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Opinión

9 de Febrero de 2015

Ricardo Sande, presidente de la Feuc: “Cuando el Estado le pide a la UC que practique abortos le está pidiendo que deje de ser católica”

El gremialista presidente de la Federación de Estudiantes de la UC dice que su movimiento político no es igual a Jaime Guzmán y que parte de su reinvención es reconocer que durante su historia se hizo un aporte a la sociedad chilena y en otros, como durante la dictadura, hay algunas cosas que le gustaría cambiar. En medio de ideas de expropiaciones y una polémica álgida por la postura frente al proyecto de despenalización del aborto, Sande sale a defender al rector diciendo que para él y su grupo es un tema valórico antes que de salud pública. "Estamos en contra del proyecto de ley, pero más en contra estamos en que un Gobierno e exija a un hospital universitario un procedimiento que va derechamente contra sus principios", dice.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
Por

Ricardo Sande A1

A diferencia de los seis años anteriores, la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, se puso a un costado del rector Ignacio Sánchez y salió a defenderlo y apoyarlo públicamente ante la lluvia de críticas tras amenazar con no practicar abortos en los centros asistenciales que pertenecen a la Red de Salud UC.

Lo hacen, según las palabras del presidente de la Feuc 2015, el metalero y gremialista estudiante de Derecho Ricardo Sande, por una cuestión de principios, porque el proyecto de ley anunciado por el Gobierno sobre este tema habla de despenalizar y no de legalizar ese procedimiento, pero principalmente porque él cree principalmente en la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Inmerso en política universitaria desde 2010, Sande dice sorprenderse de la reacción que generaron los dichos de Sánchez, señala que en el movimiento gremial no le rinde culto a Jaime Guzmán y que le molesta profúndamente el financiamiento ilegal a la política chilena, destapada tras el Caso Penta.

¿Cómo ha sido la instalación del gremialismo seis años después en la Feuc?

Bueno hay cosas que eran previsibles y otras que han sido sorpresa. Yo creo que es bueno partir así, porque nosotros sabíamos que el tema de Educación iba a estar en la agenda, sabíamos algunas cosas de en qué consistía la Feuc en términos de gestión -porque son seis años, una generación completa y lo que estamos hoy nunca habíamos sido Feuc. Entonces, hay algunas cosas que habíamos escuchado, que más o menos sabíamos cómo se hacían y otras cosas que no teníamos tan claras. Obviamente el primer período es complejo porque uno se va adaptando y todo y también nos hemos llevado sorpresas, unas buenas y otras no tanto. Desde el 2011 el cargo se politizó y mediatizó muchísimo, entonces hay una estructura distinta en donde el presidente feuc pasa a ser figura pública y que es el resto de la feuc la que debe llevarse la carga de gestión pura. Eso ha sido un cambio importante y para nosotros fue sorpresivo en el buen sentido la buena recepción que hemos tenido en la Confech. Creo que ese ha sido uno de los puntos altos de los últimos meses, hemos sabido llevar diferencias políticas profundas. La hemos sabido llevar bien, nos hemos ido dando cuenta que la Confech es un espacio democrático donde pueden participar todos y eso es algo que tal vez uno siempre tiene el prejuicio que ahí no hay respeto por pensar distinto. En campaña me hablaban de que casi yo iba ser víctima de matonaje, una cosa media extrema, y nos hemos ido dando cuenta que es un espacio político valioso, hay altura de miras de discusiones serias y en esa línea hemos podido sobrellevar una vocería donde decimos algunas cosas que a veces no compartimos al 100% o cosas que son derechamente contrarias.

Eso es parte del acuerdo de la vocería.

Claro, pero yo perfectamente podría decir que no quiero ser vocero Confech porque hay cosas que no comparto y me quedo callado. Hemos buscado puntos, críticas que pueden ser comunes y en eso nos ha ido súper bien y eso ha sido una buena sorpresa. Así que bien.

Igual existen antecedentes de hostigamiento a los presidentes de la Feuc. A Giorgio lo golpearon, a Naschla la amenazaron.

