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Poder

9 de Agosto de 2015

El análisis de Genaro Arriagada de cara al segundo tiempo del gobierno: “Quien tiene 20 prioridades no tiene ninguna, tampoco tiene foco ni “relato”

"Quien en 25 meses se empeñe en completar 10 reformas esenciales, es seguro que no terminará bien ninguna y no será recordado por nada", señala el ex ministro e histórico de la Concertación.

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“La evaluación del cónclave de la Nueva Mayoría no ha sido buena”, plantea en una columna publicada en el diario El Mercurio, el histórico de la Concertación y ex ministrom Genaro Arrriagada, quien advierte problemas de diagnóstico y manejo.

Para el analista “más allá de la ideología, las diferencias en la coalición gobernante -que la mantienen en una suerte de inmovilismo táctico- parecen deberse, principalmente, a una distinta apreciación sobre elementos que son la base de cualquier estrategia”.

Dentro de los elementos que identifica en ese sentido se encuentra “una dispar apreciación acerca de la fuerza y naturaleza de la caída en el respaldo popular al gobierno. Es cierto que es inocultable la dramática caída en la aprobación de la Presidenta. Sin embargo, en sectores del gobierno y de la NM este hecho es objeto de una suerte de negación. Se dice que todo iba bien hasta el caso Caval. Esa es una falsa apreciación, pues en los diez meses que van desde la asunción al poder de la Presidenta hasta el estallido del escándalo, su aprobación bajó 20 puntos; es decir, a un promedio de 2 puntos cada mes. A partir de Caval -esto es, en los meses que van desde febrero hasta ahora-, ese ritmo se incrementó, pero no tanto, pues subió de 2 a 2,5 puntos mensuales. En consecuencia, los factores del deterioro hay que buscarlos en errores de diagnóstico y manejo, que van más allá de los fenómenos de corrupción”.

Por otro lado, acusa falencias en no haber advertido la seriedad en el deterioro de ciertas consideraciones de carácter económico, tanto en el plano interno como en el externo.

“Hasta la llegada del ministro Valdés, el gobierno había venido cometiendo en este campo una serie de errores que se han ido acumulando hasta alcanzar niveles preocupantes: se subestimó la desaceleración de la economía china y su impacto sobre el precio del cobre; se subestimó la desaceleración de la economía regional y mundial; se sobreestimó el rendimiento de la reforma tributaria; se subestimó el menor ingreso tributario por efecto del menor crecimiento de la economía chilena, y para no seguir alargándonos, se subestimó el costo de las reformas, particularmente de la promesa de gratuidad en la educación superior”.

Al respecto apunta a que “acusaciones de que “no vamos a aceptar la dictadura de los macroeconomistas” es tal vez el más peligroso consejo que puede recibir el Ejecutivo (…) los que no respetan las limitaciones de la macroeconomía están condenados a pagar precios muy caros en la forma de inflación, déficits fiscales, desempleo, bajo crecimiento o, llevado más allá, crisis cambiarias, de abastecimiento, y aun otros males”.

“El ministro Valdés ha tenido el coraje de poner estas limitaciones sobre la mesa. Y si sus advertencias no son consideradas, el gobierno deberá afrontar en 2016 un ajuste que será más penoso que si lo hace hoy, y menos oportuno, pues habrá de tener lugar en un año electoral”.

El futuro

A propósito de la gradualidad en el programa, Arriagada expone que “lo que es claro es que no puede impulsar una gran multiplicidad de reformas. Al cabo de 17 meses la reforma tributaria aún está en trámite de aprobación e implementación, y la discusión sobre ella, lejos de haberse cerrado. Lo mismo, y de solución más compleja, ocurre con la reforma educacional  (…) Quien tiene 20 prioridades no tiene ninguna, tampoco tiene foco ni “relato”. Y quien en 25 meses se empeñe en completar 10 reformas esenciales, es seguro que no terminará bien ninguna y no será recordado por nada”.

 

 

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