A las siete de la tarde de aquel día se celebraba la misa principal en la parroquia de la FACh, una ceremonia presidida por el sacerdote Sebastián Navarrete, ex capellán de la Fuerza Aérea y presidente de la Sociedad dueña del colegio Apoquindo en Las Condes. La parroquia, aquella vez, estaba protegida por un contingente de seguridad que resguardaba al sacerdote al interior de la Iglesia. El objetivo era impedir el ingreso de los casi 100 estudiantes del colegio Apoquindo que exigían una explicación por la venta de su colegio al Mayflower School.

-Navarrete, después de vender sin avisarle a nadie, nunca más dio la cara. Por eso fuimos a funarlo, para que diera la cara por traidor, capitalista y manipulador…menos mal que era cura– cuenta uno de los alumnos que asistió a la funa.

Esa tarde en la parroquia todo estaba preparado para mantener la protesta a la raya. Sebastián Navarrete había avisado días antes a sus superiores, funcionarios e incondicionales feligreses, y solicitó el cierre del recinto por seguridad. Hasta esa fecha Navarrete seguía siendo capellán y Jefe del Servicio Religioso de la FACh. De ahí que haya solicitado personal de Inteligencia de la Fuerza Aérea para que resguardaran la entrada.

-Era obvio que habían filtrado información porque Navarrete nunca salió, había otro cura haciendo la misa y estábamos llenos de guardias vestidos de civil pero con auriculares – cuenta Ricardo Burgos, apoderado que asistió a la funa.

Según fuentes que estaban ese día en la iglesia, el sacerdote se excusó con sus feligreses: “él decía que no tenía nada que ver, que la gente lo culpaba por la venta del colegio. Bien rara su defensa sabiendo que es accionista en el colegio”.

Pero esa no fue la única manifestación que organizaron los alumnos del Colegio Apoquindo. A fines de marzo, más de 300 personas -entre alumnos, profesores, apoderados y ex alumnos- participaron en una concentración afuera del establecimiento. “Una protesta de esa magnitud en Las Condes por el cierre de un colegio, jamás se había dado. Esto es tan inédito como también puede parecer contradictorio, pero todos los niños de Chile, ya sean de colegios privados o públicos, se les debe asegurar su derecho a la educación”, comenta el apoderado Ricardo Burgos.

Un estudiante del Colegio Apoquindo Masculino asegura que los alumnos intentarán llegar hasta las últimas consecuencias: “Este viejo tiene que pagar. María Eugenia Gandarillas ya se fue y nació millonaria. La sed de plata es de él. Como alumno que ha estado toda su vida en el Colegio, puedo decir que nunca conocimos bien a Navarrete y que no es santo de devoción de nadie”.

La reputación
Fin de año de 1993. Las alumnas del Colegio Apoquindo Femenino, en Lo Barnechea, querían hacer una fiesta de graduación conjunta con establecimiento masculino. Sabían lo arriesgada que sonaba la idea, tomando en cuenta el conservadurismo de las autoridades de la institución.

– El cura Navarrete se enteró y fue a increparnos a la clase. “¡Cómo pueden rebajarse, ese tipo de cosas las hacen las prostitutas!” Siempre con mis amigas comentamos cuando el cura nos trató de putas– recuerda una ex alumna que ingresó a las primeras generaciones del colegio en 1981.

No era la primera vez que el sacerdote Sebastián Navarrete, mano derecha de la fundadora y en ese entonces directora del Colegio, María Eugenia Gandarillas, les daba clases de moral. “Nos decía que las mujeres nunca tienen que decirle a los hombres que los quieren, porque eso era muy indigno. Nos decía cosas tan horrorosas que creíamos perder la dignidad por cualquier cosa”, agrega la misma ex alumna.

El Colegio Apoquindo, fundado el año 1980, supo encontrar su nicho en un segmento donde el dinero no escaseaba. María Eugenia Gandarillas, ex religiosa de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; Horacio Aránguiz, profesor y ex ministro de Educación de la dictadura militar; Ramón Infante, esposo de la ex diputada Pía Guzmán; Francisco Bulnes Ripamonti, fundador de Renovación Nacional y el Reverendo Carlos Schneider, involucrado en el nacimiento de importantes Colegios Católicos en Santiago, fueron quienes constituyeron la Sociedad Educacional Apoquindo.