Es que creo que hay que distinguir dos cosas. Uno es lo que pasa dentro del Confech, con los que están adentro, que son los representantes. Ahí se ha dado algo positivo para los estudiantes de Chile. Y hay otras instancias que son inevitables, de estudiantes de base que no piensan como yo y que en la calle me digan cosas. Y me ha pasado, gente que me encara y dice cosas, pero eso es parte del cargo. Pero la Confech institucional, que es lo que más me importaba, que eso sí se diera de forma respetuosa el diálogo entre universidad y ciertas instancias que se pueden dar, que uno debe tener cuidado que no pase a mayores pero es parte de, lamentablemente, estar en un órgano que hoy está en el centro de las discusiones importantes. Es un clima álgido y asumo que con el pasar del tiempo va a ser más tenso, con una postura que claramente no es mayoritaria dentro del Confech y vamos a ser en muchas discusiones la disidencia. Pero es súper importante saber qué es lo central y para mí es que en la Confech tengamos un buen clima y sepamos discutir. Lo demás son cosas que pasan y escuchar.

¿No ha pasado nada?

Me pasó una situación específica, en la embajada de México en una concentración por los estudiantes desaparecidos, que se acercaron a encararme a decir que qué estaba haciendo ahí y fueron los mismos compañeros Confech que me defendieron diciendo que nadie restaba en esa situación. Esa era la lógica. Un debate un poco subido de tono, pero se podría decir que fue debate callejero.

¿Qué significa ser gremialista en el Chile de 2015?

En esta nueva generación creo que fuimos capaces de llegar a la Feuc porque nos replanteamos muchas cosas. No es que haya habido un cambio de principios de fondo, no hemos decidido cambiar nuestros principios, sino que fuimos capaces de aplicar nuestras ideas al Chile de hoy. Creo que eso fue lo más importante. No es solamente tener una visión de universidad, porque hace años está el problema de que gremialista significaba tener una visión un poco simplista de la política. De que nosotros no hacemos política y tenemos miedo de hacer política. Nos dimos cuenta que ser gremialista no es tenerle miedo a la política, sino que hacerlo de otra forma, que es la visión estudiantil. Y a qué voy con esto, yo puedo tener ideas parecidas a cualquier coalición política pero no voy a depender orgánicamente de una coalición política. Me siento con la libertad de criticas a cualquier político de cualquier línea y eso es lo que nosotros llamamos política, hacerlo desde nuestras ideas sin intereses comprometidos con sector o partidios políticos. Planteamos la autonomía como principio básico. La participación como valor fundamental y principio democrático, lo gremial y la importancia de los movimientos sociales -en plural porque no creemos en la existencia de un solo gran movimiento-. Obviamente creer en una sociedad libre y responsable, en la que las personas son capaces de construir su futuro individual y colectivo. O sea, una sociedad con oportunidades y en una dignidad y concepción humana que es trascendente. Ese es un poco el marco en el que nos movemos. Autonomía, libertad, responsabilidad, dignidad, participación, etcétera y esos principios desencadenan en políticas que pueden ser más contingente como la educación, que nosotros hemos planteado una visión distinta a lo que se planteaba anteriormente, ciertas críticas a cómo funciona la sociedad hoy día en especial sobre movimientos sociales. Por ejemplo, cierto gremios como el colegio de profesores, la cut, el colegio de matronas que tienen cierta militancia en partidos políticos, lo que hace que a la hora de negociar una política pública con un gobierno de su misma coalición no hay una verdadera participación en ese sentido.

O sea que ser gremialista no significa ser de la Alianza o UDI o de otro de los partidos de derecha.

Significa ser gremialista y me gustaría explicar. Perfectamente un partido político o más de uno puede decir que son gremialistas, pero el gremialismo no es un partido, es algo mucho más grande. Hay una relación de género especie. Hay gremialistas que después están en partidos distintos. En mis cinco años en el MG me ha tocado ver a gente que va a la Democracia Cristiana, RN, Evopoli, Amplitud y la UDI. En partidos de izquierda claramente es más difícil, pero hay bastante diversidad adentro. El marco es amplio.

Y qué significa ser un joven vocero de ideas que estos años estuvieron…

¿En decadencia? Jajaja

No sé si en decadencia, pero son ideas que no han sabido convocar. ¿Cómo te planteas ahora con la dinámica actual?

