Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

15 de Junio de 2016

Crítica de Tal Pinto: Historia de un pasapelotas

"El personaje de Italia 90 hace de su falta de progreso un estupendo chiste sobre las distintas percepciones que se tienen en Chile y Argentina acerca de lo que constituye un triunfo moral"

Por

Historia-de-un-pasapelotas

Cierta clase de narrativas “autoficcionales”, muy en boga en el panorama narrativo actual, especialmente aquellas ocupadas con el tránsito entre infancia y adolescencia y adultez, se valen de la mirada infantil y adolescente para escrutar la dictadura, la idea de patria y a sus propios padres. En esa clase de relatos, de los cuales “Colección particular” de Gonzalo Eltesch y “Chilean Electric” de Nona Fernández asoman como los mejor logrados, los protagonistas o las voces narrativas principales suelen caracterizarse por su recogimiento: prevalecen la intimidad y los espacios cerrados, y la identidad es un asunto de máxima importancia.

En “Italia 90”, primera novela del poeta y editor Juan Manuel Silva, hay un afán notorio por insertarse en esa tradición por su costado menos trabajado, el humorístico, en este caso de quien hace de su falta de progreso un estupendo chiste sobre las distintas percepciones que se tienen en Chile y Argentina acerca de lo que constituye un triunfo moral (aclaración: en el país vecino no existen, según Silva, los triunfos de esa categoría, sino sólo las derrotas morales).

Hijo ilustre de la inercia y las distracciones que favorecen el trago y una retahíla copiosa de estupefacientes, Juan Manuel Silva, que así también se llama el narrador de la novela, gestiona – tan sólo un decir– el negocio familiar, una botillería, y emprende como microtraficante, además de leer y escribir, pues, después de todo, esta es una novela de escritores en ciernes y estudiantes de literatura. El parsimonioso transcurrir de los días se desintegra a raíz de una de esas casualidades que exigen una sesión de terapia: un día, hurgando en un clóset, descubre un viejo álbum del Mundial de Italia, una rémora de un hecho familiar y deportivo determinante. Las láminas pegadas con cola fría disparan memorias de la infancia que, y a estas alturas esto es excepcional, comienzan en época de la democracia.

En esos recuerdos hay una atención especial por los vaivenes morales y financieros de la clase media (el bienestar futuro de la familia depende de un misterioso negocio del padre), además de sugerir el problema de la doble nacionalidad: “Según mi mamá yo era argentino y según mi papá, chileno”. El gentilicio es una marca de identidad que infecta su habla, constatable en el caudal de modismos argentinos, pero también en la anécdota central de la novela: cuando la madre aprovecha la derrota de Argentina a manos de Alemania en Italia 90 para destruir el álbum y aborrecer de Chile y lo chileno. El álbum se transforma en un mantra y en un amuleto, una señal del poder que ejercen los padres sobre los hijos; pero también es una excusa, un talismán que mantiene al narrador apegado al trauma y que le impide salir del círculo vicioso de la familia. La canción oficial del Mundial de Italia es sobredeterminada como una suerte de refugio y suplanta a los himnos nacionales: la edad del hombre en una cancioncita pop de Giorgio Moroder y no en las graves, épicas e insolventes canciones nacionales.

Hacia el final de la novela, el narrador y su doble se enfrentan a causa de una mujer. Uno es la contracara de otro. El éxito de uno es el fracaso del otro. Silva, que después de mirar a los ojos a su doble ya no es el mismo, regresa a la casa familiar y revive una segunda derrota argentina frente al mismo rival. Pasa el tiempo y la historia es la misma. Eterno retorno. No hay, según su perspectiva, nada más triste que la carrera por el segundo lugar.

Narrar la historia siempre es recoger y pasar la pelota, indagar sus costuras. En “Italia 90”, Silva esconde el balón y se larga silbando una melodía noventera en busca de otra cancha donde jugar.

ITALIA 90
Juan Manuel Silva
La Calabaza del Diablo, 2016, 108 páginas

Notas relacionadas