El éxito fue instantáneo. “El colegio era la mezcla perfecta para la elite de Santiago en dictadura. Una enseñanza con valores católicos conservadores, pero con la libertad de autoridades laicas. Era ideal, como que la UC y la Chile fueran una misma Universidad”, cuenta una ex alumna de la primera generación.

Rápidamente el colegio Apoquindo inauguró sus dos sedes, masculina y femenina, en el fundo Apoquindo, cuya propiedad pertenecía a la familia de Gandarillas. La red de contactos del sacerdote Carlos Schneider y Horacio Aránguiz, transformó rápidamente al colegio en uno de los más top de Santiago oriente. En sus aulas se educaron varios rostros públicos de nuestra elite nacional: Juan Carlos Jobet, ex ministro del Trabajo de Sebastián Piñera; Juan José Ossa, ex director del Sernac; José Manuel Edwards, diputado RN; Sebastián Cardoen, hijo del empresario Carlos Cardoen y Pedro Browne, diputado RN.

La llegada de Navarrete se concretaría casi una década después, luego de la muerte del padre Schneider. “Lo llevó una señora pituca que siempre asistía a las misas en la parroquia, de ahí subió como espuma”, comenta una fuente cercana a Navarrete. Poco a poco la relación entre Gandarillas y Navarrete se hizo más estrecha y éste último terminó transformándose en el amo y señor del colegio femenino.

Hasta el día de hoy son pocas las personas que se atreven a hablar de Navarrete. Alumnos, ex alumnos y apoderados, aún no son capaces de hablar del sacerdote con sus verdaderos nombres. “A mí la verdad es que si yo no fuera casada me daría exactamente lo mismo dar mi nombre, pero en el fondo lo hago por respeto a mí marido y a mis niños”, explica preocupada una ex alumna de la generación de 1993.

La misma preocupación que manifiesta otra ex estudiante del establecimiento que compartió con Navarrete a finales de los 80. Según cuenta, el advenedizo cura nunca fue un líder espiritual, ni mucho menos alguien en quien confiar.
-Nos decía que no podíamos quedar embarazadas, porque eso era para las niñas del Liceo 13, y nosotras “niñitas apo” no nos podíamos parecer a ellas, que eran lo último. También nos dijo que una mujer no le podía decir a un hombre que lo quería, porque eso era rebajarse. Nadie de mi generación lo quería, nadie. Navarrete provocaba un rechazo enorme- recuerda la ex alumna.

Otro estudiante que también vivió el ingreso del sacerdote al colegio comparte la misma opinión. Siempre lo percibió como un hombre duro, lejano y conservador. “Yo en 14 años nunca lo saludé, nunca supe ni a qué congregación pertenece. Y era el capellán de mi colegio, el “amigo espiritual”. Navarrete en verdad fue como un mito urbano para nosotros”, cuenta el ex alumno.

El ricachón de la FACh
Sebastián Navarrete efectivamente es un hombre misterioso y nadie parece tener mucha información sobre él. Se sabe que es un sacerdote diocesano de 75 años que pertenece al Obispado Castrense. En su juventud estudió Filosofía y realizó sus estudios religiosos en el extranjero, hasta que en 1976 entró a la FACh. Según información entregada por la Fuerza Aérea a The Clinic, Navarrete empezó como capellán de la Guarnición Aérea El Bosque, donde estuvo más de 11 años y luego asumió funciones en la División de Bienestar Social y el Comando del Personal. Por su trabajo esos años, ascendió a coronel de Aviación del Ejército y Jefe del Servicio Religioso de la institución, dependiendo religiosamente del Obispo Castrense, Juan Barros Madrid, y militarmente de su gran amigo, el General Jorge Rojas, Comandante en Jefe.

El 9 de abril pasado, un mes después de la venta del colegio Apoquindo, Sebastián Navarrete se transformó en el coronel más antiguo de la Fuerza Aérea, pasando a retiro luego de 38 años de servicio. La FACh, sin embargo, tenía otros planes para él. Según fuentes castrenses, Sebastián Navarrete, pese a su retiro, contaba con grandes posibilidades de continuar como Jefe del Servicio Religioso de la FACh. Cargo que ahora estaría en tela de juicio después del escándalo por la venta del Apoquindo y el destape público de sus propiedades.

