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Opinión

24 de Mayo de 2014

El elocuente testimonio de la periodista Patricia Espejo sobre su aborto terapéutico

En una carta al directo de El Mercurio la periodista de TVN relató la experiencia que vivió durante su primer embarazo, el que debió ser interrumpido por un cuadro de placenta previa. "¿Debería haber sido penalizado el equipo médico por esta acción? Por supuesto que no. Ellos hicieron todo lo que estuvo a su alcance para salvar mi vida y la de mi guagua, pero las circunstancias solo permitieron salvar la mía", expresa en la publicación.

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“Tenía 24 años cuando me embaracé por primera vez de mi marido, el fallecido periodista Hernán Olguín. Poco después de los dos meses comencé a sangrar y mi obstetra me envió a reposo absoluto. A pesar de esto, el sangrado no cedía, más bien tendía a aumentar.

Al cumplir la semana 18 y sin haber interrumpido el reposo en cama, ya presentaba una anemia severa, razón por la cual fui hospitalizada. Me transfundieron muchas bolsas de glóbulos rojos. Sin embargo a la semana 19, y mientras la guagua seguía creciendo y presentaba latidos cardíacos normales (no existía la ecografía en ese tiempo), mi anemia no mejoraba pese a las transfusiones. Mi hematocrito era deplorable. Ante este escenario, el médico consideró que la única “terapia” posible para salvar mi vida era interrumpir mi embarazo, advirtiéndome que la guagua, por su prematurez, no tenía posibilidades de sobrevivir.

Algunos dicen que toda vida tiene un valor inmenso y no es posible discriminar diciendo ‘esta sí, esta no’. Suena sensato, pero hay matices. En mi caso, la vida mía valía más que la de mi guagua porque, sin la mía, la de mi guagua tampoco era posible.

Me sometieron a una cesárea muy tarde en la noche y fue ahí cuando el médico tuvo la certeza del diagnóstico que él ya sospechaba: placenta previa. Aunque es muy inusual que esta condición comience con un sangrado tan temprano en el embarazo, me ocurrió.

A pesar de todo, quedé tranquila pues tuve la certeza de que el médico y yo, desde mis posibilidades, hicimos todo lo posible para no interrumpir el embarazo. Sin embargo, no hacerlo era “crónica de una muerte anunciada” por anemia aguda.

Algunos podrán decir que con el avance de la medicina esta situación no podría ocurrir hoy. No soy médico, pero pienso que los actuales avances solo habrían permitido determinar mucho antes que el problema se debía a una placenta mal insertada, pero no habría impedido la hemorragia.

¿Debería haber sido penalizado el equipo médico por esta acción? Por supuesto que no. Ellos hicieron todo lo que estuvo a su alcance para salvar mi vida y la de mi guagua, pero las circunstancias solo permitieron salvar la mía.

Gracias a esto poco más de un año después tuve a mi hija y luego a mi hijo, y hoy disfruto de seis espectaculares nietos. Sin duda fue una decisión por la vida”.

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#aborto#carta#espejo

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