Bueno, sí, creo que estamos en el momento político de los movimientos sociales. Vemos como el parlamento responde cada vez más a lo que pasa en la calle y eso no es algo malo. No quiero hablar desde la derecha porque represento algo distinto. Pero si tuviera que hacerles una crítica, vieron como algo negativo que la gente saliera a la calle a decir algo que pensaba y eso es ver el rol de la persona como algo muy pasivo. O sea, la persona no sólo tiene el derecho de salir a la calle sino que cuando piensa distinto es positivo que diga lo que piensa. Entonces creo que nuestras ideas y el gremialismo en específico dejó de hacer su trabajo, que es un poco estar en los gremios, con las personas, en todos los espacios. El gremialismo no se hace desde el Congreso. De hecho no, no es su habitat. Ese creo que fue el switch: entender que nuestras ideas pueden hacer sentido no solo en la clase política sino que en todos lados. Y en la UC siempre fue el lugar donde nuestras ideas se vieron mejor y empezamos un trabajo refundacional. Nos preguntamos cuál era nuestro rol. Hace unos años tuvimos elecciones muy duras donde ni siquiera pasamos a segunda vuelta (2013) y ahí nos dimos cuenta qué algo estamos haciendo mal. Ahí dijimos no seguir ocupando ideas del de al lado y nos preguntamos cuál era la UC o el Chile que nos gustaría tener. Ahora, no me gusta que se me trate como una nueva cara de la centroderecha porque nuestro rol es muy distinto. O sea, nuestra primera función no es ser voceros del greamialismo, sino que de la UC. Y eso es algo que no vamos a transar porque es parte de los principios. Yo no me siento como un reinvindicador de la derecha, no. Me siento m´ñas que nada un vocero de una universidad que representa a sus compañeros y que hoy está con una mayoría bastante holgada dentro de la u y que más importante que el gremialismo son las ideas que la mayoría de la UC votó.

Hay un cambio de switch, pero no significa desentenderse de la historia del gremialismo.

A ver, ahí hay hartas cosas. Uno siempre está, no sé si orgulloso porque hay cosas buenas y cosas malas como en toda historia. Nosotros tenemos ya casi 50 años de historia en Chile y hay momentos que obviamente nos hacen sentir orgullosos y otros que no tanto. Ciertamente hay momentos históricos que a nosotros como nueva generación no nos tocó vivir y que uno mira para atrás y puede cuestionar ciertas decisiones. Uno es gremialista por los principios, por la visión de sociedad que tiene más que por la historia. Es algo que quiero dejar claro. Yo no tengo ningún problema en reconocer que hubo cosas que no se hicieron bien…

¿Tú te refieres que ocurrieron durante la dictadura?

Sí, uno puede ser crítico perfectamente. Nosotros somos un movimiento que defiende la dignidad de la persona humana. Obviamente, con la visión de hoy estuviese en ese año diría ‘chuta, dónde estábamos nosotros cuando hubo cosas que atentaban contra ese principio’. Ahí hay hartas cosas que a uno le podría gustar cambiar. Pero así es la historia también. Cuando uno tiene un movimiento político con una historia larga es caso imposible que sea una historia intachable. Más cómodo sería cerrar la puerta por fuera y fundar algo nuevo con los mismos principios, pero sería súper poco honesto intelectualmente. Y tampoco quiero hacer una crítica a que todo lo pasado fue malo. Nosotros tuvimos un rol súper importante en los años 60 e inicios de los 70, reinvindicando principios que hoy siguen vivos, como la autonomía, la libertad y eso no se puede negar. Entonces hay cosas que nos hacen sentir orgullosísimos y otras que no tanto.

¿Y qué les pasa a ustedes cuando en el Chile de hoy se cuestiona a Jaime Guzmán, uno de sus fundadores, piedra angular del gremialismo?

