Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

20 de Mayo de 2015

Habla el Ministro del Interior Jorge Burgos: “No voy a andar arrastrando los pies respecto de lo que hicimos. Sí reconozco los pendientes”

Si aceptamos que la Concertación, como la conocimos, está muerta, la Nueva Mayoría, su sucesora, aún no termina de nacer. Con el gabinete recién nombrado sufrió un cambio hormonal. Gestada en la excitación de un polvo en medio del movimiento estudiantil, la llegada de Jorge Burgos marca el arribo de la calma. El mayor de sus hijos participó entusiastamente de las movilizaciones universitarias y actualmente milita en Revolución Democrática. Burgos, su padre, llega para recordar que esta nueva coalición no significa un quiebre, sino otra etapa de la Concertación.

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

LA-CALMA-DE-BURGOS-foto3-alejandro-olivares

Si aceptamos que la Concertación, como la conocimos, está muerta, la Nueva Mayoría, su sucesora, aún no termina de nacer. Con el gabinete recién nombrado sufrió un cambio hormonal. Gestada en la excitación de un polvo en medio del movimiento estudiantil, la llegada de Jorge Burgos marca el arribo de la calma. El mayor de sus hijos participó entusiastamente de las movilizaciones universitarias y actualmente milita en Revolución Democrática. Burgos, su padre, llega para recordar que esta nueva coalición no significa un quiebre, sino otra etapa de la Concertación. Está por cumplir 59 años, y desde los 20 milita en la DC. Tenía treinta y algo cuando fue jefe de gabinete de Krauss -recién recuperada la democracia-, luego sub secretario del Interior, diputado y ministro de Defensa, antes de llegar a premier. Pertenece a la facción de “Los Príncipes” de su partido, y en lugar de dar explicaciones, parece aceptar sin complejos cualquier dato biográfico. Es un buen interlocutor: no pretende ser lo que no es. Se refiere con orgullo a los logros de los gobiernos concertacionistas y no tiene a “las reformas” como objetivo omnipresente, sino eso que llama “los pendientes”, es decir, las deudas, lo que falta por avanzar. Burgos fuma a escondidas de su mujer y hasta ayer llegaba en bicicleta a su oficina en el barrio Lastarria. “Con gente, pedalear en el Centro es muy desagradable”, dice para insinuar la razón de por qué no viene en bicicleta a La Moneda. Su mensaje es la traducción actual de la máxima “en la medida de lo posible”. Los progresistas llegaron pegando su estirón, él llega para recordar que todo elástico tiene tope. En la Unidad Popular, los socialistas predicaban “avanzar sin transar”, mientras los comunistas llamaban a “consolidar lo avanzado”. “Calma”, parece decir Burgos, el nuevo jefe de gabinete demócrata cristiano.

¿Cómo son los serenenses?
Los que descendemos de gente de La Serena somos muy versátiles. Pueden ser directores de diarios, ministros del Interior, obreros calificados, tipos arruinados, martilleros…

¿Y cómo te definirías políticamente?
Serenense.

Entonces entremos por el Valle de Elqui al interior.
Para mí es muy notable ir a La Serena. Yo no tengo mucha vinculación con mi familia serenense, pero sí primos hermanos, particularmente uno al que quiero mucho, Jorge del Río, que cada vez que vamos allá me deprime, porque pasamos frente a cualquier campo bonito o casa buena, y me dice que esto era de mi abuelo, esto era de mi tío abuelo, y yo le digo “huevón, pero no quedó nada!” “No quedó nada”, me contesta él, “pero era de ellos.”

¿Entonces, políticamente eres…?
Soy indubitadamente demócrata cristiano. Es el único partido político al que he pertenecido, desde hace ya harto tiempo, porque tengo 58 y debo haber empezado a los 20. Hablamos de una chorrera de años.

¿Ser DC en dictadura era igual que serlo hoy?
No. Yo soy y sigo siendo democratacristiano con la fe del carbonero, porque más allá de que los partidos tienen fortalezas y debilidades, aún son una buena instancia de participación política, y en el mío cabe gente que tiene una visión de cambio de la sociedad. Un partido con una historia vanguardista en su nacimiento y que hizo cosas muy importantes para volver más justo este país, y que sigue estando vigente desde una mirada gradualista. Sigue habiendo razones para ser democratacristiano. Probablemente muchos jóvenes van a decir “este huevón está loco”.

