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Cultura

9 de Diciembre de 2014

Los últimos Titanes del Ring

Hace 32 años que dejaron la televisión luego de un éxito arrollador. Hoy, con un libro que pretende contar su historia completa, los Titanes del Ring vuelven al cuadrilátero a conversar sobre su época dorada. Nos juntamos en Valparaíso con Míster Chile, Cordovez, Ángel Blanco y Yalo Yaqui. Cuatro leyendas de la lucha libre chilena que todavía levantan pesas para mantenerse en forma.

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Los-últimos-TITANES-DEL-RING-(Leonardo-Pérez-(58),-'Ángel-Blanco')-foto-alejandro-olivares

Mister Chile es el primero en subir al ring y lo hace como en los viejos tiempos. Eleva sus manos sobre la cabeza, inclina el cuerpo hacia el piso y deja caer su enorme humanidad en el ring, en un giro fugaz que lo vuelve a poner nuevamente en pie. Un truco que a sus 72 años, más bien parece una proeza. Luego mira a Ángel Blanco, otro colega de antaño, y le dice: “Te ves pesado”.

Leonardo Pérez, el hombre detrás de la máscara, le responde a torso desnudo tocando su abultado abdomen: “son 115 kilos”.

La velada de amigos, todos integrantes del famoso programa televisivo de lucha libre Titanes del Ring, a ratos se torna un recuento de achaques. -Yo estoy medio cagado- cuenta Guillermo Olguín, el “Cordovez”.

Luego agrega que sufre diabetes hace 24 años, es insulino dependiente y acaba de comenzar a invadirlo la artrosis. De ahí que prefiera no ejercitarse con las mancuernas.

Míster Chile, en cambio, levanta 20 kilos en cada brazo a modo de calentamiento. -¿Cómo estoy?- pregunta en voz alta mientras se mira en el espejo.

El subterráneo del gimnasio Kenpoboxing tiene las paredes rojas y del techo cuelgan innumerables sacos de boxeo. Al centro hay un antiguo ring de boxeo. Algunos jóvenes entrenan artes marciales, otros levantan pesas y el resto ejercita sus músculos en las barras. Ninguno practica lucha libre. Es un día viernes. Son las 8 de la noche. El último trolley de Valparaíso acaba de doblar por la calle Buenos Aires. Los titanes del ring terminan de precalentar.

Los-últimos-TITANES-DEL-RING-(Manuel-Vargas-(72),-'Míster-Chile')-foto-alejandro-olivares

El “Cachacascán”

Manuel Vargas es Mister Chile y debe su nombre a un concurso de físicoculturismo que ganó en 1965 en la Quinta Vergara. En un principio no le dio mayor importancia al trofeo, ya que contaba con un palmarés respetable en levantamiento de pesas y atletismo. Casi al mes del triunfo lo llamaron de Santiago, para que fuera a luchar al teatro Caupolicán, en el “Cachacascán”. La palabra fue una chilenización de “Catch as catch can”, la denominación anglosajona de un tipo de lucha libre que se traduciría en algo así como: “agarra como puedas agarrar”. Fue allí donde se dio cuenta que fue determinante haber ganado ese concurso, pues antes quería llamarse “El Enmascarado” o “El Genio”, pero ya todos lo conocían como Míster Chile.

Con sólo tres meses compitiendo, un empresario lo llevó a Venezuela junto a Míster Europa, otro crédito local, y Blue Demond, un conocido luchador viñamarino. Firmó un contrato por dos meses, prorrogable por otros dos, pero terminó quedándose tres años. “Fue mi mejor momento, era primera figura, en Venezuela fui mucho más conocido que acá”, recuerda. Fue allá donde patentó “el salto de la muerte”, que era volar desde las cuerdas del ring hacia la platea. La pirueta le valió reconocimientos y varias costillas rotas.

La mayoría de los luchadores de aquel tiempo practicaban fisicoculturismo. Una disciplina incipiente que les permitía mantenerse en forma. “Practicábamos dos años antes de ir a luchar y muchos todavía lo hacemos para mantenernos. Hoy a muchos luchadores le faltan cazuelas, parecen mosquitos. Antes era mucho físico, eso nos favoreció mucho a nosotros y por eso estamos así, sin ningún daño”, reflexiona Ángel Blanco, quien comenzó a luchar desde los 13 años con el nombre de Caballero Audaz.

A diferencia del boxeo, en la lucha libre la clasificación no es por peso, sino que sólo hay dos categorías: el “técnico-volante”, que es el luchador que es de bajo peso pero que hace muchas acrobacias, y el rudo o recio, que puede pesar más de 120 kilos. Además de la falta de entrenamiento, los Titanes critican a la nueva generación de luchadores porque han optado por imitar a la lucha libre de EE.UU., la WWE, desechando las técnicas de los antiguos. “Ahora los luchadores todos vuelan. Son más volantes que técnicos, no te hacen ni una llave”, reflexiona Ángel Blanco.

Eran otros tiempos. Ángel Blanco recuerda que su mamá fue a verlo a una lucha en cerro Placeres sin saber que era uno de los enmascarados. Tenía 15 años y asegura que “recibió mucho más de lo que dio”. “Cuando llegué a mi casa me pescó el traje y me lo quemó completo. Me dio mucha pena. Después tuve que luchar escondido, sin que supiera”.

