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Nacional

24 de Abril de 2016

Una tragedia punk

Hace un año, en la tocata de la banda británica Doom en Santiago, cinco jóvenes perdieron la vida y otros cinco quedaron gravemente heridos. Esa noche, en el ingreso al Club Santa Filomena, cientos de jóvenes trataron de entrar gratis y se cruzaron con guardias armados con bates y electroshock. El muro de contención terminó convertido en una trampa mortal. Aquí, el relato sobre la trágica noche que enlutó al movimiento punk.

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La noche del 16 de abril de 2015 Fabián González Dames (22) terminó sus clases en el Culinary de Viña del Mar y tomó un bus directo a Santiago. Daniel Moraga Azema (24) llegó cerca de las 21:30 horas a Alameda con Santa Rosa. A Ignacio Medina (17) su padre lo iría a retirar en el metro Santa Lucía a las 23:00 horas, pero el muchacho nunca contestó el teléfono. Gastón Angladaetti (25), esa tarde se despidió de su polola y se juntó, en una esquina de Santiago Centro, con unos amigos que habían viajado desde Argentina. Robert Rivas (23) llegó, como Fabián, Daniel, Ignacio y Gastón, ansioso al Club Santa Filomena para asistir a la tocata de Doom. Ninguno de ellos, ni sus amigos ni familiares, imaginaron que esa sería su última noche con vida.

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Fabián había comprado hace días su entrada para ir a ver a la banda británica ícono de crust punk. Lo hizo aprovechando el precio de preventa: $10 mil.

Días después, Ignacio y Gastón debieron gastar más: $12 mil. Daniel compró su pase en las afueras del recinto. Robert buscaba conseguir una rebaja esa misma noche.

Pero no pudieron ingresar al evento en el Club Santa Filomena. La música para los jóvenes terminó de golpe a las 22:14 horas.

La banda telonera Dentro de Nada llevaba un par de minutos tocando en el subterráneo cuando una masa humana de más de 200 personas se agrupó el ingreso del local y forzó por entrar. Fabián, Daniel, Ignacio, Gastón y Robert estaban ahí cuando los guardias del recinto respondieron armados con bates y electroshock, intentando crear un muro de contención.

Daniel falleció en las escaleras que conducían al subsuelo del club. Gastón, de nacionalidad argentina, también murió en el lugar. Fabián dejó de respirar a las 4:10 de esa madrugada, tras ser trasladado en una micro a la posta central en extrema gravedad. Alcanzó a despedirse de su madre y de su hermano. Treinta y seis horas después Ignacio Medina Rozas, corrió la misma suerte al igual que Robert Rivas, quien luchó durante 20 días en la Posta Central, hasta que su cuerpo no respondió a los tratamientos. Otros seis heridos graves lograron sobrevivir.

Hasta ahora los organizadores de la tocata -Fernando Sánchez, Ramón Paredes, Sebastián Yates, Gonzalo Mix, y Giovanni Ortiz-, están formalizados por cuasidelito de homicidios y cuasidelito de lesiones graves. La parte querellante, que representa a las cinco familias de las víctimas, demandó por homicidio. La Fiscal Viviana Vergara de la Fiscalía Centro Norte, solicitó ampliación del plazo de investigación por otros 100 días porque aún quedan diligencias pendientes y mucho por esclarecer.

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Fabián era oriundo de Iquique, pero desde hace un par de años vivía en Valparaíso con su hermano, Miguel. Fanático del punk, integró varias bandas y grabó un disco con Aberrante. Era animalista, vegetariano y dibujaba cómics.

Gracias a su excelencia académica quedó como quinto seleccionado en Sociología de la Universidad de Chile, pero su apego por el mar, -practicaba el bodyboard-, lo inclinó por la Universidad de Valparaíso. Algunos años después, para sorpresa de sus amigos y familiares, decidió retirarse e ingresar a estudiar Artes culinarias en Viña del Mar. Quería ser chef y mientras estudiaba, trabaja como ayudante de cocina en el Ocean Pacific.

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Lectura de foto: Fabián González

Daniel estaba pronto a ser operado para superar una problema en sus piernas, que le dificultaba la movilidad. Estudió diseño gráfico en el DOUC y hacía encargos como freelance en su casa. También era músico, tocaba el bajo en las bandas Gordo Bastardo y Resto de Vida.

Gastón vivía hace dos meses en Chile con su polola, Paloma, con la que tuvo una hija, Antu (4).