¿Qué te dice la palabra “revolución”?
Cuando es una revolución con respeto de los derechos de las personas, me dice “cambio”, “mejor sociedad”, pero cuando es sin respeto a esos derechos, me dice “retroceso”. Cuando se trata de imponer a trocha y mocha tu pensamiento, importando nada el de los otros, pasando por encima de los derechos civiles y los derechos sindicales, no solo no me gusta, sino que me merece un reproche moral profundo. Si la revolución busca cambios respetando, me parece una palabra atractiva.

¿Chile requiere “cambios profundos”?
Es, efectivamente, una expresión que se repite. Yo creo que la sociedad chilena viene sufriendo cambios profundos desde hace bastante tiempo, aunque incompletos. Ha sido un proceso de cambios importantes, desde mediados de la década de los sesenta, comienzo de los setenta, con sus claros y oscuros. Desde el punto de vista de los derechos sociales e individuales sufre un retroceso importante durante la dictadura. A partir del comienzo de esta segunda etapa democrática, se retoma un proceso de cambios palpables, gradual, pero concreto.

Cambios concretos, graduales, pero no profundos, ¿o sí?
En algunas cosas, profundos. Esta es una sociedad donde ha sido muy profunda la superación de los niveles de pobreza e indigencia. Eso es indudable. Donde ha habido un cambio profundo en la economía, para bien, en muchos casos. Cambios profundos en los derechos de las personas, pero hay pendientes, fundamentalmente en igualdad de oportunidades, que tiene una raíz histórica muy fuerte en Chile.

Pero no se trató de cambios que hayan horadado la estructura económica de la dictadura. Quizás ahí radique la diferencia entre la Concertación y la Nueva Mayoría. Esta última aspira a “cambios profundos”.
Para mí esos cambios tienen que ver con los pendientes mayores. Esos que responden a la pregunta de cómo hacer para que nuestra sociedad chilena dé igualdad de posibilidades. Y es lo que ha asumido como bandera central el primer gobierno de la Nueva Mayoría. El segundo gobierno de la presidenta Bachelet ha sido eso. Ése es el norte. Y yo comparto ese derrotero. Si en esos cambios profundos también hay que dejar atrás cosas que han sido buenas para Chile, eso sería un error.

¿Por ejemplo?
Yo creo que ha sido bueno, para poner un ejemplo económico, poner una autoridad claramente distinta para la política fiscal y la política monetaria. Es decir, un Banco Central con grados de autonomía. Y lo económico tiene efecto en la vida de las personas. Si cambio profundo es dejar atrás que sea una máxima el equilibrio fiscal, sería un error. A Chile le ha ido mejor que nunca en la historia del país con esos elementos. Tenemos que persistir en las buenas políticas.

Ya, pero hubo acá un intento de cambio de tono de la Concertación a la Nueva Mayoría. Un énfasis mayor en lo diferente y transformador que comenzaba, que en la continuidad de lo anterior.
Sí, yo soy de los que cree que hay que hacer lo segundo, no lo primero. Sé que con esto me echo encima a algunas personas con las que me voy a tener que relacionar mucho en este cargo. Lo tengo claro, pero prefiero ser honesto. Yo no me voy a transformar a partir de un cargo como éste, en cuestiones que siempre he sostenido, y obviamente la presidenta de la república cuando tomó la decisión, ya veremos con el tiempo si buena o mala, de traerme acá, lo hizo contando con la mochila que cargo y mis características. Soy un convencido de que los veintitantos años de la Concertación, la primera etapa de esta historia, fueron esencialmente virtuosos. No voy a andar arrastrando los pies respecto de lo que hicimos. Sí reconozco los pendientes, y creo que están bien tomados en el programa de la Nueva Mayoría y la presidenta Bachelet. Pero eso no requiere borrar con el codo lo que hicimos.

¿Continuar con la línea trazada o quebrar la línea?
Continuar con la línea trazada, sobre la base del objetivo de hoy día. El objetivo de ayer fue consolidar la democracia, hacer de éste un país con una economía de otro pelo, darle más acceso a las personas en muchas cosas como salud, en la propia educación, pero el objetivo de hoy es ver cómo todo eso que hemos hecho lo convertimos en mayor igualdad y mayor inclusión. Como escuché decir a Carlos Peña: “que la cuna donde tú naces no determine para siempre tu vida”. Que cuando vas a abrir una cuenta corriente y te pregunten dónde vives, cualquiera sea tu comuna no importe una mirada extraña desde quien está tomándote los datos.