Navarrete, según fuentes al interior de la FACh, estaría con un pie afuera de la institución, debido a fuertes roces entre él y el obispo castrense, Juan Barros Madrid. El año pasado, detallan algunos cercanos al cura, le habrían llegado comentarios a Madrid sobre el abultado patrimonio de Navarrete pero, debido al incondicional apoyo que tiene este con el actual comandante en jefe del Ejército, general Jorge Rojas, no le fue posible desvincularlo. De ahí que, cuentan algunos testigos, Navarrete no acuda a los retiros que hacen regularmente los capellanes de la FACh.

El abultado patrimonio de Navarrete no tiene indiferente a Juan Barros Madrid, luego de enterarse que el sacerdote diocesano tiene 13 propiedades a su nombre por un avalúo total de $431,6 millones y, al menos, cuatro sociedades con la ex directora del establecimiento, María Eugenia Gandarillas. Entre sus negocios está “La Sociedad Educacional Apoquindo Limitada” registrada en 1992, dos años después “Inversiones y Servicios Meg Limitada” que presta servicios de asesorías a profesionales en el campo pedagógico. Y en 1997, ambos socios, junto a “Inversiones y Asesorías Canela S.A.” y la “Inmobiliaria Valle del Principal”, constituyeron la Inmobiliaria Santa María de Pirque. Un enjambre de negocios que recién está saliendo a la luz.

-Para nosotros, Navarrete fue como un mito urbano. No supimos ni a qué Congregación pertenecía, menos íbamos a saber que era el presidente de una sociedad o que era millonario. Pero lo sospechábamos, era muy amigo de Gandarillas, siempre andaba en un Nissan Murano, con un buen celular, y cosas que eran para decir que no era muy cura para sus cosas. No le aplicaba mucho al voto de pobreza parece – cuenta un ex alumno.

A diferencia de los religiosos que pertenecen a alguna orden o congregación religiosa los curas diocesanos no hacen votos de pobreza, obediencia y castidad. Solo le deben obediencia a sus obispos, situación que les permite comprar autos, propiedades, formar sociedades e incluso abrir una cuenta a su nombre. Algo que también hizo Fernando Karadima, otro cura diocesano. Navarrete, de hecho, en el contrato de compraventa del colegio Apoquindo figura como empresario.

Un rótulo que, de alguna manera, choca con los principios de la Iglesia.

-Navarrete no le contó al obispo sobre sus propiedades. Él siempre se tuvo que enterar por terceros y cuando la información se hizo pública quedó la embarrada. Que lo consideren un cura empresario está muy bien puesto, porque eso es lo que es. Siempre estuvo con el tema del negocio y la plata. Trabajaba como Jefe del Servicio Religioso y pasaba metido en el colegio. ¿Alguien le dijo algo? Nada– relata una fuente vinculada al caso.

El presidente de la Sociedad Educacional Apoquindo vive en Las Condes. Su casa, a pesar de no estar a su nombre, se suma a sus seis propiedades no agrícolas, junto a otra vivienda en Las Condes, cuatro lotes en Pirque y un inmueble en Lo Barnechea. El resto de las propiedades son terrenos agrícolas en Ñinquén (VIII Región), donde pasó su infancia y tiene familiares cercanos.

-No cabe ni la menor duda que a este cura lo mueve la plata. De hecho una de las razones por las que los Legionarios de Cristo no tomaron el Colegio fue porque Navarrete pidió un sueldo sobre los siete millones de pesos, pero como no tienen ni un pelo de tontos se echaron para atrás– relata Ricardo Burgos, apoderado del colegio.

El verano pasado, un par de apoderados en Estados Unidos tomaron una foto de Sebastián Navarrete y María Eugenia Gandarillas, paseando en un mall. La imagen que rápidamente se viralizó por whatsapp se transformó en un mito difícil de probar. Pero una fuente cercana al sacerdote, asegura que todos los años viaja a Estados Unidos junto a su socia.
-El cura siempre dice que se irá de vacaciones a una parcelita de agrado en el sur y mentira, viaja todos los años con María Eugenia Gandarillas a Estados Unidos. Este año de hecho casi se queda sin visa y andaba preocupado – comenta otra fuente.