Ignacio estaba en cuarto medio en un colegio de Macul, vendía serigrafías y era conocido en la escena punk. Robert estudiaba en la escuela de contadores y hacía años pertenecía al movimiento anarcopunk.

Para ellos, ir al recital de Doom, que se presentaba por vez primera en el país, era un especie de mandamiento. Pero desde que se anunció la fecha de la tocata, las cosas no anduvieron bien.

Según reveló Doom a los diarios en ese momento, la organización inicial del evento recayó en un productor metalero, que fue rechazado por la banda al ser alertados de que tenía tendencias fascistas. Después, se hizo cargo Mauricio Becerra, productor punk que a poco andar no quiso seguir adelante. Así, el 20 de febrero de 2015, Fernando Sánchez Valenzuela de la productora La Fiskalía y manager de Fiskales Ad-Hok -además de vocalista de la banda skinhead Curassbun- tomó las riendas. A él, conocido como “el Marihuana”, los familiares le atribuyen la mayor responsabilidad de la tragedia.

El plan original era que la banda se presentara en el Club San Martín, en Estación Central. A dos días del evento, el 14 de abril, se anunció por redes sociales que se realizaría en el club Santa Filomena, también conocida como ex discotheque Tsunami. El lugar con licencia de cabaret y discoteca está emplazado en un subsuelo y cuenta con solo una vía de escape. La explicación de la producción fue que se cambió el recinto por un tema de capacidad. Lo extraño es que ambos sitios pueden acoger un máximo de 250 personas.

El ingreso a la ex tsunami, -que aún permanece clausurada-, es por una escalera de tres niveles, con dos descansos, que gira sobre sí, como un laberinto. El primer tramo es el más largo: tiene 16 peldaños. A los 8, un par de pilares estrecha el paso. Las otras dos, son más cortas y menos pronunciadas.

Por la forma de caracol, cualquier incidente en el ingreso, implicaba un riesgo. Los guardias podrían ser sobrepasados o los jóvenes podrían quedar atrapados si los contenían. Y la alerta, en este caso, de una confrontación estaba declarada en redes sociales. En las tocatas punk es común que se den “avalanchas” para saltarse el pago de las entradas. Ese día, comprar el ticket en la puerta implicaba desembolsar 15 mil pesos. Algunos, a través de Facebook, había convocado a entrar sin pagar.

Uno de los jóvenes que asistió a la tocata, declaró como testigo ante la fiscal que había dudado sobre la conveniencia de acudir. Había revisado Facebook y se había encontrado una serie de mensajes que alentaban a la avalancha y una dura respuesta del productor.

En un pantallazo de uno de los post, Sánchez, alias Fernando Magno en la web -según la carpeta de investigación-, escribió el mismo 16 de abril a las 18:20 horas esta advertencia, que los guardias cumplieron a cabalidad: “tanta guía guía de avalancha que escriben, bates en la cabeza y corta, quien ataca un concierto antifa es enemigo y a los enemigos se les da duro”.

Las amenazas previas son centrales para la indagatorias porque, según la parte querellante, podría tener relación con el cambio a última hora del Club San Martín al Club Santa Filomena. Creen que Sánchez, para garantizar el pago de entradas, optó por cambiar la tocata a la ex tsunami, dado que las características del ingreso al lugar le permitirían contener a los punkis colados. Estas pruebas podrían ser claves para la fiscal Viviana Vergara. De hecho, en el transcurso de la investigación solicitó a las oficinas de Facebook en Estados Unidos, todos los post relativos a estos hechos.

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Según consta en el expediente del caso, las primeras personas llegaron a Alameda con Santa Rosa pasadas las ocho de la tarde. A las 21.30 horas, había en las afueras del Club Santa Filomena cerca de 300 punkis, la mayoría en calle Juan Antonio Ríos, a un costado del club.

Poco antes de las 22:00 horas se abrieron las puertas e ingresó con normalidad un primer grupo de cien personas. Se habían vendido, en total, 260 entradas.

La tocata empezó con la banda telonera, Dentro de nada. Estaba previsto que a las 23:20 horas, saldría la segunda banda telonera, Electro Zombie, y a las 00:15 horas, Doom.

Cuando comenzó a tocar Dentro de nada, un grupo de cuatro carabineros, alertados por la cantidad de gente en los alrededores del local, se acercó a fiscalizar el evento. Conversaron con los guardias en la puerta. Se escuchó entonces el grito “Police Bastard”, uno de los temas íconos de Doom. Volaron botellas y proyectiles en su contra. Los carabineros salieron arrancando por calle San Francisco.