Durante mucho tiempo fuiste un joven de la Concertación. Ahora no eres de los viejos concertacionistas, pero… ¿Qué te dice esto del cambio generacional?
Yo realmente creo que en esto hay excesos. Los gobiernos tienen que buscar gente de su mundo ideológico o militante, o cercanos, donde el carnet de identidad no sea un requisito. Que lo sean su capacidad, su experiencia, la forma en que ha actuado en otros cargos. Sinceramente, creo que el año en que tú naciste es profundamente discriminatorio para determinar si una persona puede ser un aporte o no. Eliminarlos porque empezaron en los 70, como muchos amigos, me parece absurdo. Entrar diciendo “aquí llegó la nueva generación”… no, las generaciones van incorporándose según las oportunidades que tengan, pero también según las capacidades que muestren.

¿Y la Concertación dejó entrar a esos jóvenes para que se fueran incorporando? Porque de ser así quizás no sería tanto el reclamo.
Nos costó. Fuimos débiles en eso. No sé si la Concertación, pero sí los partidos políticos más tradicionales. Ha habido ahí, sin duda, un problema. He pensado que los mejores cuadros entraron a los gobiernos y abandonaron a los partidos. Pueden haber muchas causas. A lo mejor, como decía Gorosito, se produjo un “achanchamiento”. Él lo decía respecto de los jugadores del fútbol chileno, y yo podría decir que fue lo mismo en la política, e incluirme. Mucha preocupación por el gobierno y el parlamento, y muy poca por captar. Y eso pasa en las casas de uno. Todos mis hijos tienen interés por lo público, y no he logrado ubicarlos en mi visión. Tampoco he hecho mucho esfuerzo; más bien he optado por la libertad.

LA-CALMA-DE-BURGOS-foto2-alejandro-olivares

Han cambiado mucho las cosas desde el gabinete de Krauss (1990), donde empezaste. La Concertación partió apagando los movimientos sociales y termina cuando renacen. Ahí aparece la Nueva Mayoría.
Yo no creo que haya apagado los movimientos sociales. Era tal la alegría por haber recuperado la democracia, que hubo un tiempo de gracia, donde la gente quería que le fuera bien a la democracia naciente. Y estuvo dispuesta a postergar muchas aspiraciones legítimas. Esa actitud de la gente ayudó a consolidar una democracia que gradualmente iba mejorando, y demostraba que era posible gobernar con ella mucho mejor de lo que había sido el antecedente de la dictadora. Se quiso instalar que con 17 partidos sería todo un caos, y se demostró palmariamente que no era así, con el apoyo expreso o tácito de buena parte de la ciudadanía, que apostó por el éxito de este esfuerzo democrático. No fue impuesta para nada.

Si aceptamos tu tesis, habría que concluir que esa ciudadanía vuelve a movilizarse cuando perdió la complicidad.
Renacen cuando se consolida la democracia, cuando no está en riesgo un acto involutivo por el conflicto social.

Y quiere algo más.
Exacto. Y porque gracias a que tengo mi primera vivienda, puedo querer la segunda; muchas gracias porque la cobertura educacional es del 100%, muchas gracias porque las remuneraciones reales han aumentado, muchas gracias porque la salud ha mejorado, pero saben, faltan muchas cosas. La educación tiene que ser de mejor calidad, tener elementos de gratuidad, la salud tiene que mejorar en los niveles más bajos, y ya no me basta con que haya sábanas en los hospitales, sino que no puede haber listas de espera. Es un proceso que ha pasado en todas partes y no tenía por qué no pasar en Chile.

Acaba de atravesar una marcha frente a La Moneda. Hay quienes reclaman que el gobierno no incorpora a los movimientos sociales para tomar sus decisiones. ¿Los tiene que incorporar o basta con escucharlos? La política ¿cómo se debe entender con ellos?
Los tiene que oír e incorporar. Nicolás Eyzaguirre, en materia educacional, los ha oído e incorporado. En su equipo hay gente que participó en los movimientos sociales, ¡por favor!, y tienen mucha importancia en el diseño que se está llevando a cabo. Pero tampoco puede ser que oír signifique aceptar todo lo que planteo. Eso es un exceso.

