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Opinión

22 de Marzo de 2016

Alejandra Darín, actriz argentina: “Ya tenemos la experiencia de Macri gobernando y en cultura fue desastroso”

Alejandra Darín (50) es hija de actores, hermana de Ricardo y una reconocida actriz en su país de TV, teatro y cine. También preside la Asociación Argentina de Actores, lugar desde el cual ha enfrentado varias controversias, incluida la pelea entre su hermano y la entonces presidenta Cristina Fernández. Desde el 24 de marzo estará en Chile con la obra “Tierra del Fuego”, que lleva tres años en cartelera en Argentina. Basada en una historia real, su personaje es víctima de un atentado terrorista cometido por palestinos contra la tripulación de la línea aérea israelí EL AL, en Londres, 1978, donde muere su amiga. Veinte años después, ella decide buscar a uno de los asesinos para entender sus motivos. Aquí habla de víctimas y victimarios, de la intolerancia que se respira en su país y de la poca fe que tiene en el gobierno de Macri.

Andrea Moletto
Andrea Moletto
Por

Alejandra-Darín1
“Tierra del fuego” aborda el conflicto palestino-israelí…
–A simple vista habla de eso. Pero, finalmente, habla de lo que sucede cuando dos posturas están enfrentadas, y sobre cómo las personas reaccionamos ante eso y cómo esa reacción lo único que hace es complicar más las cosas y profundizar el problema, más que darle solución.

A la obra le ha ido muy bien. ¿Pensaste, al comienzo, que tratar este tema podía ser poco convocante?
–La verdad es que no, estuvimos muy bien acompañados por el público desde el principio. Sí hubo inquietud sobre cómo pudiese reaccionar la comunidad israelí, que se creyera que les dábamos mayor culpa en el conflicto, pero la obra no hace eso.

Aunque en este conflicto, dada la posición de poder y el uso de la fuerza por parte de Israel, es difícil evitar el binomio de víctimas y victimarios.

–La obra es provocadora en ese sentido y lo dice en la primera escena: “Todos somos víctimas”. Estamos muy acostumbrados a hablar de “ellos y nosotros” y nos perdemos lo que tiene que ver con lo que nos hace iguales. Estas diferencias, llevadas a un punto de extrema violencia, hace que se borren las cosas que te hermanan con las demás personas del mundo, y hay gobiernos que alimentan esta división, por intereses que todos conocemos.

Frente a eso, ¿qué intenta responder la obra?
–La obra plantea como, en un conflicto tan antiguo donde cada especialista da su versión de los hechos de como empezó todo, llega un momento en que se pierde en la historia quién ha hecho cada cosa, quién es más culpable: ya todos somos culpables y víctimas, y esta destrucción nos destruye a todos, porque el otro también es uno.

Uno podría decir que Argentina y Chile son países que han sufrido dictaduras con una división muy clara entre las víctimas y los victimarios.

–La obra no plantea un cambio de roles para quedarse estáticos ahí. Evidentemente el gobierno israelí ha hecho desastres en la población palestina y lo sigue haciendo, y los palestinos no están en condición de tener reacciones pacíficas ante tanta violencia. Pero aquí el foco está puesto en la sociedad, no en los gobiernos. Puede resultar una ilusión, pero la sociedad tiene que tomar el diálogo como herramienta.

La dictadura en Argentina, al igual que acá, fracturó a la sociedad. ¿Cómo crees que ha sido el tránsito desde ese quiebre hasta ahora?
–Me parece que esto no termina, no puede terminar. Hay una gran porción de nuestra sociedad que es como si no tuviese conciencia, que le cuesta creer, porque es cierto que el horror cuesta creerlo. Este proceso de salida, de tratar de entender –no para justificar, sino para saber– no puede sino generar mucho dolor, pero hay que ver la capacidad que tenemos como sociedad para, aún con ese dolor, poder construir algo. Porque somos las mismas personas que seguimos formando parte de esa sociedad. Y por cierto, creo que la única herramienta es la justicia.

¿En Argentina ha habido justicia con respecto a la violación de los derechos humanos?
–Se ha intentado, y en muchos casos se ha logrado. Pero es un proceso que no termina, porque es la herida demasiado profunda y lo que hizo es demasiado desastroso.

Esa fractura sigue presente en la sociedad, entonces.

–Sí. Hay gente que a pesar de los años, de las evidencias, de la lucha de madres, abuelas, hijos y nietos, le cuesta entender. Y creo que tiene que ver con la formación y la educación que han recibido. La historia de Argentina, si bien nunca tuvo los picos que alcanzó la dictadura, es una historia violenta.

¿Cómo así?
–Uno o dos años atrás, para un trabajo del colegio, mi hija me preguntó qué gobierno había en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial, y me tuve que poner a investigar porque no sabía. Lo que encontré fue un desastre: cinco tipos que se mataban unos a otros para llegar al poder. Y creo que esta falta de saber tiene que ver con una vergüenza de la propia sociedad sobre su historia. Y reproducir esa vergüenza hace indefectiblemente que las cosas se vuelvan a repetir. No se puede meter la basura bajo la alfombra, y la obra también tiene que ver con esto. Yael, mi personaje, quiere saber por qué esta persona hizo lo que hizo. Lo contrario, no querer saber, preferir que se pierda en el olvido, además de ser imposible e injusto hace que sigamos siendo ignorantes y que por ende sigamos distraídos ante algunas llamadas muy obvias que nos hace la realidad.