Según los videos de las cámaras de seguridad, 11 minutos después de que los policías se retiraron, comenzó una pelea entre dos jóvenes al costado izquierdo de la reja de ingreso, donde los guardias solicitaban las entradas y revisaban los bolsos de los asistentes.

La multitud se acercó a la reja. Volaron más botellas y piedras.

Un joven, vestido de polerón gris, pantalones y zapatillas negras, aprovechó el desorden provocado por la pelea, para abrir la reja de control. Lanzó una mesa por el túnel en línea recta, y según los testigos, se escuchó un grito de “AHORA”.

Los guardias retrocedieron hasta el primer descanso de la escalera, es decir, bajaron los primeros 16 peldaños.

Los peritajes realizados por el Ministerio Público dan cuenta que tras él joven que abrió la reja, el primer grupo, de alrededor de seis personas, descendió hasta el escalón número cuatro y se detuvieron bruscamente. La investigación apunta a que los guardias habrían instalado una estructura metálica.

“Al llegar al 4 escalón, el grupo de seis personas se detiene súbitamente, aquellos situados hacia el lateral se apegan al muro, los situados sobre el área central intentan devolverse inicialmente, desplazándose hacia la pared oeste. No se observa en la filmación ningún elemento a nivel de peldaño 5, sin embargo las personas de esta línea de avanzada no continúan el descenso y mantienen atención hacia el interior del túnel. Son las 22:13 horas”, se lee en el informe policial.

En el área central de la columna, los jóvenes, impedidos de continuar el descenso, intentaron frenar el avance de la turba y se giraron para retroceder. Un par perdió el equilibrio y cayó por el túnel a las 22.14 horas.

Otras personas, que seguían al grupo inicial, se dieron cuenta del caos e intentaron subir, a contracorriente. La masa los impulsó hacia abajo, buscando avanzar hacia el subterráneo. Varios se quedaron, buscando protección, apegados a los muros del túnel para no descender.

La columna siguió su avance mortal. En minutos, fueron tres los grupos de personas cayendo escalera abajo.

“Fue como un estanque de agua, pero lleno de personas, que colapsa y revienta. Luego, pasaron personas por arriba de nosotros que querían entrar a ver a la banda”, relató un testigo clave del caso.

El grupo de guardias con bates de madera y fierro, esperó al final de la primera escalera. Uno de ellos, José San Martín, tenía una linterna con electroshock. Con esos elementos golpearon a los muchachos que habían caído por la avalancha.

Según la declaración de los testigos, en medio de la golpiza, los guardias les arrojaron agua para multiplicar el efecto del electroshock.

Los jóvenes que aún figuraban cerca de la entrada, no alcanzaron a ver qué pasaba más abajo y siguieron avanzando y presionando.

Algunos, levantados por la multitud, perdieron el equilibrio y también cayeron. El resultado fue una grupo de personas, aplastados por otros cuerpos, asfixiándose. Los que estaban más cerca del suelo y del descanso de la escalera, se llevaron la peor parte.

Daniel Moraga fue uno de ellos: Caído boca abajo, no pudo soportar cinco cuerpos encima. Gastón en ese instante apenas respiraba. Han trascurrido seis minutos. Los dos están muertos.

A las 22:20 horas, alguien empezó a gritar que había heridos, gente ahogándose. Se abrió un espacio por el área central. Los guardias detuvieron la brutal golpiza.

A las 22:26 horas, subieron a los primeros once lesionados e intentaron darles los primeros auxilios en la vereda.

A las 22:38 horas, 20 minutos después que comenzó el desplome humano, llegaron los primeros equipos del SAMU mientras que los bomberos descendían a rescatar al resto de heridos.

A las 22:46 horas, sacaron a los últimos lesionados. Fue ahí cuando descubrieron que había dos fallecidos, Daniel y Gastón. Y que otros ocho estaban con lesiones de extrema gravedad y con riesgo vital, entre ellos Fabián, Ignacio y Robert.

Uno de los testigos, declaró que uno de los guardias apodado el Pepote “le daba órdenes al resto de los guardias para que escondieran todos los palos y bates que habían utilizado. Lo escuché porque estaba al lado de Daniel”.