¿Te gusta la idea de la nueva Constitución?
Me gusta. Mientras estuve en el parlamento (12 años) me metí mucho en esos temas. Trabajé con el presidente Lagos, con Jorge Correa, con José Miguel Insulza, en la reforma del 2005, que es la más profunda que se ha hecho a la Constitución del 80, tan profunda que algunos nos equivocamos y creímos que podía considerarse una nueva Constitución. Me incluyo, y fue un error. Hoy requerimos una nueva carta fundamental. En eso hay una coincidencia, y me parece una gran noticia que personas de la derecha estén contestes en eso. Es un muy buen comienzo.

¿Por qué una nueva Constitución y no reformar más todavía la que existe?
Porque el proceso de reformas cerró su ciclo, y necesitamos una carta fundamental que dé cuenta del Chile de hoy y que ojalá tenga vigencia por varias décadas. Eso requiere de un proceso de discusión, de legitimidad social, y es el punto al que nos debiéramos abocar. Probablemente no sucederá en el corto plazo, y uno podría presumir que la sanción definitiva del procedimiento que se inicie ahora luego la zanje el Congreso que viene. No descartaría eso. Además será un Congreso sin el binominal, lo que le da mucha más legitimidad.

¿Cuál es el cambio que más te gustaría ver ahí? El meollo.
Me han dicho que no de muchas opiniones personales, pero ante tú pregunta no puedo eludir cosas que veo y siento. Creo que debiéramos tener un régimen que se debata entre el semi presidencialismo y el parlamentarismo. Creo que es mucho más sano.

O sea, debatir el sistema político.
A mi juicio, sí. A lo mejor concluimos en el presidencialismo, pero realmente sería un error no debatir ese punto.

¿Y cómo entendemos el Estado? Te lo pregunto a propósito de los mapuches. Cuánta autonomía le permite este Estado a diversas comunidades que coexisten en su interior.
Es otro tema ineludible sobre el cual debatir y tomar decisiones. Nadie puede pretender decir acá que el tema de los pueblos originarios lo tenemos resuelto. Es tarea de todo Estado mantener el orden público y evitar la impunidad, pero quedarse ahí sería un error: es un tema no resuelto en la historia de Chile.

¿Y se resuelve cómo?
Ese es el gran tema. Tú sostienes la tesis de niveles de autonomía. Presenciamos debates de países que tienen niveles medio altos o altos de autonomía, y que se han convertido también en un incordio respecto de la gestión de gobierno. España, por ejemplo.

Pero en Nueva Zelanda no.
No mucho, pero algo conozco de esa historia. Estuve ahí en 2013 invitado por el ministro de Economía de la época, don Pablo Longueira, a conocer algo distinto, que era el sistema para constituir sociedades con un trámite administrativo que se implementó en Chile, y que fue una muy buena decisión. No le gustó a los notarios, pero fue una muy buena decisión. Ahí tuvimos ocasión de conocer un poco sobre el tema de la inserción maorí. Lo traigo a colación, porque tuvimos una reunión con el Primer Ministro, que es el actual, y pudimos hacerle preguntas. Yo le pregunté si podía distinguir el punto de inflexión en que los kiwi (neozelandeses) logran comenzar una nueva relación con el pueblo originario maorí. Y él me contestó que podían elegirse distintos momentos, pero él se inclinaba por uno: cuando se asumió como problema. Cuando quienes ostentan el poder asumen eso como un pendiente que eso debía arreglarse. Ese proceso en Chile no lo hemos terminado de hacer, y la Construcción de una nueva constitución puede ser una gran oportunidad.

LA SALIDA RACIONAL

Este nuevo gabinete fue parido por el tema de las boletas y el financiamiento trucho de la política. ¿Cómo piensas, o piensan, enfrentarlo? En cualquier momento hablará Martelli, y explicará en qué consiste el trabajo que ha hecho y con quienes más. Todo indica que hablamos de comportamientos harto más generalizados de lo que se ha querido reconocer.
Los asertos involucrados en tu pregunta son reales o posibles, en consecuencia, la pregunta tiene justificación. La pregunta es más fácil que la respuesta. En primer lugar, resolver la situación no está en manos de una persona, sino de la institucionalidad chilena. Por un lado, el funcionamiento de las entidades que tienen a su cargo la función punitiva, y quienes resuelven si hay o no delito, que son los tribunales, pero también del Congreso, del ejecutivo, de los medios de comunicación. Es un tema al que me he abocado desde que llegué y lo estoy trabajando sobre la base de que tiene que ser una salida institucional.