Çuando hablamos de la figura de Jaime Guzmán creo que hay que hacer varias distinciones. Él fue fundador del movimiento gremial cuando él estaba en la universidad y después él hace muchas cosas. Pero cuando lo funda lo hace en la universidad. El movimiento gremial no le rinde culto a Jaime Guzmán, como mucha gente cree. Hay muchos líderes que han estado y contribuido de una u otra manera a fundar lo que hoy existe. Yo tengo muchas concordancias con Jaime Guzmán, pero también tiene cosas que no comparto en absoluto: la concepción que tiene sobre la pena de muerte, uno puede hacerle críticas contingentes a cómo actuó en ciertos momentos históricos. Pero intelectualmente es una persona muy importante para nosotros. Fue quien sentó las bases y yo creo que hay un error que se le suele apuntar como el culpable de muchas cosas que sucedieron. Se le ha achacado un poco la responsabilidad y sin el afán de defender su figura, creo que a veces se hace sin toda la historia. Creo que él sirvió a Chile, contribuyó desde sus ideas y terminó siendo asesinado por cómo pensaba. Es al menos curioso, creo yo, que haya gente que diga que fue un asesino. Pero insisto: nosotros no somos Jaime Guzmán, somos el gremialismo que fundó en la universidad. Nuestra concordancia ideológica con él es el gremialismo. Más que eso no estamos obligados a seguirlo. No es una especie de gurú, es una persona muy influyente, muy importante, pero no estamos obligados a celebrarle todo.

¿Qué tan difícil es reinstalar esas ideas hoy día?

Nosotros sabíamos que esto era muy difícil, sabíamos que esta iba a ser una pelea muy dura porque nuestras ideas no son las que priman hoy día, al menos en la política universitaria. Yo estoy seguro que hay muchos estudiantes de muchas universidades que sí piensan distinto y que no han tenido espacio por excesivo asambleismo, por sistemas que no son muy representativos, quórums que llegan a dar risa. Yo creo que nuestra misión es volver a despertar a estudiantes que no han tenido espacio para decir lo que piensan. Y creo que son muchos. En la UC nos dimos cuenta y por eso pudimos sacarle cerca de mil votos de diferencia a un movimiento que llevaba seis años en la Feuc. Eso habla de que sí quieren cambios, pero quizás son paulatinos, hay que ir convenciendo, ganando espacios. Para eso hay mucho trabajo, mucha humildad. Yo en la Confech siempre digo lo que pienso y cuando me toca hablar en la conferencia de prensa digo lo que tengo que decir y cuando me entrevisten como presidente Feuc digo lo que verdaderamente pienso. Hay que ser humilde, respetuoso y respetar las vías institucionales, pero igual hay que tener cuero de chancho. Aguantar a que a uno lo quieran callar, no lo dejen hablar y saber distinguir las instancias. Hay gente que me pregunta la postura como Feuc y es normal buscar una voz distinta. No es lógico que todos piensen igual. De hecho, no es lógico en un grupo de 10 personas. Entonces creo que esto no tiene una desventaja. Creo que con visiones distintas ganamos todos. Obviamente me gustaría que nuestras expresiones avancen más.

¿Qué pasa con temas como la gratuidad universal en educación superior, a la que ustedes se han opuesto? Hace rato la Confech decidió que esta debía ser para todos, sin excepción.

Creo que hay que entender que la Confech no es un partido político. Puede que esto cambie en el tiempo. Puede que una mayoría nueva -en ese orden de palabras- cambie su mirada y llegue a otro tipo de acuerdos. Es como decir que la Feuc tiene una postura que es invariable en el tiempo. Y no, depende de quién esté. En el momento más alto del movimiento estudiantil y siendo generoso en las cifras, se movilizó a 200 mil personas de un universo de más de un millón. Entonces hay que tener cuidado con hacer aseveraciones hegemónicas.

¿Pero 200 mil en total? Eso pudo ser sólo en Santiago, pero en las regiones también hubo mucha movilización.

Bueno, pongámosle 300 mil. Cuando hablamos de cifras siempre es complejo y obviamente hubo mucha gente que no salió a marchar tal día. Yo no digo que no sean ideas mayoritarias porque sí lo son y es cosa de ver lo que pasa en todas las universidades. A lo que voy es que no son todos. Yo sí creo que hay muchas personas en Chile que creen que gastar 4 mil millones de dólares en educación sueprior cuando se entiende que hay otras urgencias sociales que pueden ser cubiertas por el mismo monto. Por ejemplo, si gastamos 5 mil millones, mil millones de dólares más, vamos a lograr que cada niño tenga los mismos recursos que en la educación particular pagada. Otro: si financiamos la educación superior total vamos a gastar más recursos en educación superior que en todo el resto del sistema, cuando en el promedio de la OCDE son casi más de dos veces lo que se gasta en el sistema que en las universidades. No estoy diciendo que la gratuidad sa algo malo per se, digo que es una política pública que, a mi juicio, hoy no tiene sentido. Creo que es algo que busca satisfacer a los que gritan más o más fuerte. Y creo que efectivamente es injusto que aquellos que pueden pagar no lo hagan.