Según la pericia de Carabineros, a las 22:56 horas una persona de cabeza calva o rapada, -que coincide con las características de uno de los guardias-, “sube por la escalera portando un bolso alargado y se aleja por Av. Alameda, para volver a ingresar con el mismo bolso minutos después”. Los uniformados sólo pudieron incautar dos bates de madera y uno de fierro retráctil.

La tocata, tres pisos más abajo, siguió adelante. En el subsuelo, las guitarras de Electro Zombie, sonaban sin parar. En medio de los gritos, la bajista del grupo, recibió un botellazo en la cabeza. Pese a las advertencias de los asistentes, ninguno de los jóvenes que estaban adentro creía lo que estaba pasando en el ingreso y seguían bebiendo y escuchando a la banda.

“Cuando la multitud se dispersó, lo que vi fue horrible. Había más de una docena de cuerpos inconscientes y heridos por todo el piso. Un montón de sangre y un montón de agua. La gente intentaba resucitar a los muchachos sin pulso. Uno por uno, la mayoría de los heridos fue llevado a la vereda. Unos punks se metieron en medio del tráfico y forzaron a una micro a detenerse, algunos heridos fueron subidos al bus y llevados al hospital, mientras otros se rehusaban a moverse y querían permanecer en la vereda”, relata otro de los presentes esa noche.

Pese a los cuerpos en el suelo, la sangre y los gritos, metros más abajo, uno de los guardias siguió intentando contener el ingreso a la tocata y exigiendo el pago de las entradas.

A las 23:00 horas, algunos punk que habían presenciado la tragedia, “nuestro propio Cromagnon”, como lo describieron algunos, -en alusión al incendio ocurrido en ese club nocturno de Buenos Aires que dejó 194 muertos-, desataron su furia en la única vía de escape.

Lanzaron botellas, cajas y bolsas de basura en llamas hacia la escalera, impidiendo la salida. Veinte minutos más tarde, Doom salió a escena y tocó un par de temas. El guitarrista ya había sido alertado, pero la banda no creyó lo que había sucedido. La tocata sólo se detuvo cuando se prendieron las luces e ingresaron fuerzas especiales y ordenaron desalojar.

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Los guardias, que en realidad no eran tal, sino amigos del “Marihuana”, que los contactó por la tarde para que le ayudaran con la seguridad del evento, son Fabián Quezada, Maximiliano Cartagena, Miguel Ruiz, Eugenio Poblete, Gonzalo Ramírez y José San Martín, quien reconoció que portaba el electroshock.

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La versión de los guardias y de Sánchez, junto a los otros organizadores, contrasta totalmente con lo que han dicho los testigos del caso y la evidencia que ha recogido la Fiscalía. Según ellos, una vez que comenzó la avalancha y les tiraron proyectiles, retrocedieron hasta el segundo descanso de la escalera para protegerse. Negaron la existencia de golpes y aseguraron que los bates incautados eran de propiedad de Giovanni, el administrador del local.

La defensa de Sánchez, representada por el abogado Juan Carlos Lagarraña, sostuvo que no aceptarían los cargos de cuasidelito de homicidio y que llegarán al juicio oral.

-Esto fue básicamente la acción de una turba, los jóvenes no fueron golpeados, murieron asfixiados y aplastados. No tenemos responsabilidad en lo sucedido, por lo tanto, no vamos a aceptar los cargos, iremos a juicio.

Muchos de los testigos de la investigación, que mantuvieron por temor, su identidad en reserva, contradicen este planteamiento.

Ellos han dicho:

-Logré ver a un sujeto que usaba mohicano tenía la totalidad de su cabeza ensangrentada mientras los guardias seguían golpeándolo con los bates, y además golpeaban a todos los que podían, sobre todo a los de la primera y segunda fila”, relató uno en la investigación.

Varios identificaron específicamente al Marihuana golpeando con un fierro a la gente que se encontraba en el tumulto.

-Cuando se detuvo la masa de gente, nos dimos cuenta que los guardias no permitieron el ingreso de la gente al interior, oponiendo resistencia y proceden a golpear a la gente con bates de béisbol y elementos contundentes de forma indiscriminada, agrediendo a quienes se les cruzaba, fuera hombre o mujer. Recuerdo que un sujeto que golpeaba con mucha ira al grupo era el tal Marihuana, lo conozco porque siempre va a los conciertos.

-Cuando llegamos al primer descanso, veo que un guardia estaba golpeando a un punki de pelo rosado, lo golpeaba con un bate de madera. Yo me puse a gritar que paren, que ayudaran al punki y me percato que un guardia le estaba poniendo corriente a otro sujeto. La gente que estaba detrás de mí me estaba aplastando, caí boca arriba, traté de voltearme porque no podía respirar bien.

