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Nacional

17 de Junio de 2016

Pavlovic desclasifica la historia de cómo perdió el ojo izquierdo

"Me llegó un flechazo en el ojo. Perdí el ojo y estuve muy mal, porque estuve en Santiago, en el Hospital del Salvador. Pero el día que yo perdí el ojo, para mí, tenía cinco, seis años, ya me dedicaba a estas guerras. Me llevaron al hospital. Regresé a la casa, vendado. Y mi papá llega en la noche, pero no me abraza, porque eran muy duros. Ellos habían sido tratados igual. A él lo habían mandado a los nueve años a Chile, en un barco. Me mira, es alto, igual que yo, como dos metros. Yo estaba en la cama. El me mira desde la puerta y dice: ‘Qué trago amargo’. Pero no me abraza ni nada”.

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Santiago Pavlovic 01

“La verdad es que yo perdí el ojo en una guerra que tuve de niño”.

Esa fue la confesión que hizo en el programa “Mentiras Verdaderas” de la Red el periodista y rostro emblemático de “Informe Especial”, Santiago Pavlovic.

“Yo era niño cuando, en una batalla, en el cerro teníamos ‘batallas’, teníamos ‘guerras’. Entonces teníamos una guerra infantil con flechas. Muchas veces la gente me pregunta sobre el ojo, ‘¿dónde perdí el ojo?’, que si había sido en la guerra en Afganistán, no sé, en Sri Lanka o en Irak”, contó Pavlovic al conductor del espacio, Ignacio Franzani.

Ahondando en el accidente que lo dejó privado de la visión del ojo izquierdo, relató que “me llegó un flechazo en el ojo. Perdí el ojo y estuve muy mal, porque estuve en Santiago, en el Hospital del Salvador. Pero el día que yo perdí el ojo, para mí, tenía cinco, seis años, ya me dedicaba a estas guerras. Me llevaron al hospital. Regresé a la casa, vendado. Y mi papá llega en la noche, pero no me abraza, porque eran muy duros. Ellos habían sido tratados igual. A él lo habían mandado a los nueve años a Chile, en un barco. Me mira, es alto, igual que yo, como dos metros. Yo estaba en la cama. El me mira desde la puerta y dice: ‘Qué trago amargo’. Pero no me abraza ni nada”.

“Dijo eso nomás. Y mi mamá, la misma historia. Mi mamá murió el año pasado. Yo la quería mucho. Tenía 101 años. Y yo siempre la molestaba. ‘Mamá, nunca me diste un beso’. ‘Es que tampoco a mí me lo dieron’. ‘¿Pero nunca un beso a tu hijo? Yo nunca te vi dándole un beso a mi hermano’. ‘Es que así éramos antes’. Y yo veía a la familia de los chilenos en Caletones, y eran súper cálidas, cercanas, que tenían la noción a flor de piel”, prosiguió.

Consultado por cómo masticó esa situación de haber visto afecto explícito en otros lugares y no en su casa, respondió: “a mí es una cuestión que, de alguna manera, no sé si me dañó. Pero es algo que ha estado conmigo. Yo siento que con mis hijos, yo tengo seis hijos, mi hija pequeña acaba de cumplir un año, pero yo soy mucho más querendón, estoy con ella, y la mudo, la cambio, duermo con ella. Es otra la situación. Pero, seguramente, es por eso. Pero en general yo tengo buena opinión de mis padres”.

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