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Opinión

20 de Octubre de 2016

El primer gesto político para el fin de la transición, podrá darse este Domingo 23 en Valparaíso

La ciudadanía ha perdido el control de las decisiones fundamentales sobre su destino, estas decisiones son tomadas por poderes no electos. Y esa pérdida de control genera impotencia, escepticismo y molestia rencorosa en las personas. El daño ciudadano ha llegado hasta el punto que la mera intención genuina de participación política por parte de agrupaciones […]

Rocío Venegas Balmaceda
Rocío Venegas Balmaceda
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La ciudadanía ha perdido el control de las decisiones fundamentales sobre su destino, estas decisiones son tomadas por poderes no electos. Y esa pérdida de control genera impotencia, escepticismo y molestia rencorosa en las personas. El daño ciudadano ha llegado hasta el punto que la mera intención genuina de participación política por parte de agrupaciones y líderes locales, provoca la hostilidad y la crítica destructiva entre conciudadanos.

Hace semanas escuchamos el trabajo que están realizando los conglomerados políticos de la nueva izquierda ( RD, Autonomistas, Izquierda Libertaria (IL), Convergencia de Izquierda, Partido Humanista (PH) y Nueva Democracia) para conformar un frente amplio nacional capaz de disputar cupos parlamentarios y entrar en el terreno de la representatividad electoral. Muchos celebramos que esta iniciativa se concrete, por la necesidad urgente de que en Chile contemos con una fuerza política alternativa al duopolio. Pero nos preocupa una cuestión de importancia: la capacidad de los movimientos y partidos políticos de esta nueva izquierda, de reconstruir el tradicional vínculo de la política partidista con la ciudadanía organizada. Mas aún, nos preocupa como integrarán la forma renovada de práctica política de los movimientos ciudadanos, práctica que surge de la capacidad de estos movimientos de representar los intereses de segmentos y sectores sociales ampliamente diversos. Este vínculo con la ciudadanía organizada ha sido destruido sistemáticamente por el clientelismo, la oligarquización de la política y la corrupción practicada durante los gobiernos de la Concertación, la Alianza y la Nueva Mayoría.

Movimiento Valparaíso Ciudadano

Pero para sorpresa del centralismo, Valparaíso una ciudad desprestigiada por su actual deterioro urbano, es la ciudad que históricamente ha organizado la fraternidad ciudadana y donde aún operan con fuerza las organizaciones territoriales, y es además donde se ha desarrollado un movimiento ciudadano que esta reconstruyendo el tejido social dañado, y permitiendo la articulación en una plataforma común: el Movimiento Valparaíso Ciudadano. Este movimiento, creado por la mas diversa ciudadanía porteña no militante, ha sido responsable de la impecable experiencia de las Primarias Ciudadanas del pasado mes de julio. En él confluyen distintas organizaciones sociales y líderes de la ciudad, y posteriormente se sumaron también tres de las agrupaciones que hoy conversan la posibilidad de articular a la nueva izquierda: Revolución Democrática, el Partido Humanista y el Movimiento Autonomista.

Sharp y La Matriz

Jorge Sharp, el triunfador de las Primarias Ciudadanas, es miembro del movimiento autonomista, y esta llamado a representar la soberanía ciudadana en la alcaldía de Valparaíso. Un candidato incansable y con capacidad de escuchar, que valora su mandato ciudadano y que hoy es ampliamente reconocido por la prensa como el “candidato de La Matriz” o del “Pacto Ciudadano”. Con ello se refieren al Pacto Urbano La Matriz, organización gestora de las Primarias Ciudadanas y una de las articuladoras del Movimiento Valparaíso Ciudadano.

La tácita convención de los medios de prensa de nombrarlo de esta manera, demuestra que la opinión pública identifica al candidato inscribiéndolo en la práctica política de la asamblea ciudadana. También por efecto secundario, habla de las ansias de un país decepcionado de devolverle reconocimiento a la ciudadanía, única fuente legítima para la representatividad política.