-Un guardia de cabello negro y pelo corto, mantenía en sus manos un bastón de electroshock, estaba acompañado de otros dos guardias rapados que también mantenían bastones de electroshock, comenzaron a golpear a la gente que iba ingresando usando una mesa como escudo y luego tirándola hacia las personas, mientras uno de los sujetos calvos comenzó a tirar agua con unos baldes.

Sánchez sigue organizando eventos. Uno de ellos, el festival “Punk Rock Attack 2015” en Las Vizcachas, anunciado para el 23 de mayo del año pasado, fue cancelado por problemas con los permisos y no se habría devuelto el dinero de las entradas, según varios reclamos en redes sociales.

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Lectura de foto: Fernando Sánchez

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Álvaro Castillo (35), uno de los sobrevivientes, que estuvo en coma y debió volver a aprender a caminar, cuenta que cuando se acercó hacia la puerta de ingreso, impulsado por la avalancha, tropezó con la reja de ingreso, cayó escaleras abajo y otros cuerpos lo aplastaron.

De inmediato supo que podía morir y trató de aceptarlo en calma. Se puso en posición fetal. Dice que no le faltó el aire, el problema era el peso inmenso que sentía sobre sí. Cinco cuerpos equivalen a cerca de 350 kilos. Despertó cinco días más tarde. Los otros heridos de gravedad que lograron sobrevivir a la tragedia son Lina Fuentes Cuadra, Javiera Paz, Carla Calderón y Jonathan Cortés.

Según el informe de los peritos, las lesiones de los heridos y fallecidos, se produjeron, principalmente, por el aplastamiento. Pero en los casos de Daniel e Ignacio la causa de muerte aún se mantiene indeterminada. Además, Gastón y Daniel sufrieron hemorragias en el cuero cabelludo que podrían se explicadas por el contacto con elementos contundentes.

La familia de Daniel no está conforme con los resultados de la autopsia. Sostienen que cuando reconocieron el cuerpo de su hijo, tenía una gran marca en el pecho y un golpe en la cabeza, que produjo una enorme hinchazón de su cerebro, que ellos adjudican a los golpes. También aseguran que tenía toda la boca negra, que coincide con haber recibido shock eléctricos.

Sin embargo, relatan que ninguna de esas lesiones figura en la autopsia, por lo tanto, solicitaron un nuevo peritaje y en caso de ser necesario, la exhumación del cuerpo para aclarar la causa de muerte.

-La investigación ha sido muy lenta, nunca había pasado por nada similar, en el 83 los militares me mataron a un hermano, no denunciamos por miedo, cuando le paso esto a Daniel, con mi esposo decidimos llegar hasta el final. Para mi el máximo responsable Fernando Sánchez,amenazó a los muchachos con recibirlos con palos en la cabeza. Hace mucho era punk, ahora es un empresario que lucra con los jóvenes y, pese a lo que sucedió, sigue organizando eventos-, Ines Azema, madre de Daniel.

-Son muchos los sentimientos, solo queremos verdad, justicia y la honra de la memoria de nuestros hijos. Queremos una mejor sociedad, más tolerante, crítica, inclusiva, cariñosa. No queremos que una tragedia como esta vuelva a ocurrir-, agrega su padre Daniel Moraga.

El día de la tragedia, Rosa Dames, la mamá de Fabián, recibió un llamado cerca de las 00.00 horas. Le dijeron que fuera hasta la Posta Central porque su hijo había tenido un accidente. Viajó desde Valparaíso, pero no pensó que fuera nada grave. Llegó a la posta con su hijo mayor, no tenía idea que había pasado. Pidió información y se la negaban. Acusa que el trato fue totalmente inhumano. Después de mucho insistir, una doctora se acercó y le dijo: “mire, su hijo se fue a meter a una tocata punk, tiene el páncreas y los pulmones reventados, llegó con dos paros cardíacos”.

-Me hicieron subir, cuando me acerqué al doctor, él me movía la cabeza diciendo que no. Entonces le grito “qué”. Lo comencé a sacudir para que hablara. Me explicó que a Fabián ya lo habían operado dos veces, que había aguantado porque era un chico fuerte, pero que ya no podían hacer nada. Me dijo que me acercara a la camilla porque estaba falleciendo. Minutos después mi hijo estaba muerto.

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