El “Apo” se vende
Según la escritura de la venta del terreno al colegio Mayflower, el negocio se cerró el 6 de marzo, un día después del comienzo de clases en el colegio Apoquindo. La venta por el monto de 8 mil millones de pesos que facturaron María Eugenia Gandarillas, Horacio Aránguiz y Sebastián Navarrete en representación del Colegio Apoquindo y Gilda Zulma Tonini, fundadora del colegio Mayflower y representante de la Sociedad de Inversiones The Pilgrims S.A., ya estaba firmada dos semanas antes que la comunidad escolar se enterara.

El abogado Ciro Colombara, representante de un grupo de apoderados del colegio, dice que la venta del terreno no puede seguir llevándose a cabo porque afecta el derecho de educación de los alumnos. “Se dañaron a más de 700 estudiantes. La venta del terreno significa que el 24 de diciembre próximo el Colegio Apoquindo –como proyecto educativo- desaparece porque carece de lugar físico para funcionar y los alumnos actuales no podrán seguir con el Proyecto Educativo. Lo que está en juego es el derecho a la educación y por esa razón esta operación no puede prosperar”, comenta el abogado.

La semana pasada, el Cuarto Juzgado Civil de Santiago designó a la perito judicial Janine Jorrat para ser la interventora a cargo de revisar los dineros recaudados con la venta del Colegio Apoquindo, debido a que existía una medida prejudicial precautoria que incluía la retención de tres mil millones de pesos del total logrado con la venta del Colegio. Dinero que según el abogado, fue retirado por el sacerdote. “La designación de una interventora en el Colegio Apoquindo es esencial para saber qué ocurrió con los dineros de la venta del terreno. También para saber la situación financiera, económica, tributaria y bancaria de la sociedad, así como las irregularidades que se han cometido”, agrega el abogado.

– Él es un mentiroso, vendió el colegio a espaldas de nosotros, sin una reunión previa ni nada. Yo le creí, le ayudé siempre y después nos enteramos que era una gran mentira. Todo esto fue su plan y yo fui muy crédulo – dice Andrés Figueroa, tesorero del Centro de Padres del colegio.

Dos días después de la designación de la interventora, la Iglesia anunció públicamente una investigación eclesiástica sobre el sacerdote diocesano vigente desde el 24 de marzo del 2014. Tres días después un ex alumno del Colegio envió una carta formal al Obispo castrense quejándose del actuar del sacerdote. La iglesia acusó el golpe a través de un comunicado de prensa donde confirmó que la investigación está siendo guiada por Juan Barros Madrid y busca “determinar o no la existencia de faltas o delitos a las obligaciones sacerdotales del presbítero Navarrete en lo relativo a la posesión y administración de bienes”.

Es recién en ese momento, el 24 de abril pasado, que Navarrete abandonó su ostracismo. A través de un comunicado aseguró que todo fue un gran mal entendido y que solamente había retirado los documentos del pago del precio para dejarlos en poder del colegio Apoquindo. Además, negó estar inubicable y que trabajaba intensamente en la parroquia de la FACh.

-No le convenía decir que ya no era parte de la FACh así que lo negó no más. Quizás es verdad que ha estado trabajando en el Servicio, pero que ha estado inubicable es cierto, porque mucha gente lo ha estado buscando y él ha decidido no contestar. Da igual porque siempre va a negarlo todo diciendo que lo metieron en esto– cuenta un cercano al caso.

Los escándalos
Ricardo Burgos es apoderado del Apoquindo hace más de siete años. Para él, entrar al colegio fue como amor a primera vista: un establecimiento chico, con cursos de menos de 26 alumnos y laico con valores católicos. En sus primeros años como apoderado, cuenta que nunca tuvo ningún problema con la dirección del colegio y que cuando el 2010 se anunciaron las negociaciones de compra por parte de los Legionarios de Cristo estaba ilusionado.

-El traspaso a la congregación me generaba mucha confianza y garantía. Y, además, tienen muchos colegios funcionando. Es una congregación que trabajaba con los líderes, entendiéndose a la gente que tiene poder e influencias. Esa es la razón yo creo porque la clase alta tiene tanta empatía con ellos – cuenta Ricardo Burgos.

