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Cultura

20 de Noviembre de 2015

Divino Anticristo y el atentado en París: “En Francia son todos chamullísimos”

El vecino más influyente del barrio Lastarria, desde hace unos años autodenominado El César, es un hombre muy ocupado. Por estos días su mayor preocupación es la edición de lujo de su famosa revista “América Alemana”, cuatro mil páginas en dos tomos que serán vendidos por “mujeres tipiquísimas” a 20 mil pesos. Y dar a conocer la cura de la sífilis y la gonorrea, para lo que recomienda tomar jugo de limón con sal todos los días a las 11 am. No es de extrañar que el atentado en Francia lo pillara en otra y que la colusión en el confort le resbalara, porque él –siempre adelantado– hace mucho que se limpia el poto con las páginas de El Mercurio.

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Divino-Anticristo-y-el-atentado-en-París-foto-Alejandro-Olivares

“El atentado en Francia es una mentira, una falsedad, un chamullísimo. No ha pasado nada. No han asesinado a nadie. Quizás fueron a sacarse fotos a la carnicería, pero no pasó ninguna cosa, ni un crimen, solo cosas chamullísimas. Igual que aquí. Los ministros, los diputados, el presidente de la Corte Suprema, son cahuineros nomás. Toda la mañana se la pasan haciendo cahuines con huecos con plata. Pero todo lo que pasa en los diarios son chamullísimos, porque los verdaderos protagonistas nunca han dicho nada.

Y lo digo también porque mandamos a pavimentar todas las calles a París. Las 40 manzanas. Fuimos a cambiar todos los postes de luz y los alcantarillados, que tenían sucios los turistas hueones, los cerramos con hormigón armado. Francia está bien.

En Francia son todos chamullísimos. La revolución francesa fue un chamullísimo que hicieron las sectas satánicas en una calle como esta, como Lastarria, y nada más. La revolución realmente la hizo Abraham Lincoln en Estados Unidos, pero se suicidó cuando le rompió el poto a una vieja fea y nadie lo reconoció. Los franceses siempre quieren ser los primeros en todo y decir que ellos hicieron lo más importante, pero los franceses realmente son empleados domésticos, empleados de restoranes, de servicios que limpian las letrinas. Así fue como hicieron una revolución chamullenta en una calle, amontonaron muebles, llevaron un cañón y pusieron a gallos disfrazados de militares. Y a muchos pintores que pintaron la escena, haciendo pinturas con gallos disparando y muertos en el suelo, con balazos y piedras, y esa fue la revolución. La revolución francesa fue bien piñufla.

Qué terrorismo. Nada. Es como un castillo de naipes. El terrorismo no existe, porque en todos lados hay nazismo y ambos no son lo mismo: los nazistas toman alucinógenos. Si los nazistas ven a un hueón que tiene un cucaracho arriba de la cabeza, le pegan un balazo altiro, porque es terrorista, ¿me entiende? Los que deberían matar a los terroristas son los detectives, pero ellos no hacen nada, porque tienen muchos negocios con computadores y por desfalco, saquean casas de judíos con plata y venden todo lo que hay ahí. Los detectives tienen millones de dólares, son todos ricos. Deberían matar siempre a los terroristas, pero no han matado a ni uno. Los que deberían matar a los parlamentarios corrompidos son los pacos, pero nunca han matado a un parlamentario corrompido. Los que deberían matar a los judíos son los judíos sefarditas. Pero no: ahora los judíos sefarditas se hicieron amigos de los judíos no sefarditas. Y en lugar de matarlos, hacen negocios y fiestas. Igual que los comunistoides que andan espiando para que los respeten, y van donde los pacos y les dicen: yo soy espía comunistoide y los comunistas quieren matar a una señora en El Bosque. Y los pacos les responden: qué me decís a mí comunistoide pelotudo, yo no mato personas, ¿acaso no has visto las películas de espías que andan con dos pistolas para matar a los criminales y los cochinos? Entonces, el comunistoide le dice: no, si soy comunistoide espía solo para que me respeten nomás.

En este momento Saddam Hussein quiere venirse a Norteamérica y nadie lo sabe. Yo me comunico telepáticamente con él. Yo fui, en una vida anterior a la mía, Saddam Hussein y Lula da Silva. Lula da Silva cuando muera va a ser una estrella, pero cuando la estrella muera, será Coro I y Coro II, luego una mujer querídisima, después un querubín, después doctorísimo y luego yo. Hay otra actorísima, que en estos momentos estoy rejuveneciendo, y que antes fue Jimmy Swaggart. Esa actorísima recordaba que antes fue Marlon Brando y John Wayne –que se pegó un balazo porque no quería ser un viejo feo–, pero ahora ellos resucitaron. Y todos los western, los actorísimos de las películas del oeste, resucitaron. Y actores como Franz Coppola y Leonard Berstein –esto puedes publicarlo como noticia–, si estos huevonísimos se mueren, van a reencarnarse en otros actorísimos. También la Brigitte Bardot, la Sofia Loren, la Marilyn Monroe y también muchas mujeres que no son famosas, que no alcanzaron a ser viejas feas, porque se mataron a los 50 años.
No tengo idea de la colusión del confort. Pero mientras se siga publicando El Mercurio a 300 pesos no hay problema. Porque toda la gente se limpia el poto con El Mercurio. Toda esa gente que no le alcanza la plata en las poblaciones, dice “para qué vamos a comprar papel confort, si no sirve para nada, porque es muy suave”. Todo lo contrario: el papel tiene que ser un poco áspero para que limpie bien la cueva de todos estos maricones cochinos, chuchesumadres, comunistoides de las poblas. El problema es que el papel de diario trae muchas fotos. Antes los avisos económicos traían puras letritas chiquititas. Estaba bien, no manchaba nada. Pero ahora los avisos económicos traen fotos de bulldozer, tractores, camiones, autos, casas. Entonces, los que están cochineando se están limpiando el poto con cosas muy valiosas. Y además que se lavan el poto con las primeras páginas, que son internacionales, y con la editorial, que tiene fotos en blanco y negro. Y les queda toda la cueva y la raja negra. Entonces, el papel de diario está limpiando menos: trae menos papel y tiene más sustancia fotográfica que papel.

Ya no me dejo entrevistar por periodistas porque terminó la fama mía. Solo me entrevistan estudiantes. Sabes lo que dice Jesucristo antiguo de la fama: que es una semilla. Como ya murió mi fama, ahora la semilla está dando frutos. Y telepáticamente hago mis negocios e inversiones, porque estos hueones no quisieron reconocerme. Bueno, porque este país es piñufla. Pero los que me reconocen que soy el Anticristo y el César son los maestros de finanzas de los bancos y todos los industriales que son alemanes, suecos, suizos y polacos. Pero les quito telepáticamente industrias a ellos, a los que están matando a secretarias a fierrazos y rompiendo potos. Ahora, en España, en un lugar que se llama La Pelambrera, estamos instalando trenes gigantes para que se lleven la basura. Todo lo pago yo, el Anticristo. Tengo mucha plata en el banco. Mucha divisa. Y si me ves así cochino es para pasar desapercibido. Hay que ser humilde siempre”.

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