La nueva alternativa que este Frente Amplio de Izquierda pudiera ofrecerle al país, dependerá de como organice su política partidista y por sobretodo del equilibrio de fuerzas que logre con los Movimientos Ciudadanos locales. Es en esta base de ciudadanía participativa, incidente y articulada, donde esta nueva izquierda -proveniente de los movimientos sociales del 2011- encontrará el buen criterio, el conocimiento práctico de las políticas públicas locales y la capacidad de gobierno.

Contrademocracia

Hace días se celebraba el respaldo público de Paula Quintana a la candidatura de Sharp, y su renuncia al Partido Socialista, como un gesto relevante en esta nueva política que inaugura el Puerto. Sin embargo el hecho que merece celebración, no es que a un actor político local que pertenecía al establishment partidista, le caiga la teja y se adhiera justo a tiempo a esta candidatura ciudadana. No es el momento, ni es conveniente resaltar que la legitimidad del Movimiento Ciudadano depende de las definiciones de los políticos formales. Por el contrario, lo que es valorable es la declaración de Paula Quintana de ponerse a disposición del Movimiento Ciudadano para trabajar desde su propia lógica y práctica política, renunciando a los cargos políticos locales. Ese acto supone un reconocimiento mediático y formal que hace la antigua política, a la nueva política: una nueva forma de participación a la que llamamos la contrademocracia, aquella que construye desde el modo de hacer ciudadano, que se contrapone al modo de hacer partidista. A grandes rasgos este consiste en volver al sentido común y al valor superior de lo público, ignorando las prácticas oscuras de la lógica partidista, como el cuoteo, el intercambio de favores, el clientelismo, y su consecuencia natural , la negligencia y corrupción funcionaria, que en Valparaíso han significado la ruina de la ciudad. La Contrademocracia, concepto acuñado por el sociólogo Pierre Rosanvallon, se ha desplegado en Valparaíso como la practica política propia de la ciudadanía no militante, apegándose a los valores del republicanismo histórico, profesionalizando la política con conocimiento experto y experiencia ciudadana. Su valor agregado es transformar la indignación en práctica eficaz de fiscalización y vigilancia, hasta llegar al remplazo de la casta política por la ciudadanía organizada.

Los Movimientos Ciudadanos devienen en una fuerza articuladora que amplia la base social y cultural de la democracia, porque volviendo a la decencia y al sentido común, vuelven a reencantar con la política a personas de ámbitos y trayectorias muy diversas. Recientemente el Movimiento Valparaíso Ciudadano ha hecho un llamado público a firmar el “Pacto Amplio por la Transparencia y Contra la Corrupción Municipal” (Facebook: Pacto por la Transparencia Valparaíso), al cual ya se han sumado casi cuarenta candidatos a concejales y dos candidatos a alcalde, Jorge Sharp y Leopoldo Méndez. Este Pacto será fiscalizado por la ciudadanía organizada.

Como decía Cristian Warnken hace unos días, Valparaíso tiene la oportunidad histórica de volver a llegar primero.

El fin de la transición puede empezar a manifestarse este domingo en Valparaíso, y si así fuese esperemos que los medios y analistas entiendan de donde proviene el triunfo y sepan identificar a sus protagonistas. No los encontrarán solamente en la superficie de los saludos protocolares. Los protagonistas, son quienes crearon y quienes se suman a la amplia asamblea ciudadana de Valparaíso, parten desde la segunda fila en la foto. Ellos están llamados a definir su rol en la articulación de una futura alcaldía ciudadana. En ella deberán supervigilar sus procesos, redefinir prioridades del Municipio, orientar su política pública y empujar a cambios estructurales de largo plazo.

La perseverancia del Movimiento Ciudadano de Valparaíso, podría expresarse en su triunfo en estas elecciones . Si esto no ocurre, podría posicionarse como segunda fuerza política de la ciudad. En esa posición, siendo soporte y fuerza propulsora de los cambios, dejará establecido un nuevo precedente para la conquista del espacio político propiamente ciudadano, una nueva oportunidad para nuestro país.

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