¿Se puede sincerar? Porque lo que no se puede es tapar.
Yo estoy de acuerdo con eso. Pero el sinceramiento también puede parecer que se está tapando. Es peligroso, y por eso digo que los medios deben contribuir. Hay que buscar una salida racional frente a una situación que tú señalas como generalizada. Hay un problema con el financiamiento real de la política. Aquí se habla de la ley del 2003, y esa fue una primera ley, mal parida. Era lo que había. No estoy criticando a los que la parieron. Además, yo estaba en el parlamento. Fue lo que se pudo hacer, y sirvió para el financiamiento de las campañas, pero no de la política.

¿Está de algún modo en esa ley el origen del problema que estamos viviendo? Insulza dijo que duraría 10 años, y no anduvo muy lejos.
Y lo dijo en su momento. Yo creo que ahí hay una relación de causa-efecto. Sin duda.

¿Cuál sería la responsabilidad de los medios de comunicación?
La solución institucional que se busque requerirá ser analizada proporcionalmente, racionalmente, que no se establezca que cualquiera esta sea venga inmediatamente reprochada como un arreglín o algo así. En eso estoy pensando.

Lo que le pasa a los medios de comunicación, es que cuando descubren cosas que no se saben, su tarea es hacer que se sepan.
Y han hecho su trabajo. Más allá de los sinsabores que se puedan pasar, ésa es una buena cosa para nuestra sociedad. Lo otro sería un desastre.

Hasta acá, ¿se ha manejado mal este tema?
Me carga calificar cosas que no conozco al detalle, pero lo cierto es que el tema no se ha resuelto, y ésa es la tarea.

Tú has sido parlamentario. ¿Era una costumbre vista como no pecaminosa firmar esas boletas, de manera liviana, sin tomarle el peso, como alguna vez lo fue comprar en el almacén sin boleta?
O, en otra dimensión, subirse a una micro y no pagar. O saltarse una fila. Probablemente sí.
Tú trabajaste, a comienzos de la transición, en La Oficina, donde el secreto era fundamental. ¿Es posible gobernar con tanta transparencia, o es solo un deseo bien pensante?

Es una tarea difícil, porque en general, la transparencia es un principio de gobernabilidad más bien nuevo, que, en mi parecer, ha llegado para quedarse. Y habrá que acostumbrarse a gobernar con ella, lo que implica más dificultades, no desde el punto de vista de la maldad, sino porque es más fácil tomar decisiones sin consultar tanto. A eso me refiero. Ahora bien, tiene límites en materia de seguridad, de derecho de las personas…

EL HIJO ÚNICO

¿Hay mucho clasismo en la política?
Sinceramente creo que mucho, menos que en otras partes. Mucho mucho menos.

Te lo pregunto como príncipe DC.
Uno es lo que es. Al igual que el entrevistador soy de familias medias patricias, algunas, como la mía, muy empobrecidas. Yo estoy orgulloso de antepasados que estuvieron en la política, pero creo que en la política es mucho menos que en otras partes. Es más fácil ser dirigente político más allá del colegio donde hayas estudiado, que ser director de una empresa. No nos perdamos en eso.

Ha sido el argumento de un naciente mundo político. Peñailillo cuando se va, y la G 90 cuando se presenta, ponen el hecho de venir de donde vienen como un dato de realidad muy importante. ¿No lo es?
A quienes la vida les ha costado más, desde el punto de vista de los lomos de toro que les puso producto de la situación económica de dónde nacieron o el colegio en que se estudió, me parece muy legítimo que lo establezcas como un mérito. Porque es un mérito en una sociedad tan fragmentada, tan clasista como la nuestra… Aunque lo es menos que antes, pero lo sigue siendo. Yo sentiría el mismo orgullo. Pero desde hace mucho tiempo en la política hay gente que ha llegado por sus méritos venciendo grandes dificultades, desde el primer gobierno de Patricio Aylwin en su propio gabinete. Eso es lo que te puedo decir.

O sea, ¿descartas que por venir de donde vienen hayan recibido una agresión particular, o que hubiera una incomprensión?
Una persona tiene derecho a sentir eso y yo no me voy a meter en sus sentimientos, pero creo que no es real.

¿El mundo de centro izquierda no tiene una casta que hable un lenguaje, que se proteja y que le cueste entender el lenguaje de otros?
Probablemente hay algo de eso. Te dije al comienzo que no puedo descartarlo completamente, pero que es mucho mucho menos que en otras partes de nuestra sociedad. Estoy convencido de ello y creo que hay muchos ejemplos. Personas que atravesaron grandes dificultades y llegaron a situaciones de poder importantísimas, no es un hecho que haya ocurrido en los últimos dos años, sino que viene ocurriendo hace tiempo.

