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Opinión

12 de Abril de 2016

Bruno Vidal en Cuba: El yuma de esas militancias poniéndose en candela

A un patriota de Cuba, don Fernando Ortiz Con el permiso de los lectores doy a conocer mis impresiones personales con ocasión de una peripecia cubana desde el 18 de marzo hasta el 4 de abril del presente año; sí, residí, en La Habana cerca de quince días y ha sido una cura de tiempo y […]

Bruno Vidal
Bruno Vidal
Por

BRUNO VIDAL CUBA

A un patriota de Cuba, don Fernando Ortiz

Con el permiso de los lectores doy a conocer mis impresiones personales con ocasión de una peripecia cubana desde el 18 de marzo hasta el 4 de abril del presente año; sí, residí, en La Habana cerca de quince días y ha sido una cura de tiempo y amor, mi cuerpo tendido bajo ese sol tropical comenzó un camino, otro buen camino para mi persona, en medio de la muerte, en plena luz, sí señor. En el aeropuerto José Martí, la pregunta de la veterana cubana de la cruz roja en procura de la prevención de salud pública fue contundente: “¿Vienes de África?” “No, señora”. “¿Te sientes bien?” “Sí, señora” “Entonces puedo darte la bienvenida a la Isla”. Y la primera faena del yuma (en coa cubano yuma es turista) fue conseguir pesos CUC por los euros que llevaba en la billetera para los efectos prácticos de pagar el taxi informal de un colega abogado afanando 25 CUC. Se llega a la ciudad habanera y usted advertirá ya en la ruta que hay una rareza, el linaje humano es de color y con atuendo ligero, y bueno el taxista de ocasión parlotea a mil por hora con tanta amabilidad y con tanta buena advertencia. “La necesidad de asumir el enemigo”, decía Silvio en El Necio, no, acá el amigo se las trae en la seducción de hacer sentir bien al usuario, ese camión es de los cincuenta, ese auto es del año de la cocoa, he venido a estar convidado en las definiciones, son otros ámbitos, son otras realidades, son otras dicciones, otras preocupaciones, son otros contrapuntos, qué será divino acá, se nota que en el prójimo no hay gallao tapao, la revolución no se vendrá guarda abajo.

Arribamos al alojamiento en avenida Presidentes con la avenida 23, se cifran las coordenadas, los precios, el establecimiento sutil de las distancias con la dueña del hospedaje, clarito, oiga yuma esto no es tumbadero, ni se admite la fletera así como así, hay mujeres que luchan por imprescindibles, ni se le ocurra soñar con serpientes que soy supersticiosa, son otras situaciones delicadas, ah sí sabía que visitan los Rolling, no son de mi incumbencia.