Algo similar le ocurrió a Sergio Macaya, el Yalo Yaqui, que a sus 57 años recuerda la anécdota como si fuera ayer. “Llevaba un año casado y, para que no saliera, mi señora me cortó en pedacitos el traje y me lo botó. Me molesté un poco pero al final me reí, total me mandé a hacer otro. Las mujeres hacían eso por preocupación”.

Míster Chile, Ángel Blanco, Cordovez y Yalo Yaqui, son los nombres con los que fueron conocidos en los cuadriláteros de todo el país y que llevaron la lucha libre a la pantalla chica de Televisión Nacional. La historia de ellos, junto a la de otros “catchers”, estará reunida en el libro “Los Titanes del Ring. Una historia entre cuerdas y máscaras” de la editorial Ocho Libros que será publicada en enero de 2015.

“Pistolear”

Si hay algo que aún enorgullece a los luchadores es su antiguo código de honor. Quienes se subían al ring, reconocen, debían convencer al público que la pelea era real y entregar un buen espectáculo. De no hacerlo sufrían los estragos del “pistoleo” de los maestros. “Si tú llegas a deslucir el trabajo profesional te van a pegar en serio. El pistoleo lo usan solamente los maestros, así que para aprenderlo hay que sufrirlo”, recuerda Cordovez.

Ya abajo del ring, Ángel Blanco da luces de las locuras que vivieron en las giras nacionales. “Pasaba de todo pero hay cosas que uno no puede estar diciendo. Habían muchas mujeres y eso era lo que nos llevaba a la perdición”, comenta entre risas. El Cordovez asegura que el espectáculo tenía una trama y que cada uno intentaba posicionar a su personaje ante el público. “Nuestro concepto es que era una lucha entre el bien y el mal. Obviamente el que hacía el papel de malo, que por lo general era un luchador del tipo recio-rudo, se llevaba la mala fama”.

Si bien disfrutaron las bondades de la televisión al haber masificado la lucha libre, confiesan que sus escenarios preferidos eran con las cámaras ausentes. “Titanes del Ring era un show para niños, no podíamos “pistolear” ni pegarnos, porque en la televisión no podíamos mostrar sangre. En cambio las peleas en el Caupolicán eran el 90% verdaderas”, afirma Mister Chile.

La mejor época de la lucha libre nacional, coinciden, fue durante los años del gobierno de la Unidad Popular: recorrieron el país, llenaron gimnasios y viajaron al extranjero. De hecho, el mismo Presidente Salvador Allende, que era fanático de la lucha libre, le pidió a su asesor de prensa Augusto Olivares, director entonces de TVN, que llevara el Cachacascán a la televisión abierta. Así nació Titanes del Ring, que en sus primeros tres meses alcanzó los 60 puntos de sintonía, transformándose en un panorama familiar para los sectores más humildes. Fue ese carácter upeliento el que llevó a autoridades de la dictadura a borrar todas las grabaciones que existían hasta entonces. El libro, por tanto, reconocen los titanes, vendría a recuperar el legado patrimonial de los luchadores.

Ahora, los titanes se juntan de vez en cuando a entrenar, como hoy, sin tantas piruetas de por medio. Míster Chile tuvo una funeraria, jubiló, y vive en su casa del Cerro Concepción en la que tiene su propio gimnasio. El Cordovez tiene un puesto en una feria de Quilpué. Yalo Yaqui tiene una carnicería en El Belloto y Ángel Blanco conduce un colectivo en Valparaíso. Los cuatro siguen ligados a asociaciones de lucha libre.

Los-últimos-TITANES-DEL-RING-(Sergio-Macaya-(57),-'Yalo-Yaqui')-foto-alejandro-olivares

UN PAÍS DE PLÁSTICO

Para los autores del libro, Cristhian Morales y Marco Herrera, el trabajo responde a una necesaria recuperación de la memoria histórica de la periferia, que por distintas razones quedaron marginadas de reconocimientos pero que perduran en el inconsciente popular. Titanes del Ring se ha transformado en un fenómeno cargado de nostalgia, luego de las bruscas transformaciones culturales vividas con la implementación del neoliberalismo. Como señaló Cordovez, esa lucha entre el bien y el mal, donde el bien siempre triunfaba, para Herrera hoy eso es parte de un ingenuo pasado: “algo que en estos tiempos parece que no ocurre, los malos han ganado y están en todas las instancias del poder”.

Para Morales, la historia de los Titanes refleja cuán profundo caló la “american way of life”, donde el éxito permanente se volvió una forma de ser validado por la sociedad. “No tenemos héroes porque somos un país hiperbolizado que los acepta en la cima y los desecha cuando muerden el polvo. Un país de plástico, chaquetero, fanfarrón y siempre a la moda”.

El libro se divide en cuatro períodos. El primero abarca desde mediados de la década de los 40 a 1968, cuando ocurre la tragedia de Coyhaique, en la que perdieron la vida 9 luchadores en un accidente de aviación. El segundo es con Titanes del Ring en televisión, entre 1971 y 1974. El tercer período comprende los años 77 y 78 con la incorporación al programa Dingolondango. El cuarto marca el retorno del programa, entre el 81 y el 82, cuyo último campeón, según registran los autores, fue Tarzán Chileno. Mister Chile, sin embargo, lo pone en entredicho. “Yo fui el campeón pero olvidé llevarme el cinturón. Ahora que Dragón Chino lo recuperó dice que es de él”.

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