Ricardo Sande Valentina Saavedra A1

Los valores y la defensa del aborto

¿Qué pasa cuando las instituciones con las que compartes valores y principios están en jaque, como la iglesia y los partidos políticos de derecha?

Eso es muy importante porque es la principal razón por la cual tomé la decisión de jugármela por esto. Cuando uno ve un escenario de que las ideas propias están siendo basureadas, uno muchas veces por ser católico descalificaciones. Cuando hay una sociedad en la que las ideas propias no son las mejor valoradas o no son debídamente escuchadas, hay dos actitudes: una es cerrar por fuera, que es bastante tentadora. Pero si uno no pelea por la sociedad, por lo que uno piensa y por un Chile con menos pobrezas, eso puede ser desmotivador para muchos pero para mi es un motor brutal. Para mi yo creo que estamos en un momento político crucial. Estos años van a ser fundamentales para la pauta de lo que se va a vivir en Chile, en cuanto a la dirección hacia donde vamos, a qué países nos queremos parecer o qué sociedad queremos. Entonces, yo no podría no hacer lo que estoy haciendo. Y me llegan miles de tuiteos diciendo ‘oye, este gallo tartamudo, este gallo no sé qué cosa’. Y pucha, yo digo ‘puede ser: quizás no soy el más inteligente, pero esto convencido de que tengo algo que aportar’. Y mis compañeros también lo creen así, por eso votaron por mí.

Hoy hay grandes temas país que se están discutiendo. Hoy está el rector de la UC en el centro de la polémica por haber dicho algo que él piensa. ¿Qué piensas tú de esas declaraciones?

Me sorprende que a la gente le sorprenda lo que dijo el rector Sánchez. La UC tiene un sello y una línea, que en el momento que se pierde deja de ser Universidad Católica. Yo creo que lo que hizo el rector Sanchez fue justamente defender ese sello y esa línea. Lo que hizo el rector fue decir la postura de la UC respecto a un tema, como institución que tiene muchísimos años. Entonces, me sorprende que haya causado tanta polémica cuando lo ha dicho siempre. Yo entiendo que mucha gente pueda decir que si es una ley cómo no se va a cumplir. Pero bueno, el mismo proyecto habla de la objeción de conciencia. Y yo asumo que no vamos a obligar a una clínica oftalmológica a hacer abortos también. O sea que es un procedimiento que no va a estar disponible en una clínica, como hay muchas clínicas que no tienen otros procedimientos disponibles. Entonces, cuando hablamos de temas de aborto es curioso porque a veces ciertos sectores lo hacen a conveniencia. Lo hacen ver a veces como un tema de salud pública y a veces un tema valórico. A mi juicio es valórico y un tema de principios, más que de salud pública. Mi postura personal, de la Feuc y del movimiento gremial es que nosotros estamos en contra de cualquier tipo de aborto porque nosotros creemos en la dignidad humana que va desde la concepción hasta la muerte natural. Entonces, tenemos esa postura, estamos en contra del proyecto de ley, pero más en contra estamos en que un Gobierno e exija a un hospital universitario un procedimiento que va derechamente contra sus principios. Cuando el Estado le pide a la UC que practique abortos le está pidiendo que deje de ser católica. Y eso atenta directamente contra la diversidad educativa, la autonomía y eso a mi juicio es una actitud totalitaria. Entonces, creo que lo que hizo el rector es valorable y yo lo respaldo en esta. Hay muchas veces en que no pensamos igual, que tenemos que pelear, pero a mi juicio lo que hizo el rector Sánchez es lo que hay que hacer: defender la identidad y el sello de la UC.

¿Y qué piensas sobre el tema de los recursos, de que si la Red Salud UC no quiere hacer esto no reciba recursos estatales entonces?