Ya pasamos por la ciudad deportiva, por avenida Boyeros y se levantan los escenarios en sus columnas, se plantea con un verso una verdad, no vengo de Angola, en la primera noche uno quiere dárselas de taco (desvergonzado) y se inhibe, son otros pagos, y si no creyera en la locura, a las terrazas del Hotel Nacional, a esos mojitos, a esos daiquiris, a esos revoltijos, a esas brisas tibias, a darle curso a esas caminatas. Y el pato (gay) chileno engrupiendo como loco a sus compatriotas, total, piña, mamey zapote, es decir, total, nada o lo mismo, y oiga niñita cómo se llega al Coppelia, “por la 21, por la 23, es la misma mielda” …wena jajajajjajajaja, es la misma mielda, la congoleña de 11 años da en el clavo, y apura el tranco, a tu viejo gobierno de difuntos y flores, ojalá un disparo de nieve para no ver a la Maca en todas las visiones, para no verla siempre en todos los segundos, y el Presidente de los EE.UU., el señor Obama, dándose por enterado del unicornio azul que se le perdió en la Habana Vieja o en el Vedado, la cubanía extraviada fuera de lugar con la visita del capísimo de la Casa Blanca, y Roberto Faz con esa galanura del rumbero confidenciándome María no se pintó los labios y la María Teresa Vera contándome de las Lágrimas Negras, no me vengan con más trovas; y hemos participado en un evento comunitario de rumberos guantanameros y poetas en la 17, las olas rizadas por un ciclón, en el Caribe se vive como se escribe, bajo la noche guajira se delira, el viejo marino sigue siendo el patrón, a los gusanos hígados hay que echarlos de Cuba que quieren podrirla, y como la Maca –la españolita del ingenio– no me da lado estoy al borde de la piragua, el ministerio del interior enviando a dos golfillos de fina estampa a dar el aviso, doña Lucrecia, don Manolo en el Hotel Nacional repitiendo con muy buena disposición “que lo disfrute”, y los chotas del sapeo se fueron con las manos vacías, y no deje de leer el camarón encantado, y el pionero de antaño vea a la tía Tata, te amaré Cuba te amaré como único ser hasta el fin de los tiempos.
Semana santa en la isla, asistencia a misa, se da la paz; junto con el itinerario de las catorce estaciones ventiladores por cada una de ellas, el capitolio, los portales insalubres, en uno de ellos una chiquilla adolescente enteramente de blanco estudia afanosa, dieron ganas de felicitarla, de halagarla, y subimos a una guagua (micro) se escucha la radio y gran estupor, una canción brutal, Cómo deseo ser tu amor; Los Galos, risita nerviosa ya pues Virgen de la Caridad del Cobre deje la broma de lado por el yuma chileno, no ve que es sensiblero y romanticón, se lee a Carpentier, “El reino de este mundo” ahora se entiende a plenitud, se lee “El viejo y el mar” de Hemingway, otra cosa mariposa, en el Floridita todos tomando daiquiri diciendo mentalmente “soy Hemingway”, la capacidad fetichista del turista de mandarse la parte en el lugar común de hacerle el quite a la pelona, claro en Cojímar en el bar “La terraza” por las mismas, apurando los cafecitos y el ron, y el yate Pilar y el yate Granma se juntan en la pita de la libertad de expresión que (no) brilla por su ausencia, sí pues el 70% del público que asiste al concierto de los Rollings es extranjero y 30% cubano, claro al ganado flaco no hay que apurarlo.

Un sabio de los almendrones me ha dicho con humor: “amigo, entre cubanos no andamos con boberías”, y me agrega con picardía “no estoy choteando”, y yo le contesto ayer soñé con una jimagua del mismo padre Changó, me replica oiga compay no se me ponga serio, no, amigo, estoy al alcancé de todos los bolsillos en el Karl Marx y en el Brecht, y el conocedor me recomienda no se olvide de visitar a Menocal, a Ponce de León e intuyo que Carlos Enríquez lo volverá loco con sus pinturas iconoclastas, el rapto de las mulatas, “la piña colá” esa jinetera “venga mi mayoral a romper la ola yo en vela como usté”, que se acerquen los amantes del ritmo, debo partirme en dos, solo quiero cantar, me suspenden la función, canté en tonos menores, y la historia de Reyita, sencillamente: todo lo sucedido en los ingenios, las jocicúa (labios abultados) discriminadas, y la negra de la Maya se casó con un blanco, ¿por qué? “Como dicen los ñañigos en su jerga especial, guanaloriponsa empomá aserendé, lo que es lo mismo dicho en lenguaje cristiano: el que no mira adelante atrás se queda”.
Y Habana Libre no me ha fajado, gracias a Dios me ha permitido ir (ampanga torpe) por Oficios, por Muralla, por Compostela, por Mercaderes, por Campanario, por Atalaya, por Obispo (se volvió loco Barbarito) y por el Malecón con la frente en alto: Y morir de amor –por la Maca, ha mirado de soslayo al mambí más insurgente de Oriente– Y conmoverse rigurosamente tomando en cuenta los últimos sucesos de los sentimientos encontrados. Y en la próxima jornada el yuma de Chile se persigna en Sancti Spíritus (en las alas del vendaval veo muy alucinada a mi negrita gemela con su atuendo inmaculado).

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