Pero el 2012 estalló el escándalo. Los abusos sexuales a menores por parte de dos conserjes permitieron que se ventilaran algunos trapitos al sol. María Eugenia Gandarillas y Sebastián Navarrete nunca le dieron explicaciones a su comunidad y tampoco hicieron referencia al tema ni siquiera en las misas del colegio. A raíz de eso perdieron casi 100 matrículas. El futuro del Colegio se veía poco auspicioso. “Todo lo que pasó ahora con la venta es consecuencia de lo anterior. De este mal obrar, ellos son los culpables de todo lo que está pasando. Yo culpo a esa Fundación educacional encubridora que siempre ha hecho todo a espaldas de los apoderados”, reflexiona Burgos.

A mediados de julio del 2012, Sebastián Navarrete continuaba asegurando en la prensa que el colegio estaba ad portas de un traspaso. “En la práctica, el Colegio Apoquindo pasará a formar parte de los colegios de la legión. Ellos han sido bastante exitosos y eso es lo que se quiere potenciar en este colegio. Y si bien la fundación estará siempre, creo que habrá más exigencia y control dentro del colegio”, declaró Navarrete a La Segunda.

– Yo con él antes del escándalo de las violaciones, fuimos muy cercanos y creo que me tenía respeto. Pero con el tema de los abusos nos enemistamos. Yo lo culpé públicamente como responsable del estancamiento en la investigación y de persecución a las víctimas y a todo quién tuvo algún grado de solidaridad con los afectados- expone Ricardo Burgos.
Precisamente este sentimiento de abandono fue el que se extendió entre los apoderados luego que se supiera sobre la denuncia de abusos sexuales. La histeria colectiva inundó el colegio y Gandarillas y Navarrete empezaron a ignorar a las víctimas.

– Habían familias enteras sufriendo, desesperadas. Fue muy terrible y fuerte escuchar los relatos. Pero el primer comentario que yo le escuché a una profesora por el tema fue “esto nos pasa por recibir tanto roto”, dando alusión que los abusos habían pasado por dejar entrar a esta gente que lloraba por sus hijos- denuncia una ex apoderada.

En esos días, recuerda la mujer, se acercó a una madre de una de las víctimas. Al verla destrozada e ignorada por el colegio, decidió darle su apoyo. Pero no sabía los costos que eso tendría. Si bien había tenido una buena relación con Sebastián Navarrete hasta ese momento, cuando él se enteró de la relación que había construido con la familia afectada, le dio la espalda.

-Después del tema de los abusos, asumimos que este colegio iba a ser el más seguro de Chile, así que podíamos poner a nuestro chiquitito en kínder. Fuimos a hablar con el cura y nos dijo: “No va a ser posible que su hijo entre, porque los legionarios tienen una lista negra y ustedes están en ella. Tú acompañaste a la apoderada afectada y no me comentaste a mí lo que estaba pasando. Ustedes me traicionaron y su hijo no puede entrar”- les dijo el sacerdote.
Luego de una reunión con otras autoridades del colegio, confirmaron sus sospechas: la lista negra de los Legionarios de Cristo no existía, ni tampoco una por la dirección del colegio. Todo era un invento de Navarrete para amedrentar a sus enemigos.

-Ahí logramos entender cómo funcionaba todo. En el Colegio Apoquindo, aunque trabajaba por debajo, no se movía ningún alfiler sin que Navarrete lo supiera– relata la apoderada.

Hoy los apoderados y los alumnos del colegio esperan la respuesta de la justicia y también de la Iglesia. Se muestran incrédulos ante las justificaciones de la Dirección General del colegio, comandada por Norman Bull de la Jara, empresario chileno encargado de preparar al colegio para su traspaso al Mayflower.

-Cuando vemos que la iglesia chilena tiene una baja de adeptos de 77% a 54% bien valdría hacerse la pregunta que están haciendo los obispos y el arzobispo para evitar que curas tan mal inspirados como Navarrete sigan obrando tan mal y con plena impunidad – agrega Ricardo Burgos.

The Clinic intentó comunicarse con el sacerdote Sebastián Navarrete pero, telefónicamente, sus familiares expresaron su negativa a colaborar en este reportaje.

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