Yo pienso que a mi juicio hay una confusión gigantesca. Estamos diciendo que porque la UC no quiere hacer un aborto la señora Juanita de 70 años no puede hacerse un examen de sangre con Fonasa. Esa es la lógica. Entonces la vamos a quitar la posibilidad a miles que tienen la opción de un hospital que tiene prestigio y que tiene una cantidad gigante de procedimientos por Fonasa. ¿Por eso vamos a dejar a miles de personas que eligen libremente ese hospital? ¿Los recursos son de las instituciones o son de las personas? ¿Cuando el Estado quiere subsidiar a quién subsidia: a la persona que se quiere hacer un procedimiento médico o a la clínica? A mi juicio es hacia la persona. Y a esas personas que no pueden escoger, el Estado está decidiendo por ellas. Eso me parece un poco grave. Hay un error. No estamos diciendo que el Estado tenga que financiar la clínica UC, si no sería una clínica estatal. Entonces creo que hay una confusión y esa misma lógica opera a la hora de universidades, cuando dicen que los recursos públicos se entregan a una universidad que piensa distinto. Bueno, esos recursos son porque se hace investigación que le sirve al país, porque las personas eligen libremente esa universidad. Hay que terminar con esa dicotomía de que todo lo público debe ser igual, todo lo que financia el Estado tiene que ser igual. El Estado puede financiar proyectos distintos y eso es algo que vamos a defender siempre.

Pero con ese argumento esa también es tu moneda de cambio. Yo le digo al país que si me van a quitar el financiamiento estatal, nadie que no pague particular se atiende en mi clínica.

Sí, pero yo acá, aunque la postura sobre aborto es un tema de principios, yo pongo dos opciones: ¿vamos a hacer que las personas no se puedan hacer nada en la clínica o vamos a dejar que esa persona particular que necesita algo particular tenga que ir a ciertas clínicas? Entonces, si vamos a obligar a que todas las clínicas puedan hacer aborto es un sinsentido porque hay muchas de ellas que no ofrecen procedimientos particulares. Vamos a entrar en una lógica de que todos los hospitales son iguales, todos tienen que hacer todo y para qué. El mismo proyecto incluye objeción de consciencia. Ahora, si llega una persona que quiere hacerse un aborto terapéutico a la clínica UC, la clínica lo puede derivar a otros centro asistencial donde hagan muchos otros procedimientos. Entonces, acá yo creo que hay mucha gente que quiere ver a la UC haciendo abortos porque hay una crítica particular sobre la visión de universidad que tiene la UC y eso me parece grave. Se habla de despenalización cuando conviene y de legalización cuando también conviene. O sea, hay que sincerar el debate porque veo a mucha gente hablando de proyectos distintos. Si hay algunos que quieren aborto a secas, sí va a haber una discusión potente sobre lo que haga la UC, pero si estamos hablando de despenalización la gracia es hay objeción de consciencia y no un derecho al aborto. Ahí hay que hacer distinciones.

¿Qué te parece el momento que pasan los partidos políticos de derecha? ¿Qué piensas del caso Penta, el financiamiento de empresas a la política?

Mira, acá no hay una postura única de la Feuc porque no hay un principio que haga alusión a esto. Pero sí la ética y la transparencia y la buena política. Yo creo que ahí se falló grave. O sea, no podemos pedirle a la gente que confíe más en la clase política o que crea en la política si ven estas cosas constantemente. Yo creo que llevamos un mes en que la prensa habla de política sólo de escándalos de financiamiento, de cualquier lado. Y todos buscando que el de al lado también tenga algo, para el empate. Entonces, a mi no me cabe duda que lo más probable es que esto pueda ser el principio de un destape de muchas cosas que nosotros no tenemos idea porque esto fue lo que se descubrió. Yo creo en la libertad como en uno de los principios más importantes de vida y para mí eso no existe si no hay transparencia. A la hora de botar yo quiero saber qué estoy votando, por quién. Y yo creo también en la autonomía y creo que un parlamentario no puede votar por intereses ajenos a su convicción personal, no puede votar por tener que deberle algo a otro. De la misma forma que yo defiendo que un dirigente de la CUT no puede votar por lo que dicta su partido político. Es lo mismo. Yo creo en la autonomía como una virtud, un principio fundamental. Y me molesta profundamente y me decepciona mucho. No quiero hacer una crítica a un partido particular. Lo que hay que hacer acá es tener una política mucho mejor y no solamente para que la gente vote más sino que porque si la política está mal funciona mal como herramienta de transformación social.

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