Y ser hijo único, es determinante también?
Bien determinante. Tanto es así que yo cuando chico inventaba hermanos, porque me parecía muy poco decoroso ser hijo único. Mis padres no querían tener un solo hijo. Mi madre tuvo varias pérdidas antes que yo y una después que yo. Mi padre trató que no me criaran como hijo único. Era bien duro y castigador. Gran tipo, pero no me admitía muchas cosas. En todo caso, no lo logró, por lo menos según mi mujer. El tiempo demostró que en realidad no era tan hijo único, pero lo voy a dejar hasta ahí.

¿Cuáles serían las características de los hijos únicos? ¿Son mañosos?
Sí, medio mañosos, pero se va quitando con el tiempo, porque uno es hijo único de sus padres, pero cuando se casa la mujer manda a la cresta la condición de hijo único, sobre todo cuando se tiene una opinante, dura y autónoma. Cierto ensimismamiento, y cierta dificultad para relacionarse, pero hoy es la menos característica que tengo. Yo soy de trabajar en equipo. Mi mujer dice que mi principal problema de hijo único es que todo lo organizo a partir de lo que yo quiero: “vamos a ir a tal parte”. El “podríamos” es muy poco común.

Usas el plural como otros el singular.
Así es. “Vamos a ir almorzar a tal parte”, “vamos a ir al teatro”. Ella pregunta: “¿y podríamos discutirlo?” Normalmente terminamos discutiéndolo.

Acaban de nombrar un nuevo director del SENDA, Mariano Montenegro, quien en el Conace habría contribuido con su opinión para que la marihuana fuera incluida en la lista de drogas duras. ¿Tienes alguna postura al respecto? ¿Te parece que la marihuana debiera ir siendo más tolerada?
Estoy disponible a escuchar a los expertos. Mi primer approach, sin mucho fundamento –porque no soy experto en el asunto- es que le temo a que sea el inicio a drogas más duras. Siempre me ha complicado eso, pero es más bien de intuición, y en esto sería bueno actuar movido por elementos lo más objetivos posibles.

La puerta de entrada a todos los vicios es el nacimiento.
Estoy abierto en este tema. He ido cambiando mi posición. Desde aquel eslogan “La Droga Mata”, de comienzos de los 90, ha pasado mucho tiempo y pienso que quedarse amarrados sin ser capaces de analizar el tema lo más científicamente posible es una equivocación. En todo caso, hay personas que tenemos más oportunidades para distinguir entre un pito en una reunión social simpática y dejarlo ahí, y otros para los que es más fácil pasar de ahí a otra cuestión. Tiene que ver con niveles culturales, en fin. Al llegar me encontré con un cambio en el SENDA, y me parece que si tenemos un sistema de Alta Dirección Pública y se hacen los concursos por ahí, la regla es que hay que respetarlos. Si la persona que estaba ejerciendo el cargo, más allá de lo bien que estuviera haciéndolo, no quedó, hay que respetarlo.

Viene el 21 de mayo. ¿Qué nos contará el gobierno ese día?
No he tenido mucha oportunidad de conversar esto con la presidenta. Llevo pocos días y la agenda se nos vino encima como un volcán en erupción. Pero tengo la convicción de que abrirá una nueva etapa, y buscará volver a ganar la confianza. Hay que reganar la confianza en las instituciones, en la política fundamentalmente, en la ética de los negocios privados, y se han hecho propuestas, y habrá que seguir trabajando en eso. Para cualquiera que sea el que gobierne después, éste es un problema que nos compete a todos. No es una crisis institucional, porque las instituciones funcionan, pero las crisis de confianza, si no se trabaja para revertirlas, pueden llegar a convertirse en eso otro. Esa es la tarea fundamental.

¿La retroexcavadora queda atrás?
Por lo que yo he conversado, sí. Sobre la base de nuestra carta de navegación, que es el programa, y la búsqueda de inclusiones básicas, hay que inaugurar una etapa de más debate, de escucharse más, sin verdades absolutas a priori. Eso está establecido, y creo que el sentido común indica lo mismo. Y como los seres humanos debemos actuar con sentido común, creo que el verbo rector es ése.

Notas relacionadas