ARGENTINA EN LOS EXTREMOS
La sociedad argentina parece estar permanentemente enfrentada en bandos: o estás conmigo o estás contra mí.
–Yo no tengo esa manera de ver la vida, ni de vivirla. Y vuelvo a decir, aunque parezca ingenuo –detesto que parezca ingenuo porque no lo es–, que verdaderamente es el amor, y todos los elementos del amor, los que hacen que uno pueda cambiar las cosas que nos hacen daño. No creo que haya otra manera. El modo en que vivo la realidad no tiene que ver con esta premisa extrema que veo en la gente, en las redes, de tirarse para un lado o para el otro. Y esta no es una actitud tibia, sino al contrario, es tratar de entender el pensamiento y la opinión de otras personas. Hasta un punto, obviamente.

El 2013, tu hermano Ricardo Darín apareció diciendo en una entrevista: “Quisiera que alguien me explicara el crecimiento patrimonial de los Kirchner”. Días después Cristina publicó una vehemente carta en Facebook tomando varios de los dichos del actor e incluso recordó que en 1991 “fue investigado por el delito de contrabando de una camioneta”. En esta controversia hubo gente que te trató de tibia, de no jugarte por un lado u otro…
–Habrá gente a la que le parecerá que soy tibia, a otra que soy demasiado… no puedo ir por la vida así, porque dejás de vivir. Soy una mujer apasionada, pero no puedo dejar de tener conciencia de que mi visión o mi experiencia es mía y que hay cosas que tenemos que acordar para vivir en sociedad. Cosas que tienen que ver con el respeto y con tratar de seguir alimentando esta fantasía de la libertad, que en realidad es una construcción muy mentirosa. No somos libres de nada, y me parece que uno hace intentos en su vida a través del arte, a través del amor que pone en juego, de serlo y de que otros también lo sean.

Pareciera que en Argentina es muy difícil tomar una posición sin ser sancionado…
–En estos últimos tiempos nos hemos visto envueltos en la opinión de la opinión y lo único que consigue eso es alejarnos de la búsqueda de la verdad. Esta época, donde la imagen prevalece, nos está acostumbrando a ver a las personas como fotos, como si no tuviesen fondo. Si hay un fracaso que estamos contemplando como humanidad, es cómo ha ganado la superficialidad. Y luego, bueno, sobre las cosas que has leído, hay algunas que nunca dije, otras que fueron utilizadas exactamente al revés, en fin… Lo que más me dolió de todas esas confrontaciones tan histéricas, fue el rol de algunos medios. No todos, pero muchos.

Pero no es sólo una cuestión de los medios. Creo que la pelea entre tu hermano y la presidenta, sin quedarnos en los detalles, cristaliza algo que está sucediendo en Argentina y sigue sucediendo ahora con Macri.
–Es cierto lo que dices, cristaliza. Pero antes que eso, Ricardo Darín vende. Entonces, frente a estas declaraciones que hizo Ricardo –que no fueron tal cual salieron, porque él dijo “TODOS los funcionarios y políticos argentinos” y salió así en la nota– los vivillos de siempre dicen “esa está buenísima”, y la ponen de titular.

Pero la presidenta le contestó por Facebook…
–Eso también está mal, estuvo fuera de lugar que la presidenta contestara. Profundizó y abonó el incipiente quilombo.

El gobierno de Macri ha realizado despidos masivos en el sector público, ¿le ha golpeado especialmente al mundo de la cultura?
–No en forma particular, pero como dirigenta de la Sociedad Argentina de Actores no puedo estar de acuerdo con que las políticas económicas necesiten el despido masivo de trabajadores, en ningún ámbito.

¿Hay un desmantelamiento del trabajo cultural que se hizo en los gobiernos K?
–Sí, pero no me gusta pensarlo como un trabajo partidario… Ni siquiera soy kirchnerista ni peronista, nunca he sentido la necesidad de afiliarme a un partido. Pero en esto también se ha cagado la prensa, como si las cosas que uno dice fueran valores o pecados según quién las mire.

¿Cómo ves al mundo de la cultura con el gobierno de Macri?
–Es algo que vamos a ir palpitando. Pero nosotros ya tenemos la experiencia de Macri gobernando Capital Federal durante ocho años, y fue bastante desastroso. Si eso lo llevamos a nivel país, ¿por qué tendría que ser de otra manera? Mientras él gobernó Buenos Aires, se cerraron varios centros culturales, hubo represión policial en la Sala Alberdi… Cosas que te muestran el poco juego de cintura que hay para manejar este tipo de situaciones.

Lo que se viene con Macri para el mundo de la cultura no es muy promisorio…
–No.

¿Tiene que ver con la poca vocación que tiene la derecha con la cultura?
–Digamos que no tienen una educación en el arte, porque sabemos que el arte no es toda la cultura. Pero sí es un factor importantísimo para transmitirla, y esto no ha sido atendido porque todavía lo ven como algo menor. Tiene que ver con un resentimiento, y también con un doble discurso. Es políticamente correcto hablar sobre el arte y la cultura, pero hay que dejar de hablar y ver qué hacemos por eso. Creo que no han hecho mucho.

TIERRA DEL FUEGO
Autor: Mario Diament.
Dirección: Daniel Marcove.
Elenco: Alejandra Darín, Carlo Argento, Ricardo Merkin, Juan Carlos Ricci, Elena Petraglia, Roberto Mosca.
Teatro Nescafé de las Artes, Providencia. / Jueves 24, viernes 25 y sábado 26 de marzo a las 21:00 hrs. / Entradas en boleterías del teatro y por Ticketek.

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