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Opinión

27 de Julio de 2014

¿Qué es ser de izquierda?

Contestar la pregunta “qué es ser de izquierda” requiere definir de manera previa el dónde y el cuándo. El interrogante formulado no se refiere al mundo o a un continente entero, pues aunque estamos en un período de globalización, las realidades nacionales deben ser tomadas en cuenta. Por tanto, el dónde será la realidad que […]

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Contestar la pregunta “qué es ser de izquierda” requiere definir de manera previa el dónde y el cuándo. El interrogante formulado no se refiere al mundo o a un continente entero, pues aunque estamos en un período de globalización, las realidades nacionales deben ser tomadas en cuenta. Por tanto, el dónde será la realidad que nos toca vivir, la de Chile.

Por Tomás Moulian

A su vez el cuándo será la actualidad, el momento inmediato. Pero es necesario entender que este último se encuentra inscrito en una época determinada. En este caso, en una época posterior al derrumbe del socialismo en la URSS y en el Oriente europeo, producto de un prolongado proceso de burocratización.

Debe decirse que lo que allí fracasa no es el socialismo como tal, sino regímenes de dictadura de partidos únicos, en los que se había instalado algo muy distinto a una verdadera dictadura del proletariado. No era la clase obrera la que estaba en el poder, sino élites que se habían apoderado del gobierno desplazando al pueblo. A menudo se ha hablado de nuestra época como post socialista, pero en realidad debería denominarse como período de búsqueda de un nuevo socialismo, que sustituya a los procesos burocráticos que marcaron al socialismo del siglo XX.

Por lo tanto, ser de izquierda hoy requiere tener como horizonte la construcción de nuevas formas de socialismo que tengan, esta vez, un carácter participativo. Las principales características de estas sociedades deberán ser: a) la profundización de la democracia representativa, en ningún caso su sustitución; b) la construcción de una economía humana; y c) el reemplazo de una cultura del tener por una cultura del ser.

Si estas características se hicieran realidad, se construiría un socialismo muy diferente de aquel que primó en la URSS hasta su derrumbe, y muy distinto también de los que actualmente existen en algunos países de Asia o en Cuba.

EN EL CHILE ACTUAL

Pensar qué implica ser de izquierda en el Chile actual, significa avanzar hacia un socialismo participativo en las condiciones políticas de la segunda administración de Michelle Bachelet.

Como se sabe, se trata de un gobierno de coalición; aunque en este caso se está ante la coalición más amplia que se ha construido desde 1990, cuando se volvió a una democracia representativa. Ello porque a los partidos habituales de la Concertación se han agregado el Partido Comunista y Revolución Democrática.

Se trata además de un gobierno que ha generado la expectativa de realizar importantes reformas, retomando con ello la senda del de Ricardo Lagos, en el cual se eliminaron los llamados “enclaves autoritarios”. Pero la diferencia a favor del gobierno actual se encuentra en el intento de realizar además cambios de carácter económico-social, y no preferentemente de naturaleza política.

En este gobierno de coalición, los partidos del ala izquierda deben tener un rol específico: promover de manera constante los aspectos más progresistas del programa formulado. Por supuesto que ello debe realizarse en diálogo con las fuerzas de centro y centro izquierda que conforman la coalición. Pero también debe hacerse de una manera pública, especialmente después de la tramitación de la reforma tributaria, que plantea con fuerza la pregunta sobre el sentido de integrar ese tipo de coalición… ¿no será demasiado? Es evidente que muchos planteamientos de ese tipo tendrán un carácter privado, formando parte de las discusiones internas de la coalición, pero los aspectos centrales deben formularse de cara a los ciudadanos.

Ello porque una de las ventajas fundamentales de la democracia es la posibilidad de discusión pública de las políticas y programas que se van a implementar. Es decir, que la manifestación de los fundamentos y las argumentaciones debe realizarse de un modo amplio y explícito. Hacerlo de ese modo permitiría que aquellos ciudadanos que tengan interés puedan contar con la información necesaria, y un ciudadano no es solo aquel que vota, también es aquel que está en condiciones de adoptar una posición frente a las diferentes políticas públicas.

Esto le debería corresponder a todos los partidos, pero en especial a aquellos que postulan una democracia participativa, como son los de la izquierda de la coalición.

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